Un superclásico mendocino lleno de color y emoción en el que ganó el fútbol y perdió la violencia

El Parque fue epicentro de una verdadera fiesta deportiva entre Gimnasia e Independiente. Más allá del resultado en la cancha, afuera no hubo que lamentar enfrentamientos ni heridos. Para destacar.

El gran Víctor Antonio Legrotaglie y los chicos pudieron disfrutar en paz el clásico entre Gimnasia e Independiente. Que se repita. / Orlando Pelichotti
El gran Víctor Antonio Legrotaglie y los chicos pudieron disfrutar en paz el clásico entre Gimnasia e Independiente. Que se repita. / Orlando Pelichotti

El fútbol de Mendoza necesitaba que el desarrollo de su partido más destacado, el superclásico entre Gimnasia y Esgrima e Independiente Rivadavia, se diera tal cual se dio. Sin hechos de violencia. Un factor no menor y digno de destacar, más allá del resultado final en cancha que dejó más que alegres a unos y muy tristes a los otros.

El Lobo jugó un partido de alto nivel y, con absoluta autoridad, derrotó 2-0 a la Lepra en la reedición del mano a mano por excelencia de estas tierras. El conjunto de Luca Marcogiuseppe golpeó de entrada, controló las acciones, no falló en las transiciones, lo liquidó en el final y sumó tres puntos que lo posicionan como candidato en la Primera Nacional.

Podríamos escribir decenas de párrafos en cuanto al análisis del juego, aunque tan solo vamos a resaltar la superioridad de un elenco Mensana que supo hacer lo que planificó. Y también diremos que aunque los Azules de Gabriel Gómez no pasaron su mejor tarde en el “Víctor Legrotaglie”, el traspié le servirá para reorganizar las piezas de cara a lo que viene ya que también ocupa un lugar de privilegio en la zona clasificatoria.

Una fanática del Lobo es requisada. Buen comportamiento de la gente y efectivo operativo policial. / Orlando Pelichotti
Una fanática del Lobo es requisada. Buen comportamiento de la gente y efectivo operativo policial. / Orlando Pelichotti

Buen comportamiento de la gente y un efectivo operativo de Seguridad

Afortunadamente, el foco de esta columna de opinión puede centrarse en el comportamiento de los hinchas. Aplausos para todos ellos. Tanto para los 14 mil simpatizantes de Gimnasia que coparon el estadio de calle Lencinas como para los de Independiente, que habían despedido a su equipo en la previa con un banderazo y no atravesaron los límites que dispuso la Policía de Mendoza.

Es verdad, el marco ideal fue, es y será con ambas hinchadas. Siempre. El tema es que nuestra convulsionada sociedad, y la violencia puesta de manifiesto en infinidad de ocasiones, obligan a sostener la prohibición de ingreso para visitantes en la Primera Nacional. No así en Copa Argentina, torneo que en febrero último juntó a blanquinegros y leprosos en el Malvinas Argentinas y el resultado fue prácticamente el mismo: la paz lograda más allá del marcador final que en ese caso fue para el Azul por 2-0.

Todos estuvimos mirando de reojo el comportamiento de las hinchadas en la previa, durante el juego y en el post. Autoridades del ministerio de Seguridad, Policía de Mendoza, dirigentes, jugadores y sus familiares, hinchas, periodistas... todos. Y más allá de algún inconveniente aislado en las inmediaciones del Parque General San Martín, no hubo que lamentar heridos ni enfrentamientos.

Los hinchas de Gimnasia coparon el "Víctor" y disfrutaron de la victoria ante la Lepra. / Orlando Pelichotti
Los hinchas de Gimnasia coparon el "Víctor" y disfrutaron de la victoria ante la Lepra. / Orlando Pelichotti

Los controles comenzaron temprano durante la mañana del domingo. Alrededor de 300 efectivos policiales llevaron adelante el operativo que comprendió las calles Boulogne Sur Mer, Avenida Las Tipas, Juan B. Justo, Lencinas y Padre Contreras, principalmente. El tránsito de personas fue normal y ya a las 14.45, horario del comienzo del partido, la cosa estaba controlada.

Durante las acciones del juego hubo cantos, emoción y mucho color, como debe ser. Familias completas con niños incluidos disfrutaron la fría tarde futbolera. Atrás quedaron las corridas y tumultos que mil veces sufrimos en un partido tan trascendental como el clásico de Mendoza. Y que ojalá no regresen nunca.

La retirada de la gente en el post partido también fue tranquila. Muchos optaron por volver a casa mientras que otros celebraron el triunfo del Lobo en bares de calle Arístides Villanueva. Siempre en paz. Muy bien.

Claramente, el comportamiento de la gente fue óptimo sin importar quién ganara o perdiera. Así como debiera ser siempre, en cualquier partido y ocasión. No tendría que ser una novedad que el hincha vaya a la cancha y se porte bien, pero en Argentina lo es. Y vale destacarlo.

Tanto los amantes de Gimnasia como los seguidores de Independiente (que en esta oportunidad les tocó verlo por TV) merecen el reconocimiento. Esperemos que lo sucedido en la casa del Lobo ante la Lepra trascienda, coloque un precedente y que, la próxima vez que se vean las caras, los hinchas visitantes puedan volver a las tribunas. Porque así sonríe el fútbol, ganamos todos y pierde la violencia. ¿Es mucho pedir?

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