Huertas comunitarias: abre la convocatoria 2023

Se trata de una iniciativa que surgió a partir del Presupuesto Participativo. Tiene como objetivo apoyar y fortalecer la soberanía y seguridad alimentaria. Las inscripciones están abiertas.

Llená el formulario y sumate.

La convocatoria para huertas comunitarias está dirigida a personas que estén interesadas en armar una en comunidad.

Es una oportunidad para aprender y compartir conocimientos. También para desarrollar habilidades relacionadas con la jardinería y la agricultura. Además, fortalece los lazos comunitarios y conecta con la naturaleza. Es por ello que se priorizará su desarrollo en uniones vecinales, clubes barriales, comedores comunitarios y otros espacios con compromiso social.

Requisitos

  1. Identificar algún espacio físico de acceso público que se encuentre al aire libre y cuente con al menos 3 o 4 horas de sol. Tener en cuenta que la huerta puede realizarse sobre el suelo, u otras estructuras como cajones, pallets, neumáticos, entre otros. En caso de que sea un espacio público, se permitirá su uso en comodato.
  2. Contar con la colaboración de, al menos, 3 personas de la comunidad.
  3. Elaborar un Plan de Manejo y Mantenimiento. El mismo debe incluir un calendario con las actividades y los responsables de cada una las tareas. En este paso, contarán con ayuda de la dirección de Ambiente y Energía.

Se evaluará cada una de las solicitudes y, luego, se seleccionarán algunas.

A las que fueron elegidas se les brindará:

  1. Una charla taller de armado, mantenimiento y cuidado de huerta y compostera.
  2. Un kit de insumos básicos, que se adecuará a las necesidades de cada caso particular.
  3. Acompañamiento y asesoramiento mensual.

Huertas comunitarias y soberanía alimentaria

Las huertas comunitarias se presentan como una alternativa superadora frente a las adversidades económicas. Ciertamente, las sufren más algunos sectores de la sociedad, sumando la dificultad al acceso a alimentos sanos y de calidad.

De esta manera, se empodera a quienes se benefician de los productos que se obtienen de ellas. Es porque son esas personas quienes eligen qué cultivar y de qué manera hacerlo. Así, también produce un impacto positivo en la economía que se traduce en soberanía alimentaria. En el mismo sentido, se fortalecen los vínculos de la comunidad y su sentido de pertenencia.

Los beneficios no sólo son económicos y sociales, sino también ambientales. Ello es porque favorece a la diversidad de cultivos y se realiza el manejo apropiado de los suelos. Entonces, se realiza un control adecuado de la vegetación espontánea y de las plagas, y se aporta materia orgánica a su composición. Esta favorece la presencia de los microorganismos, quienes aseguran la fertilidad de los suelos y la disminución del efecto de islas de calor.

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