Tomate industria: Las contingencias frenaron el tan ansiado autoabastecimiento

La temporada de este año, por problemas climáticos, no alcanzó para abastecer el consumo de los argentinos, como se pretendía. Aún así, aseguran que están cerca y que el crecimiento está ligado a la exportación.

Cerca de alcanzar el desafío histórico de abastecer al mercado interno, la industria del tomate empieza a mirar la exportación como la próxima meta, para poder seguir creciendo. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Cerca de alcanzar el desafío histórico de abastecer al mercado interno, la industria del tomate empieza a mirar la exportación como la próxima meta, para poder seguir creciendo. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

El clima le jugó una mala pasada a la producción de tomate industria y, en lugar de las 670 mil toneladas que se hubieran podido cosechar, se alcanzaron 587.600 en todo el país, de las que Mendoza aportó 258 mil toneladas. Por esta razón, no se logró el autoabastecimiento al que se apuntaba a inicio del año y tal vez se deba volver a importar pasta para abastecer al mercado interno. Sin embargo, la meta quedó cerca y hasta se podría pensar luego en la exportación.

Para este sector, el desafío histórico ha sido alcanzar una producción suficiente para el consumo de los argentinos. Con el incremento paulatino de la superficie cultivada con tomate para industria y el aumento de los rindes por hectárea, de la mano de la incorporación de tecnología, ese horizonte está cada vez más cerca.

De hecho, se anticipaba que la temporada pasada se iba a alcanzar. Sin embargo, la conjunción de una serie de eventos climáticos provocó que la producción se redujera en torno a un 15% o 20%. Pero como, además, por la pérdida de poder adquisitivo de los argentinos, la demanda de productos está cayendo, de no haber una afectación tan extendida en la próxima temporada, se podría abastecer el mercado interno. Y, para seguir creciendo, avanzar en el mercado externo sería el nuevo desafío.

Esto, en un contexto en el que la sequía o el exceso de lluvias, según el caso, está teniendo un impacto en los principales países productores, lo que ha hecho que el precio internacional de la pasta de tomate -producto que se utiliza para elaborar puré de este fruto- se haya duplicado. Pero las principales dificultades para avanzar en este sentido son, además de la imprevisibilidad de las variables económicas locales, la dificultad para acceder, por las trabas a las importaciones, a maquinarias, repuestos e insumos fundamentales, como las semillas.

Afectación del clima

El ingeniero agrónomo Cosme Argerich, de la Estación Experimental La Consulta del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria), detalló que la producción nacional alcanzó las 587.600 toneladas, de las que Mendoza participó con 258 mil; San Juan, con 219 mil; el NOA, 66 mil; La Rioja, 39 mil; y Río Negro, 5.200. Sin embargo, si el clima no hubiera afectado los cultivos, se habría logrado, con facilidad, cosechar unas 70 a 80 mil toneladas más. Y sumó que la provincia más perjudicada fue San Juan.

“La campaña pasada ha sido la peor de la historia para la industria”, planteó Guillermo San Martín, gerente de la Asociación Tomate 2000. Y enumeró que hubo dos importantes tormentas graniceras en San Juan, una helada tardía en noviembre y otra temprana el 18 de febrero. Sobre esta última, sumó que los productores experimentados mencionan que hubo otra en un momento similar, pero hace 30 años y que, de todos modos, se produjo a finales de febrero.

A esto se suma que hubo olas de calor en noviembre y diciembre, que afectaron sobre todo a los cultivos sanjuaninos. La conjunción extraordinaria de esta variedad de eventos climáticos de gran intensidad se tradujo en una merma en la producción. La única zona que tuvo una temporada récord, porque escapó a estas contingencias, fue La Rioja.

Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

En cambio, San Juan, que suele tener un rendimiento promedio de 100 toneladas por hectárea, cayó a unas 80, y en Mendoza, donde se había apostado a llegar a las 90 o superarlas, se estará en torno a las 80 (lo habitual), porque una de las zonas más afectadas fue la que concentra la producción de tomate: el Valle de Uco.

Orestes Nomikos, presidente de esta asociación -que reúne a productores, industriales, proveedores, el INTA y los gobiernos de Mendoza y San Juan-, coincidió en que, desde el punto de vista productivo, la temporada pasada fue muy compleja y sumó al panorama ya descrito la ocurrencia de lluvias y vientos fuertes en la vecina provincia.

De todos modos, los productores que integran la Asociación Tomate 2000 tienen un fondo de compensación, que funciona como un seguro y es financiado 100% por quienes cultivan tomate, sin aporte del Estado provincial ni nacional. El sistema cubre cuando hay daño total y parcial, para asegurar que, al menos, se puedan afrontar los costos de producción.

También se está haciendo hincapié, resaltó Nomikos, en mejorar la calidad de los cultivos, lo que brinda mayores probabilidades de recuperación ante un evento climático, pero demanda inversiones en un contexto de una “macro totalmente desvirtuada”.

En cuanto a los precios, el presidente de la entidad reconoció que tenía mejores expectativas, porque el valor internacional de la pasta de tomate ha aumentado, ya que la sequía es un problema mundial y hay productores de otras regiones que están migrando a cultivos más rentables. De ahí que había anticipado que el que se paga al productor local creciera más de lo que lo hizo. Nomikos indicó que lo que se pagó por la materia prima siguió el ritmo de la inflación, mientras que otros productos han tenido una evolución bastante superior. Es decir, que, en términos reales, no hubo una mejora que les facilite seguir invirtiendo.

