Y si tu banda empieza a tocar diferentes melodías... 45 años de El lado oscuro de la luna

Con la aparición de “The Dark Side of the Moon”, la banda Pink Floyd se convirtió en un verdadero ícono cultural.

Y si tu banda empieza a tocar diferentes melodías... 45 años de El lado oscuro de la luna
Y si tu banda empieza a tocar diferentes melodías... 45 años de El lado oscuro de la luna

La dialéctica podría ser la figura clave de El lado oscuro de la luna. Oponer conceptos opuestos para avanzar hacia un territorio desconocido.

Pink Floyd era ya una banda prestigiosa cuando, en 1972, decidió quitarse de la elipse que parecía estar dibujando su carrera. El grupo había estremecido la naciente psicodelia con una obra maestra en 1967. The Piper at the Gates of Dawn parecía la piedra de la locura extraída del cráneo de Syd Barret, el cantante y principal compositor de una banda que completaban Roger Waters (bajo), Richard Wright (teclados) y Nick Mason (batería).

Pero la cantera alucinada de Barret estaba aún preñada de piedras y algunas de ellas chocaron entre sí con la fama de la banda y ese chispazo quemó sus luces. Waters debió tomar el liderazgo de la banda y decidió llamar a un amigo. Se llamaba David Gilmour y aunque no tenía, al menos aún, la llama creativa que ardía en Barret, sí tenía otras cosas: era un guitarrista excepcional y cantaba mucho mejor que cualquiera de los otros.

Pink Floyd empezó, entonces, a cincelar trabajosamente una identidad nueva. Primero tomó esta la forma de la post-psicodelia. Luego, arribó al space rock. Pasó por la música incidental y, entrados los 70 (años en que el rock alcanzó su primera madurez), apostó también por el sinfonismo.

Pero luego de un buen disco como Meddle sus integrantes se encontraron con un topor creativo. ¿Qué hacían luego de Echoes, esa extensísima y fabulosa y compleja canción con la que cerraba el álbum más reciente?

La idea fue, entonces, hacer las cosas de otro modo. La dialéctica se puso en marcha: en cuanto a lo poético (trabajo que le tocaba al poeta de la banda, Waters) debían ser líricos pero directos. En cuanto a lo musical, había que asirse a un concepto. No ya al modo de una ópera rock (como Tommy, de The Who) sino más bien por la vía abierta por The Moody Blues y su Days of the Future Passed. Quizá en la paradoja de ese título ("días del futuro pasado") hayan avizorado la semilla dialéctica que debían regar para su trabajo.

La decisión estaba tomada: hacer un álbum conceptual. Pero ¿cuál iba a ser el concepto? La respuesta la trajo, sin quererlo, justamente Syd Barret: iban a hablar de la locura. De las negras fronteras que soportan los rostros iluminados cuando arriba la soledad.

Por eso miraron a la luna: como en español, en inglés el término “moon” alude a la locura. Si la locura de Syd Barret le había pedido seguir con la banda, ellos iban a tomar la locura como combustible creativo. Iban a ser lunáticos.

El paso siguiente fue, acaso, el más revolucionario. Otra vez la dialéctica: el que iba a ser un disco paradigmático por su nivel de sonido y por el preciosismo de su construcción en estudio fue, en realidad, construido en vivos.

Pink Floyd eligió hacer la gira de su disco Meddle no ya como presentación de esa placa sino como campo de maniobras para la explosión de su disco siguiente.

En giras y conciertos previos fueron componiendo y probando el material. Se familiarizaron con el título que llevaría, además: The Dark Side of the Moon, un título ya usado por otra banda pero que no pasaría a la historia hasta que ellos lo hicieran propio.

Hasta que a fines en junio de 1972 entraron a estudio. Allí, una buena decisión los acompañaría: contar con un ingeniero de sonido excepcional llamado Alan Parsons, que acabó de dar la dimensión necesaria para una obra tan compleja, para dar cuerpo a la etérea belleza que los Floyd traían al estudio.

Fue Parsons el que dio cauce a todo el conjunto: la música de un grupo que por entonces aún era capaz de trabajar y componer como tal. A las voces de Wright y de Gilmour, que se entrelazaban como en una danza. A la de Waters, que le daba un toque dramático impensado. A los efectos sonoros construidos laboriosamente por Mason. Y a la tersura del conjunto, dividido en dos partes interrumpidas por los lados del vinilo (A y B), pero que se extendían en el tiempo como un conjunto sin cortes.

El disco comienza con un corazón que late y un mundo que parece nacer de un big bang anatómico. Pronto un alarido premonitorio, como el nacimiento, se convierte en una respiración (Breathe) que se fuga en sonidos de teclados y una batería insistente (On the run) para estallar con la relojería que muestra el paso del tiempo (Time) y mira a la muerte de frente con un gemido inolvidable (The Great Gig in the Sky, una canción sin letra con la voz de Claire Torry).

Al inicio del otro lado, el mundo prosaico se hace presente con la maquinaria del dinero (Money) y luego la dialéctica toma presencia explícita cuando los Floyd se ponen a hablar de las divisiones humanas (Us and Them).

Como en un espejo con el lado A, la fuga regresa con una música veloz (Any Colour you Like) y luego Waters asume el cierre vocal con dos canciones que son una: Brain Damage y Eclipse, levantadas ambas con versos como estiletes ("cerrás la puerta / y tirás la llave: / hay alguien en mi cabeza / pero no soy yo") que terminan de trazar la obra maestra de la banda (y la más exitosa).

The Dark Side of the Moon se publicó el 1 de marzo de 1973 en los Estados Unidos y el 24 de ese mes en Gran Bretaña. La portada diseñada por el estudio Hipgnosis es ya un ícono de la cultura popular, pero también ejerce como metáfora de lo que representaría el disco desde su edición: sería una obra que iba a poner a otros grupos en la obligación de oír a Pink Floyd puesto que había que, ahora, partir desde allí para dispersar nuevos colores.

La dialéctica que movió todo el proceso tuvo, también, su epílogo allí. Pink Floyd se enfrentó a sí misma, confrontó razón y locura e hizo lo que canta Waters en Daño cerebral: "y si tu banda empieza a tocar diferentes melodías...".

Eclipses

* The Dark Side of the Moon es el álbum que más semanas permaneció en el ranking de la revista Billboard: 939.

* El disco ha sido objeto de numerosas reediciones. Originalmente se publicó en vinilo. Luego en formatos magnéticos. En CD, apareció en versiones originales y remasterizadas. También se publicó en formato enriquecido (SACD). A propósito de este aniversario, y con el nuevo auge del LP, se reeditó en ese formato. Quienes han fatigado todas las versiones aseguran que la escucha en este soporte es incomparable.

* Entre los músicos invitados destaca el saxofonista Dick Parry y la cantante Claire Torry, inolvidable por su voz en The Great Gig in the Sky.

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