El desafío de mantener la producción de tomate en un escenario de cambio climático

Tanto desde el sector productivo como desde el INTA analizan cuáles son los requerimientos para lograr buenos rindes y calidad frente a las inclemencias.

En el INTA San Carlos hace cinco años que se realiza un ensayo para verificar cómo se comporta el cultivo de tomate bajo tela anti granizo. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes
En el INTA San Carlos hace cinco años que se realiza un ensayo para verificar cómo se comporta el cultivo de tomate bajo tela anti granizo. Foto: Orlando Pelichotti / Los Andes

Aunque en Mendoza la crisis hídrica sostenida ha puesto de relevancia la necesidad de implementar en forma urgente medidas para hacer frente a una menor disponibilidad de agua, que se entiende es parte de un nuevo contexto, lo cierto es que el cambio climático está imponiendo desafíos a la producción agropecuaria en todo el mundo. Una de las claves es lograr, con la implementación de tecnología, que los cultivos estén sanos y fuertes. El INTA estudia, para el caso del tomate industria, cómo se comporta esta planta bajo malla anti granizo.

El presidente de la Asociación Tomate 2000, Orestes Nomikos, explicó que hace un tiempo vienen hablando entre los productores sobre el hecho de que, en la medida en que el cultivo esté en muy buenas condiciones, se encuentra mucho más preparado para enfrentar las contingencias del clima; como las que produjeron una reducción importante en la cantidad de toneladas producidas en todo el país esta última temporada.

Hoy se necesita, detalló Nomikos, aplicar mucha tecnología al agro. El eslabón básico, sumó, es el riego por goteo, pero a partir de esto se pueden utilizar diversas herramientas para mejorar el estado de los cultivos, como la automatización del riego presurizado, sensores de humedad (para determinar si el riego ha sido suficiente), sensores de temperatura e imágenes satelitales que permiten hacer un seguimiento de la salud de las plantas. Y subrayó que el uso de todas ellas demanda un aprendizaje.

Nomikos acotó que un cultivo que empezó con un plantín saludable, que tuvo un correcto trasplante, una buena preparación del suelo y un riego adecuado tiene muchas más probabilidades de recuperarse después de un granizo, y de alcanzar un rendimiento interesante, que uno que no recibió estos cuidados.

En los cultivos de tomate, detalló, cada vez hay más productores con riego presurizado y en San Juan se ha llegado a más del 90%, mientras que Mendoza ronda el 60% (más que en otros sectores como la vitivinicultura, donde apenas se llega al 30%). Consideró que es esencial avanzar en este sentido y, a modo personal, señaló que se está debatiendo qué se puede hacer con los fondos para Portezuelo del Viento, cuando se podría mejorar la gestión del agua en el corto plazo.

Proteger más los tomates

El ingeniero agrónomo Cosme Argerich, de la Estación Experimental La Consulta del INTA (Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria) y asesor de Tomate 2000, mencionó que la disminución en la producción en la temporada 2022-2023 no se debe a un problema técnico, sino climático. Añadió que la agricultura en zonas como Mendoza y San Juan es muy aleatoria, y que sólo se tendrán más certezas cuando todo esté cubierto con tela antigranizo.

En el INTA La Consulta vienen desarrollando un ensayo en media hectárea de cultivos de tomate para industria, para poder estudiar el comportamiento de la planta, del suelo y de las plagas bajo tela. El estudio a campo está por cumplir cinco años y estiman que necesitarán tres más para poder emitir recomendaciones. Este año, en tanto, van a probar con tres tipos de tela, que interceptan de modo diferente la radiación solar, para ver cuál es la respuesta de las variables y si hay mayor o menor producción.

Por lo pronto, ya se ha demostrado que se puede utilizar maquinaria para las tareas cuando los cultivos tienen malla y que se ahorra un 30% en el uso de agua. Argerich consideró que, en principio, utilizar esta cobertura sería la solución a futuro. Es que, aventuró, si se contara con unas 5 mil hectáreas de tomate bajo tela en Mendoza, “sería la zona más predecible del mundo para cultivar tomate” y las fábricas locales podrían firmar contratos con supermercados del hemisferio norte y asegurar la entrega de determinadas cantidades de producto.

Resaltó que se trataría de una inversión muy segura, porque la producción va a estar. Y, a diferencia de lo que puede suceder con un financiamiento para instalar riego por goteo, que si graniza se pierde el ingreso para pagar el préstamo, con esta protección no habría riesgo. Ni siquiera sería necesario, resaltó, ofrecer un período de gracia. Y, sobre todo, ya no habría productores en emergencia agropecuaria.

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