La idea que emprendieron de manera conjunta las editoriales Anagrama y Acantilado, de traer a nuestro presente la obra de Georges Simenon es una noticia para ser celebrada. Pero si además la colección es tan exquisita y selecta como se presenta, ¿cómo no atesorarla en la biblioteca?
Claro que Simenon es un autor conocido por quienes han transitado su literatura de trazos negros, trágicos, turbios, emocionales y personalísimos. Pero el propósito de volver a poner en valor su obra para las jóvenes generaciones que aún no lo han descubierto no puede ser más bienvenida.
Es que Georges Simenon, fallecido en 1989, dejó tras de sí una obra descomunal de 151 libros con su nombre más otros incontables bajo seudónimos. ¿Impensable, no? Pero la cifra no es exagerada, menos si te contamos que quien la escribió era un hombre dado a la desmesura en su pasión por escribir, por el lujo, por el dinero y por las mujeres.
A los 27 años, mientras ejercía su oficio de periodista -que había iniciado a los 16-, publicó la primera novela con su nombre; pero ya antes sonaba en los titulares del éxito debido a que le antecedía una imprecisa pero abrumadora cantidad de relatos y novelas que firmó como George Sims o Jean Du Perry.
Escritor millonario y ostentoso, casi maníaco en su profusa producción que cerró en términos de ficción hacia 1972 (de allí en más solo las entrevistas y memorias ocuparon su tiempo), es considerado por muchos un genio que pudo sembrar lustre a su nombre como artista, aún dedicándose a un género que en su época se consideraba menor, como lo es el policial.
Así las cosas Georges Simenon, entre esa parva de ideas literarias, tuvo una que lo colocó como importante hito de la novela negra: narrar las búsquedas e indagaciones del comisario Maigret. Hace poco más de 90 años apareció en escena este personaje en su primera novela “La maison de l’inquiétude”.
Ahora, Anagrama & Acantilado vuelven a traernos a este sujeto/personaje de la acción en el libro “Maigret duda”. En él, una carta anónima llega a manos de Maigret para advertirle que se está por cometer un crimen. Él investigará dónde podrá perpetrarse, y resulta ser la casa del famoso abogado Émile Parendon. Pese a sus intentos, el comisario no evitará la tragedia. Y en el esfuerzo por descubrir esos misterios Maigret irá desgajando las capas sucesivas de una trama de apariencias y engaños que salpican a la alta burguesía de París.
Volvamos a Simenon para aclarar que en su desmesurada obra no solo se enseñorea Maigret con sus casos, sino que también se encuentran sus denominadas “romans durs”. Es el caso de la otra obra de la colección de Anagrama & Acantilado sobre el escritor: “El fondo de la botella”.
En ella un abogado que se codea con la clase alta de la frontera entre Estados Unidos y México, es visitado de improsivo por su hermano menor, prófugo de la justicia que cumplía una condena por un asesinato. El fugitivo, que confía en cruzar la frontera, altera a los ricos rancheros americanos y provocará el enfrentamiento entre los hermanos.
“El fondo de la botella” es la primera “romans durs” que Simenon escribe ya viviendo en Estados Unidos, a donde emigró. En 1948 ya habitaba en Arizona donde tenía una esposa, Tigy, una amante, una secretaria y una cocinera. Todos bajo el mismo techo, y todas durmiendo bajo las sábanas del escritor.
Sobre sus escarceos difusos con los nazis durante la ocupación a Francia y algunas otras oscuridades hay varias pistas en su propia obra. “Está claro que le encantaba alimentarse de su vida personal y luego metamorfosearla en sus novelas”, supo decir al diario El País de Madrid el poeta y crítico Laurent Demoulin; también encargado del archivo del Centro de Estudios Georges Simenon en la Universidad de Lieja (Bélgica).
No cabe duda de que Simenon es un autor único. Según contó su hijo Johnny, en esa misma nota que referimos del diario español, trabajaba solo “en una sala sin ruido, en calma, aislado, por eso nadie le veía trabajar... Además, antes de empezar una historia daba grandes paseos”.
De esas meditaciones previas han salido obras maestras que fascinan a cada uno de sus lectores, con una belleza en el lenguaje que lo convierte en bocado apasionante y una agudeza para hablar del lector sin que éste lo perciba. A partir del registro del policial, y de sus “romans durs” Simenon ha podido poner el ojo en las profundas bajezas humanas, sacarlas a la luz y convertirlas en objetos de conmoción y pensamiento.
Siempre interesado en el dinero y el lucimiento, fue generoso en articulaciones con el cine. Es así que hay aproximadamente unas 70 transposiciones cinematográficas de sus obras. El célebre actor británico Rowan Atkinson se ha puesto en la piel de Maigret pero, además, realizadores de la talla de Jean Renoir o Bertrand Tavernier han acudido a sus textos para hacerlos brillar en la pantalla.
Por todos estos motivos la colección (se consigue en Mendoza), que aborda dos aspectos distintos del autor en sus títulos: “Maigret duda” y “El fondo de la botella”, realza su escritura con un trabajo conceptual en el arte de tapa que lo vuelve delicioso y único, como al autor en que se basa este proyecto editorial.
El diseño es de estudio Duró y las ilustraciones de María Picasso, y con él han querido reflejar la idea de que Simenon es un autor popular, que llega y es entendido por todo el mundo, pero que a su vez es susceptible también de ser leído como si se tratara de William Faulkner o André Gide.
A “Maigret duda” y “El fondo de la botella” los acompaña la edición de un tercer volumen “Tres habitaciones en Manhattan”. Y se prevé que la colección tendrá además los siguientes títulos: “La muerte de Belle”, “Los postigos verdes”, “Maigret tiene miedo” y “Maigret y la vieja dama”. La traducción es de Caridad Martínez.
Georges Simenon, el desmesurado, el genio, el 17° autor más traducido del mundo y el tercero en toda la historia, no solo vale por las cifras que lo rodean como un grafómano imparable sino porque supo hacer de sus textos asuntos éticos y estéticos contemporáneos, que no pierden vigencia, y que nos llegan a primer impacto por la pura emoción. Pero aún más: se hunde, y nos lleva con él, hacia los oscuros misterios de la psiquis y la sociedad humana. ¿Cómo no celebrar entonces que los jóvenes lo descubran?