Alejandro Grinberg: “Conservar la identidad y la idiosincrasia de un pueblo”

Arquitecto de profesión, y un fiel curioso de la vida de las pequeñas comunidades. Recorrió el país con el propósito de revalorizar el patrimonio natural y cultural de diferentes poblados.

Alejandro Grinberg
Alejandro Grinberg

Dicen que recordar es vivir dos veces, y algo similar encontramos en la etimología de dicha palaba, pues, recordar es “volver a pasar por el corazón”. ¿Y qué cosas en la vida son tan fuertes que se transforman en perennes? Sí, las experiencias. Las únicas que realmente le dan sentido a la vida y que, además, son abono para el camino que elegimos transitar día a día. A veces, no entendemos cómo es que pueden cambiar el rumbo de nuestros pasos, pero sí podemos sentirlo cuando, al mirar hacia atrás, no es la mente la que habla; sino, el corazón. Y hay personas cuyo corazón late rápidamente al recordar ciertas experiencias, aquellas que cambiaron su manera de analizar el contexto y de pertenecer a él. Alejandro Grinberg es mucho más que un arquitecto con una vasta trayectoria; es una persona que logró conectar con el sentido de su profesión, tras conocer cómo viven y se desarrollan los pueblos del país. Junto a un equipo interdisciplinario, recorrió el territorio nacional a lo largo y a lo ancho con el propósito de formular las normativas urbano-patrimoniales para desarrollar un programa de gobierno denominado Pueblos Auténticos. Y es aquí donde la experiencia vivida se transforma en uno de los mejores recuerdos, pues, no solo formó parte de una propuesta renovadora para el territorio, sino que, además, la rememora con tanta alegría y entusiasmo que contagia el deseo de imitar sus pasos.

Alejandro Grinberg
Alejandro Grinberg

Sin embargo, la arquitectura no fue su punto de partida. Se recibió como enólogo y técnico agrícola en el colegio Liceo Agrícola y Enológico Domingo Faustino Sarmiento, y decidió estudiar Ciencias Agrarias. Pero su vida dio un cambio cuando dejó la carrera y emprendió un nuevo camino: la arquitectura. Se tituló bajo esta profesión en la Universidad de Mendoza (1998) y, su primera experiencia en el contexto la desarrolló en un pequeño poblado en Bolivia, lugar donde realizó, junto a quien hoy es su esposa (la arquitecta Silvia Salustro) un relevamiento de la comunidad. Una vivencia “muy enriquecedora”. Luego, ingresó a trabajar en uno de los estudios más renombrados en el campo de la arquitectura, Bormida & Yanzon Arquitectos, donde, actualmente, se desempeña como Coordinador general y jefe de proyectos. Curiosamente, comenzó a desarrollar labores que lo unieron con su primera gran pasión: las bodegas y el mundo del vino. Pero, aún más curioso es que, formó parte del equipo responsable de registrar el estilo de vida y la manera de habitar los espacios de dieciocho pueblos argentinos; una labor que lo dirigió a sus inicios en la profesión y que, ahora, comenta como una hazaña repleta de buenos recuerdos.

¿Cómo llegaste a formar parte del programa Pueblos Auténticos?

La propuesta llegó al estudio Bormida & Yanzon Arquitectos. Se formó un grupo de profesionales para desarrollar el trabajo, y entre ellos, estábamos mi esposa, Silvia Salustro, y yo. Este equipo de trabajo estuvo dirigido por la arquitecta Eliana Bórmida, a quien ya conocía por ser profesora en la universidad.

De que se trató este programa

Se trató de una propuesta que buscó poner en valor la identidad de los pueblos del país que tuvieran características únicas. Además, promover la apropiación de la comunidad local y la revalorización del patrimonio natural y cultural. El objetivo fue reconocer las poblaciones que conservan tanto su identidad como su idiosincrasia, los mismos que están plasmados en su patrimonio natural y/o cultural, su arquitectura, tradiciones, gastronomía, historia, religión, y el origen de sus pobladores.

