Japón es conocido en todo el mundo por el nivel de exigencia, tanto laboral como académico, al que son sometidos sus habitantes. Su dedicación al trabajo podría definirse como excesiva, más los nipones no lo sienten así. Ante situaciones imprevistas como la extensión de días festivos, podrían desorientarse al no tener en qué ocupar su mente.
Esto sucedió durante el 27 de abril y el 6 de mayo de 2019, cuando a los festejos por la tradicional Semana Dorada se agregaron días de descanso adicionales por la abdicación del emperador Akihito y la sucesión al trono del príncipe Naruhito.
Durante la Semana Dorada, que se lleva a cabo los últimos días de abril y los primeros días de mayo, los japoneses celebran el Día de la era Showa (39 de abril), el día de abdicación (que en 2019 tuvo lugar el 30 de abril), la ascensión al trono (1 de mayo), el Día en memoria de la Constitución (3 de mayo), el Día Verde (4 de mayo) y el Día de los Niños (5 de mayo).
Durante ese inesperado receso, los niños no asistieron a los colegios, millones de asalariados no se presentaron a sus puestos de trabajo y la población en general se sentía desorientada por todo el tiempo libre que tenían en sus manos.
“Normalmente las vacaciones de verano o las del fin del año son más largas que la Semana Dorada. Es una locura que tengamos tantos días ahora”, contó en aquel momento Eita Uchida, un oficinista de Tokio.
Por otro lado, mientras hospitales y oficinas públicas cerraban sus puertas, los centros comerciales, aeropuertos y restaurantes se llenaban de nipones que buscaban distraerse y disfrutar del receso.
De acuerdo con la agencia de viajes JTB Corporation, ese año hubo un récord de viajes realizados. En total, 25 millones de ciudadanos nipones atravesaron las puertas del aeropuerto para realizar viajes de más de dos días, algo inusual dado que el código laboral japonés intenta evitar a sus habitantes una larga estadía fuera del país.
Sin embargo, muchos ciudadanos prefirieron matar el tiempo en casa, ya que previeron que los medios de transporte estarían ocupados por multitudes de japoneses que intentaban aprovechar al máximo las pequeñas vacaciones.
“Los trenes siempre están atestados de gente durante esos días. Lo mismo con los viajes al extranjero, todo el mundo irá a otros países y así es mucho más caro viajar. Por eso me quedaré en casa”, aseguró Uchida.
En lo que respecta al factor económico, el país enfrentó efectos negativos en la misma medida que positivos. De acuerdo con un investigador en economía del instituto NLI, Taro Saito, los empleados que ganaban su salario por horas trabajadas se vieron afectados gravemente en sus ingresos de abril y mayo.
“Durante 10 días festivos, la vida de los ciudadanos funcionó mal por el cierre a largo plazo de hospitales, bancos y oficinas gubernamentales” expresó en un informe.