Lobo, un fútbol con distinción

Como sucedió en 1986, el equipo de Gimnasia y Esgrima campeón invicto, dirigido por Jorge Julio, volvió a dictar una cátedra de fútbol. El “Dream Team” del Parque se reencontró por primera vez.

Lobo, un fútbol con distinción
Lobo, un fútbol con distinción

Señores de pie ¡por favor!…  Estas glorias del fútbol mendocino necesitan un recibimiento especial, único, que esté acorde a lo que regalaron dentro de un campo de juego.

A partir de éstas líneas comenzaremos a disfrutar de un equipo histórico, campeón, inolvidable, que supo dejar su huella en el deporte de Mendoza. Un elenco que por su fútbol, juego y humildad supo ganarse el cariño de todos los mendocinos. Un conjunto que jugó con frack, galera y bastón, porque brindó un verdadero espectáculo en cada juego. Un grupo de amigos que se consagró campeón invicto en 1986 y llevó la bandera de Gimnasia y Esgrima, una vez más, a lo más alto del fútbol provincial y del Interior del país.

La cancha de Las Cortaderas Country se vistió de gala. Motivos sobraban. Su verde césped fue testigo privilegiado de una nueva función de aquel equipo del Lobo lírico que llevó como documento de identidad el famoso: “toque, Lobo, toque”. Admiración absoluta. Jugadores de la talla de Gustavo Mezzabota, Daniel Sosa, Hugo Astudillo, Julio Guido Díaz, Oscar Quintana, Raúl Zolorza, Gustavo Nievas, Jorge Montiveros, Omar Olguín, Raúl Morán, acompañados por la dupla técnica del “Cato” Aguilar y el emblemático Jorge Julio, regalaron una nueva cátedra de fútbol. Ese fútbol, que realmente “le gusta a la gente”.

Más allá del tiempo, la llama del talento continúa encendida y la magia continúa intacta. No hay dudas, son hombres privilegiados, tipos dotados, que nacieron con el “don de tratar muy bien el balón”. Y sólo con un toque demostraron toda su jerarquía.

Amantes de esta disciplina, simpatizantes del Lobo, les juro que estos tipos son mágicos. Por está razón, con su juego alimentaron la mística del Lobo del Parque: un fútbol fino, pituco, un juego colectivo que tiene como premisa tratar el balón como si fuera una “princesa”. Nada de pelotazos, nada de ir al piso. Sólo toques de primera, rotación, lujos y definiciones de alta gama en el arco rival. No hay dudas, que cada movimiento de estos crack  merecen ser reproducidos en HD. Sin embargo, por cuestiones meramente de tiempo,  su juego quedará guardado de por vida en el corazón y en la retina de todos aquellos hinchas del fútbol que fueron testigos de verlos en acción en alguna cancha mendocina.

Una lección de fútbol

Esperábamos el pitazo inicial y el árbitro improvisado, Cato Aguilar, con la casaca del Lobo sobre su cuerpo, estaba reclutando votos para convertirse en la revelación de la TV mendocina. Un personaje con todas la letras. Comenzó el juego y arrancó el show. ¡Qué privilegio fue ver en acción a estos jugadores! ¡Qué orgullo compartir una cancha! Obviamente la diferencia fue abismal. Amigo lector, no vaya a pensar que Más Fulbito tuvo otro juego para el olvido. Para nada.  El equipo de Jorge Julio, de manera muy egoísta,  no quiso prestarnos la pelota. Por esta razón, el triunfo del Lobo por 4 a 0 fue mezquino. Es más, si no hubiese estado el “Flaco” Vigar debajo de los tres palos, seguro que coleccionábamos cuatro o cinco goles más en nuestra red.

El “Lobo” como en 1986 fue un equipo compacto y sin fisuras. El capitán “Daniel” Sosa (su solidez es admirable)  fue el gran reclutador de todos estos talentos que se juntaron una vez más para iluminar una cancha de fútbol. ¡Y no defraudaron! Porque el “Pulpo” Mezzabotta fue una muralla, Montiveros fue impenetrable, el “Cuta” Morán derrochó calidad,  el “Negro” Zolorza mostró su nivel de Selección ( y pensar que un atrevido de Más Fulbito intentó tirarle un caño pisado “¡Maleducado!” le gritó un viejo zorro que de este deporte sabe y mucho), Quintana y Olguín en cada toque destilaron elegancia, Hugo Astudillo aportó su talento y   Gustavo Nievas junto a Julio Guido Díaz transformaron cada pelota en un grito de gol. Fue el reencuentro de un verdadero “Dream Team”.

Sin dudas, fue una nueva función del “Lobo del Parque de 1986”, aquel equipo que meses después de que el fútbol argentino tocara la cima mundial en México, llevó la casaca “Blanquinegra” al lugar de los privilegiados, ese lugar de recuerdos imborrables, el verdadero lugar... que ocupan los eternos campeones.

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