De todas las formas en las que se podría contar la misteriosa desaparición de un niño, “Expatriadas” (“Expats”, en Amazon Prime Video) elige sin dudas una de las más interesantes narrativamente: el duelo de todo el entorno.
Nos explicamos: es que esta miniserie de Lulu Wang -basada en la novela de 2016 “The Expatriates” de Janice YK Lee - logra vencer la inercia del espectador, de querer transformar esta situación en un policial de tantos otros (hay cientos en el streaming, para quien prefiera ver uno), para adentrarnos en algo mucho más interesante y menos probado en el mundo audiovisual. En ese giro, “Expatriadas” logra componer un tapiz de emociones diversas y bien tejidas.
La historia se desarrolla en la convulsionada Hong Kong de 2014, una megaciudad, un “no lugar” repleto de inmigrantes ricos y pobres. Mercy (Ji-young Yoo), una joven y errática mujer estadounidense con ascendencia coreana que carga con el supuesto karma de provocar desgracias a su entorno, conoce a Margaret (Nicole Kidman), una rica estadounidense con tres hijos. Los primeros capítulos contienen muy bien el misterio que da forma a este retrato de pérdida y desolación, al que se suma también el contrapunto de una ex-amiga de Margaret, Hilary (Sarayu Blue), inmigrante estadounidense pero con ascendencia india.
El guion puntillosamente trabajado nos permite como espectadores adentrarnos no solo en la forma en que cada una soporta el dolor de una desaparición (cuya investigación seguimos por momentos, aunque está lejos de ser el centro del mismo). La transformación interna de los tres personajes, desde la maternidad en Margaret a la relación con sus madres en Mercy y Hilary, es lo que realmente resulta magnético en esta serie atípica.
Pero además, por su condición de expatriadas, Wang se permite indagar en otras cuestiones: la identidad, la cuestión de clase, los lazos matrimoniales y hasta la situación política como un amenazante ruido de fondo que no se termina de desentrañar, aunque la cámara se regodee en las calles ocupadas y desiertas de esa Hong Kong difícil de habitar.
En esa ambición por expandir, sin dudas con el buen fin de ampliar la panorámica de las “expatriadas” (porque las mujeres inmigrantes son las protagonistas aquí, y no tanto los hombres), el guion se alarga con dudoso resultado: por ejemplo, cierta tendencia a abrir historias que matizan los tres dramas principales, pero que pueden resultar demasiado tangenciales. El caso del monumental capítulo 5 (un largometraje, de hecho) es quizás el mejor ejemplo.
Pero esa decisión no es tampoco del todo errada, porque en su conjunto “Expatriadas” es una historia fascinante y sobre todo bien hecha: las actuaciones de las protagonistas, el fascinante diseño de producción (que retrata de forma magistral la riqueza y la pobreza), la fotografía y la perfecta banda sonora hacen que esta miniserie resulte una perla dramática.
Un género que está lejos de ser el más popular en el mundo de las series, como decíamos, cooptado por thrillers y biopics. Por lo que, si una directora se arriesga a repartir en capítulos su indagación de la profundidad humana, hay que agradecerlo.