Pese a eso, acotó que no considera que sea culpa de la industria, sino de la macroeconomía. De hecho, muchos industriales han acortado los plazos de pago, entendiendo que la inflación erosiona los ingresos un 7% a 8% cada mes.

Foto Orlando Pelichotti / Los Andes
Foto Orlando Pelichotti / Los Andes

Mercado interno

La última temporada, si no hubiera habido tanto daño producto del clima, planteó Guillermo San Martín, se hubiera alcanzado el autoabastecimiento. Y aseguró que se está muy cerca de alcanzarlo. Las contingencias obligarán a importar, como siempre, pasta de tomate, pero mucho menos que años atrás.

Gustavo Cialone, quien es secretario de Tomate 2000 e industrial, coincidió en que se estaba cerca de lograr abastecer al mercado interno, cuando nunca se ha logrado producir todo el tomate que se consume en el país y lo habitual es importar pasta en tambores, que se puede utilizar para elaborar puré y salsa. Sin embargo, advirtió que todavía no se sabe qué va a suceder con la demanda.

Es que, si bien la venta de productos tomatados suele crecer en momentos de crisis, porque son el complemento de platos como fideos y arroz, en los últimos meses no se ha observado esa tendencia. De ahí que no puedan anticipar si lo que ha elaborado la industria será suficiente para responder a la demanda de los argentinos o será necesario traer materia prima del exterior; lo que también implicará un desafío, por las dificultades para acceder a las autorizaciones y divisas.

Sobre esto, San Martín señaló que el sector está teniendo problemas con la importación de insumos críticos, como las semillas, las cosechadoras y repuestos para las maquinarias, entre otros. El importe total de esas compras en el exterior alcanza los US$ 10 a 15 millones. Mientras que, por no haber alcanzado el autoabastecimiento, serán necesarios unos US$ 30 millones para importar pasta. En esa línea, resaltó la importancia de que se permita el ingreso de estos insumos y elementos, fundamentales para que la producción pueda seguir creciendo, equilibrar la balanza comercial e, incluso, empezar a generar excedentes para pensar en la exportación.

Cialone también se refirió a las dificultades para conseguir vidrio. En su caso particular, detalló, se especializan en la elaboración de salsa en envase de un kilo. Sin embargo, la producción de las botellas se regularizó para la industria del vino, pero no para otras, por lo que lleva tres años produciendo un 50% menos de lo que estaba acostumbrado. De hecho, invirtió en una línea de producción nueva para comercializar el tomate triturado en doy pack (como el de la mayonesa), como una alternativa práctica y para resolver esa demanda insuficiente de botellas de vidrio.

Mira en la exportación

Cosme Argerich resaltó que, en 2022, la cosecha fue récord, con 626 mil toneladas, y que la pasada, aun con la merma, fue la tercera más importante. Y, si el tiempo acompaña, la próxima temporada podría volver a estar en niveles altos, porque la cuestión técnica se va mejorando. Ante este panorama, y con un tipo de cambio competitivo, se podría llegar a la exportación.

Guillermo San Martín indicó que la situación internacional es muy propicia para la producción local, porque la pasta de tomate, que en un año normal tenía un precio de US$ 900 la tonelada, ha trepado a los US$ 1.800. Esto, porque la pandemia trajo un desajuste en la logística internacional que aún no ha terminado de regularizarse (y elevó el costo de los fletes). Y luego se sumó la guerra entre Rusia y Ucrania, que elevó el precio de la energía.

Por otra parte, el gerente de Tomate 2000 señaló que el cambio climático está golpeando a los principales países productores. Para presentar un ejemplo, comentó que Italia es el tercer productor mundial y los cultivos se concentran en el norte, zona que se ha visto afectada por las inundaciones, lo que impactará en el precio mundial.

Sin embargo, insistió en la necesidad de acceder a maquinarias, que son importadas, y otros insumos esenciales, porque considera que el incremento en la producción local estará asociado no tanto al crecimiento en la cantidad de hectáreas cultivadas con tomate, ya que la disponibilidad de agua para riego es una limitante, como a la mejora productiva, para optimizar los rendimientos en las unidades existentes.

Industria de tomate
Industria de tomate

Cialone resaltó que hay capacidad instalada para para exportar y demanda internacional no sólo de pasta de tomate, sino de otros productos, porque la sequía ha provocado que los stocks mundiales se hayan reducido. Pese a eso, analizó que el dólar (oficial) está barato y el mercado interno aún está demandando.

Nomikos explicó que, para seguir creciendo, se necesita que las industrias desarrollen mercados externos y que el tipo de cambio permita ser competitivos. Esto, porque opinó que, el año que viene o el siguiente, es muy probable que se alcance a responder a la demanda de los argentinos.

En cuanto a las posibilidades de aumentar la superficie cultivada para acompañar este horizonte de crecimiento, señaló que necesitan apuntar a una agricultura sustentable y que es esencial la rotación de suelos con coberturas de verdeo durante el invierno. Como no se puede explotar todos los cuadros todos los años, porque el acceso al agua está limitado, se refirió a la importancia de enfocarse en asegurar un uso más eficiente de este recurso en todos los cultivos.

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