¿Cuál es el fenómeno por el cual nos cuesta tanto ver qué parte de la responsabilidad en los sucesos es nuestra? La respuesta es por un mecanismo de defensa que utilizamos la mayoría de los seres humanos denominado “proyección psicológica”.
Pareciera que poner la culpa afuera de todo lo que nos sucede nos liberara completamente; cuando en realidad sucede todo lo contrario. Quién no ha vivido una experiencia en el trabajo en la cual se ha sentido culpable por algo y automáticamente busca alguien para echarle la culpa: nuestro compañero de trabajo, nuestro jefe, el que limpia, etc..
Y cuál es la causa inconsciente (a veces consciente) que nos lleva a hacer esto: negar esa parte de nosotros que no nos gusta. Por ejemplo, si vemos alguien que es muy desordenado y nos molesta es porque eso nos recuerda que nosotros estamos siendo desordenados con algo en nuestra vida y lo negamos.
Poner la basura debajo de la alfombra
El hecho es que casi nunca nos vemos a nosotros como los responsables de lo que nos pasa. Esto es porque proyectamos (literalmente lanzamos un proyectil hacia otro) y nos evadimos de nuestra responsabilidad.
Como si esa fuera la solución, creemos que “poner la basura dentro de la alfombra” es lo mejor que podemos hacer. Lo negamos, nos hacemos los distraídos y miramos para otro lado. Pero esa basura se va a ir acumulando y el día menos pensado, vamos caminando y nos tropezamos y caemos. Como metáfora es interesante, pero como experiencia no lo es tanto.
Cómo se puede salir de este autoboicot
¿Qué podemos hacer para salir de este pensamiento disfuncional que nos hace caer una y otra vez en el mismo lugar? Invertir la proyección; darla vuelta. Por ejemplo, nos podríamos preguntar, ¿Qué tengo que ver yo en todo esto?, ¿Cuál fue mi contribución a que esto sucediera?, ¿Qué fue lo que dejé de hacer?, ¿Qué otra cosa podría haber hecho?, ¿Qué me faltó?
Y ahí es donde nos empezamos a empoderar, a encontrar las verdaderas causas de lo que nos sucede. A llevar la mirada hacia mí, la única persona sobre la cual puedo intervenir; y dejar de tener la mirada afuera, en el otro.
Y esto pasa en el trabajo, en la familia, con nuestras parejas, con nuestros amigos, con nuestros hijos y en todos los contextos donde nos desenvolvemos.
¿De quién es la culpa? En verdad de nadie. Sólo existe el hacerse cargo, lo cual nos lleva a ser cada vez más conscientes de nuestros actos y asumir sus consecuencias. Porque todo tiene que ver con uno mismo, con nadie más. Y las personas que nos rodean, “nuestros espejos”, sólo están ahí para que aprendamos.
Cómo podemos aprender de nuestros espejos
Te invito a que hagas el siguiente ejercicio: presta atención a todas las personas que te molestan por alguna razón y luego pensá, ¿Qué tiene que ver esto conmigo? Te aseguro que vas a encontrar cosas que te van a sorprender.
Pero, para cerrar la nota, te traigo una buena noticia: todo lo que ves “ahí afuera” y te gusta mucho, también es tuyo. La otra persona sólo te lo refleja. Ahora pensá en esas personas en las que te gusta lo que ves. Estarás viendo una parte de ti.
Buena suerte con tus espejos y, ¡Nos vemos en la próxima columna! Y si querés saber más sobre coaching, ingresá a nuestra cuenta de Instagram @coachingpsicologicointegral para enterarte de todo lo que tenés que saber sobre nuestra academia.