Víctimas del Próvolo: la esperanza de una nueva vida luego del horror

Natalia Villalonga y su hijo Ezequiel, que estuvo internado en el instituto religioso, recibieron una casa.

Víctimas del Próvolo: la esperanza de una nueva vida luego del horror
Víctimas del Próvolo: la esperanza de una nueva vida luego del horror

Su voz es una mezcla de alivio y satisfacción. Para Natalia Villalonga (37) han sido días de emociones fuertes. Sucede que a finales de noviembre tuvo dos buenas noticias, importantes cada una de ellas.

Por un lado, conoció la sentencia del juicio por abusos sexuales del caso Próvolo, institución a la que su hijo Ezequiel asistió durante 12 años. Por otro, recibió la llave de su casa propia y dejará de pensar cada mes, en pagar alquiler. 

"Todavía no caigo, no lo puedo creer. Nos estamos acostumbrando a esta nueva vida, a los vecinos, a tener mi propia casa e invertir en lo que es mío. Estoy muy contenta", relata Natalia que acaba de llegar de trabajar y de buscar a sus hijos en el colegio. 
Natalia, como el resto de sus nuevos vecinos del barrio Juan Agustín Maza, del distrito El Resguardo, de Las Heras están de celebración. Así lo dice entre lágrimas de felicidad. El barrio anterior no tenía el mejor entorno y esto también es motivo de alivio.

"Con mis hijos Ezequiel y Benjamín, que tiene 13 años y está por empezar la secundaria estamos felices. Pero seguimos luchando porque lo del Próvolo no termina, hay más causas abiertas. Y lo de la casa, después de casi 10 años de espera y de 18 años de pagar un alquiler, es una bendición en este momento especial para mi familia", dice Natalia.

Alegres

Ya no necesita juntar el dinero para pagar el alquiler y es una preocupación menos. Y entonces, puede poner su energía en sus dos hijos, en su trabajo en una empresa de limpieza, en el trabajo que hace en un domicilio particular como empleada doméstica todos los viernes o en las "changas" que aparecen.

Ahora Natalia piensa en las rejas que tiene que poner en las ventanas. También en hacer el cierre. Porque pasa muchas horas fuera de su casa y es mejor no arriesgar. Pero también confía en que una etapa oscura en la vida familiar empieza a quedar atrás. En lo que vivió su hijo en el Instituto Antonio Próvolo y en la condena del pasado 25 de noviembre a "esos bastardos", como define a los curas Horacio Corbacho y Nicola Corradi, con sentencias a 45 y 42 años de cárcel y al ex jardinero Armando Gómez, quien fue sentenciado a 18 años de prisión.

"Ezequiel está muy contento y me pregunta mucho a mí como estoy. Está preocupado por la seguridad del lugar", confirma y agrega que está pensando en invitar a comer un asado a su vecina, para fortalecer los lazos de amistad y porque "hay que cuidarse entre todos".

Más historias

Daiana (29) es otra sobrevivientes del Próvolo. Con las condenas a los curas Corradi y Corbacho y al ex jardinero Gómez, la joven tuvo algo de paz. Pero sabe que aún queda mucho camino por andar. "Después de la condena ejemplar, hemos tenido algo de tranquilidad. Pero ahora seguimos firmes, porque viene el juicio (a la monja) Kumiko Kosaka", detalló enérgico su padre, quien acompaña a su hija mayor incondicionalmente.

Daiana salió del Próvolo hace casi una década y su vida no ha sido fácil. En 2016 denunció los abusos que sufrió. "Después de la primera denuncia, todo ha sido un sufrimiento. Incluso, el día de la sentencia estábamos preocupados y empujando desde nuestros lugares para que no quede todo en la nada".

No obstante, Daiana también tuvo un volver a empezar en su vida luego de esos años oscuros. En enero su pequeña hija cumplirá 3 años y la familia aprovecha cuanto momento tienen disponibles para disfrutar en familia. "Después de la condena empezamos una etapa de mucha tranquilidad. Al día siguiente de la sentencia, la reconocían en el micro de haberla visto en los medios. Y la aplaudían y felicitaban por su valor", siguió su padre, Ariel.

Cecilia y sus hijos Daiana y Ezequiel también son sobrevivientes. Los dos jóvenes fueron víctimas de los abusos mientras estuvieron en el Próvolo. Y tuvieron sus dificultades para tratar de rehacer sus vidas.

“Mi hija se fue a vivir con un ex, y fue complicada la relación. Se separaron y actualmente ella está viviendo el Córdoba. Prefirió alejarse un poco de toda la causa, y el día de la sentencia recién se enteró a las 17 (la condena se leyó a las 13). Ese mismo día me dijo que con la condena iba a estar ‘un poco más tranquila’.

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