Fuimos los encargados de formular las Normativas urbano-patrimoniales para el programa Pueblos Auténticos, dependiente de la Secretaría de Turismo de la Nación. Luego del proceso de selección de los pueblos auténticos del país, fueron 18 en total, vino la etapa de viajes.

Y cómo se desarrolló la tarea

Se hizo un trabajo interdisciplinario, según las características de cada pueblo. Trabajamos con distintas instituciones, entes nacionales o provinciales y con privados. En ese caso, nosotros nos encargábamos de generar las normativas patrimoniales para la preservación del pueblo. Primero hacíamos un análisis histórico, geográfico, de patrimonio cultural y también natural. Luego, íbamos al sitio y hacíamos relevamiento fotográfico, entrevistábamos a diferentes personajes del sitio. El propósito de esas reuniones era encontrar la identidad del pueblo, es decir, cuál era el fuerte del lugar que debíamos preservar desde la arquitectura y desde el espacio público.

Alejandro Grinberg y Mario Yanzón
Alejandro Grinberg y Mario Yanzón

Una iniciativa para que el pueblo siguiera sosteniéndose

Claro, analizábamos qué era lo que había que preservar para que, cuando ese pueblo empezara a tener desarrollo, no se viera perjudicado, sino que, todo lo contrario; pudiera tener un crecimiento sustentable. Nosotros hacíamos las normativas que regulaban el crecimiento del pueblo, hacía dónde crecía, alturas, materiales, colores…un trabajo completo desde la arquitectura. Pero lo interesante, fue lo interdisciplinario.

El propósito fue desarrollar estrategias para que las personas consuman los servicios del lugar, y que esto genere economía para que, quienes viven ahí, sigan haciéndolo en forma digna y no se vean obligados a dejar su casa o pueblo para irse a vivir a otro sitio.

Y vos recorriste cada uno de los pueblos

Sí. Fue una oportunidad increíble. Siempre me quedó la curiosidad de conocer a fondo un lugar, su trama, pero no solo arquitectónica, sino social. Saber qué está pasando ahí, cuáles son sus necesidades y plasmarlo en un documento que permita controlar su crecimiento. Pero, para hacerlo había que recorrer cada uno de estos lugares.

De punta a punta del país

Sí, de norte a sur y de este a oeste. Desde San Francisco de Alfarcito, un pueblo ubicado al norte del país, en el salar de Guayatayoc. Es una comunidad coya que, si bien es nuevo (nació en 1940), es una comunidad que construyó el lugar de la misma forma que lo hicieron sus ancestros, hace 500 años. Me sorprendió su forma de vida. Tienen una hostería, que es administrada cada semana por una de las familias del lugar. Y lo que ganan se lo deja cada familia. Es una comunidad, no tienen propiedad privada.

Y lo más al sur, fue Puerto Almanza. Un poblado que es criadero de centollas, justo en frente puede verse el Puerto Williams (Chile), en el canal de Beagle.

Fueron dos años y medio de viajes, de recorrer y aprender mucho sobre el territorio. Los viajes se hicieron entre 2017 y 2019, pero la investigación comenzó mucho antes.

Un panorama sobre los espacios y la forma de habitarlos de acuerdo al punto geográfico

Sin dudas. Cuando estudiás y entendés que el territorio es tan variado, podés ver como las personas se asentaron primero, en una geografía determinada y, segundo, por una idiosincrasia diferente una de la otra. Por ejemplo, el altiplano es un territorio que no tiene límites políticos. Y por eso, los pueblos tienen su manera de asentarse y de vivir la montaña. Y, después, tenes el resto del país; que tiene la inmigración de diferentes lugares. Eso es muy interesante, porque cada inmigrante llegaba y se ubicada en aquellas zonas que tenían una similitud con sus espacios de origen. Por ejemplo, en Gaiman, se instaló una comunidad galesa.

Ves, por un lado, esa relación entre el hombre y el territorio y, por otro, cómo los que llegaban de otros lugares buscaban sitios similares a los de su origen. Y esos nuevos asentamientos, fueron dejando sus particularidades y lo heredado aportó a las características especiales. Por ello, fueron parte de este programa.

