La sociedad entre la productora Vanesa Ragone y el realizador y guionista Alejandro Hartmann ya tiene su probada eficicacia; y Netflix lo sabe.
No se trata solo de cifras de ranking o de top 10, sino de calidad y solvencia a la hora de abordar un género muy difícil de explorar como lo es el documental.
Hartmann, que firma el estreno de hoy en la plataforma “El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas”, sabe cómo tentar a las audiencias con sus temas y luego entregarles productos que colmen las expectativas.
Antes de este documental sobre el suceso criminal que delineó las sombras horrendas del gobierno menemista, Hartmann debutó en Netflix con otro título impactante: “Carmel, ¿Quién mató a María Marta?”.
Al momento del estreno de aquella docuserie -que se puede ver en también por Netflix- resaltamos ese producto por sus muchas y muy buenas ideas narrativas que, bajo el ropaje del thriller y el suspenso, sostiene el pulso hasta el final y abre un abanico de interrogantes que interpelan al espectador.
Ahora, en “El fotógrafo y el cartero: el crimen de Cabezas”, Hartmann se vuelve a probar en una trama de tensión pero que no tiene como objetivo ese norte del suspenso. No nos propone jugar al detective, indagando en los intersticios de la trama, sino que nos invita a rememorar discursos mediáticos, un panorama que construyó una porción de la historia argentina que tiene, hasta hoy, sus derivaciones políticas, sociales, económicas y culturales.
En “El fotógrafo...” no es la distancia objetiva respecto de los protagonistas el centro de la narración, sino el hurgar en la intimidad lo que devela el horror, el trazar la pintura de lo que fuimos-somos (al menos en algunos asuntos oscuros).
Hartmann pone ante nosotros ese espejo en el que no querríamos reflejarnos pero frente a él nos fuerza a vernos, a reconocernos, a avergonzarnos y también -por qué no- a redimirnos luego de la reflexión.
Esos hechos que espeja el documental (no está planteado como una docuserie sino como un film) cuentan cómo fue el crimen del fotógrafo José Luis Cabezas, durante el verano de 1997 en Pinamar; un asesinato que tuvo las prácticas propias de la dictadura militar, y dejó al descubierto el entramado mafioso entre políticos y empresarios. Entre tanto se ocultaba tras la danza del vientre de las odaliscas en la tv, las Ferraris, el glamour de la farándula y la fiesta del uno a uno que aún hoy venimos arrastrando.
Esta vez el realizador toma partido. Decide abrir el juego ante el espectador para repasar nuestra historia un poco más reciente y convertirnos en parte de esa narrativa. De allí el poder de esta producción que recomendamos tanto como “Carmel, ¿Quién mató a María Marta?”.
También en “El fotógrafo y el cartero...” Hartmann apela a un riguroso y sorprendente material de archivo. También hay entrevistas (las más emoticas son las de Gabriel Michi y la esposa de Cabezas). Pero, al igual que con su docuserie, esta película no es un ir y venir entre las fotos de época y los testimonios, sino que el director sabe cómo ir construyendo una narración de lenguaje audiovisual sólida, que nos sorprende a medida que avanza, que nos conmueve, que nos interpela.
“Carmel...” tiene un virtuosismo narrativo que “El fotógrafo...” elige abandonar. Pero no se trata de repetición sino de elecciones. El director (y los guionistas que lo acompañan en esta aventura, Tatiana Merenuk y Gabriel Bobillo) decide confrontarnos con la necesidad del didactismo para que quienes no conocen el episodio puedan comprender sus alcances, sus consecuencias.
Es así que este film llega al mismo lugar discursivo que “Carmel...”: contarnos la historia de un crimen, pero al mismo tiempo entregarnos un mapa de sentido sobre quienes somos, a dónde llegamos y por qué. No es menor el logro, y menos aún si es entretenido, emotivo y reflexivo.
La ficha
El fotógrafo y el cartero: el crime de Cabezas (2022, Argentina, 105′). Dirección: Alejandro Hartmann. Guion: T. Merenuk, G. Bobillo, A. Hartmann. Música: Leo Sujatovich. Producción: Vanesa Ragone (Hadock Films). Disponible en: Netflix. Nuestra calificación: Buena.