Alejandro Grinberg
Alejandro Grinberg

¿Qué te quedó de esta experiencia?

Poder tomar conciencia de cómo se fue desarrollando el país, de las riquezas y también de las falencias. Me sorprendió el hecho de pensar en cómo teniendo las mismas oportunidades, algunos pueden tomarla porque tienen la capacidad de hacerlo, me refiero al motor interno de las personas. Este programa fue una oportunidad para potenciar los pueblos.

Cual fue el pueblo que más te sorprendió

San Francisco de Alfarcito, un pueblo de 300 habitantes, está ubicado al norte, en un enclave de dos cerros. Me impresionó la comunidad que entendía su espacio y territorio desde otro lugar, no como una división política. Es un pueblo que se dedica a la cría de llamas, al telar y a la cosecha de sal. Realizan un gran trabajo comunitario. Nos recibió el cabildo del lugar, porque no tienen intendencia. Realizamos la reunión y, luego, firmamos un acta. Me pareció bellísimo.

El propósito de esas reuniones era encontrar la identidad del pueblo, es decir, cuál era el fuerte del lugar que debíamos preservar desde la arquitectura y desde el espacio público.

El norte tiene mucho encanto, quizás por eso recibe tanto turismo

Sí, y eso es lo que ocurre, por ejemplo, con Purmamarca. Está desbordado de turismo, luego de que fuera nombrado como patrimonio de la humanidad, por lo que el pedido en este territorio fue otro. Estuvo más vinculado al ordenamiento del lugar para hacer un recorrido turístico mucho más cómodo y que permitirá transitar el pueblo.

Una experiencia que recuerdes

En Purmamarca, un criador de cabra había comprado dos cabras para mejorar su ganado y un puma se devoró a los animales. Ese era su gran drama, pues había invertido todo su dinero. Y como la idea era trabajar horizontalmente con otras instituciones y ministerios que estaban al servicio de este programa; se pudo reponer esa pérdida. Eso solo se logra conocer cuando se recorre el territorio y se palpa la vida de (y en) los pueblos.

Un lugar que conozcas y creas que también reúne las cualidades de estos pueblos auténticos

Un pueblo en Brasil, llamado Paraty. Este lugar no se desarrolló, porque la ruta no llegó hasta el pueblo. Estuvo muchos años separado y, con el tiempo, se conectó con aspectos del desarrollo.

También te dedicas a la docencia

Sí, en una universidad.

Alejandro Grinberg
Alejandro Grinberg

¿Qué cambió en la forma de vivir y de habitar?

Las realidades económicas han provocado ciertas limitaciones. Sin embargo, estos últimos años han servido para cambiar nuestra visión en cuanto al espacio exterior. Es decir, la revalorización del espacio público. Empezamos a usar los barrios, aparecieron propuestas gastronómicas que colaboraron en poblarlos. Volvimos a apoderarnos del espacio público; eso es lo mejor que nos ha dejado la pandemia, en cuanto a una visión urbanístico.

Si bien fue una movida económica, eso generó una unión vecinal que, ojalá no se pierda, sino que se potencie. Eso es lo que hace que se descentrifique la concentración de gente en el centro de la ciudad y que se pueda vivir el (y en) barrio. Y ahí está el trabajo de la docencia, en el aula con los futuros profesionales. Y, no dejar que se pierda, porque esta solucionando un problema que teníamos, la congestión del casco urbano.

Y, en cuanto a la fotografía, ¿cuál es el mejor retrato de la provincia?

Sin caer en lo obvio: una viña, la montaña y la acequia. La fotografiamos mil veces, sin embargo, siempre nos muestra algo distinto. Es la postal de Mendoza: representa el paisaje natural, el paisaje cultural, el trabajo del hombre, la historia, el valor del agua y del riego. Es la firma de la provincia, habla de nosotros.

Por Victoria Navicelli. Contactala aquí. / Fotos: Luis Guiñazú Fader.

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