Tamara, la niña de Las Heras que tiene leucemia y no está dispuesta a darse por vencida

Tiene 3 años y necesita un lugar mejor para vivir: comparte una pieza de piso de tierra con sus padres y y sus 2 hermanos. Cómo ayudarla

Tamara, la niña de Las Heras que tiene leucemia y no está dispuesta a darse por vencida
Tamara, la niña de Las Heras que tiene leucemia y no está dispuesta a darse por vencida

"Los médicos nos dijeron que Tamara tiene que tener una pieza aparte y que no puede estar en contacto con la tierra porque tiene las defensas muy bajas. Nosotros dormimos los 5 en una misma pieza y no tenemos ni baldosas acá. Hasta ahora Dios la ha estado guardando. Pero si yo tuviese las posibilidades, ya la hubiese sacado de acá". Quien habla es Jessica Manivong (33), mamá de Tamara Bardazza (3). 

A la niña le detectaron leucemia el 8 de abril de este año, y desde ese momento la vida de toda la familia comenzó a girar en torno a un único objetivo: el bienestar de la pequeña. Pero la de esta familia lasherina -que completan Julio Bardazza (padre de Tami) y los hermanitos de la niña, Máximo (10) y Dafne (8)- dista mucho de ser una vida fácil.

Hace casi 8 años que viven en el patio de la casa del padre de Julio, en una pequeña habitación con paredes de adobe y techo de madera y nylon. Como ya se describió, no tienen piso de material y en una única pieza duermen los 5, con un ojo cerrado y el otro entreabierto ante cualquier emergencia que pueda surgir con Tamara.

No tienen cloacas ni agua potable, y el aviso de corte que han dejado colgado en una de las precarias paredes sirve como anuncio de que -salvo un milagro- en cuestión de días tampoco tendrán electricidad.

“Ahora Tamara está durmiendo, descansando un ratito. Toda la semana pasada tuvo que ir al hospital para la quimioterapia. Y está cansada. Es una situación bastante complicada en la que estamos, no sólo en lo habitacional -sin duda Dios mantiene estas paredes para que no se vengan abajo-, sino también por la salud de nuestra hija. Pero cuando salgamos de esto vamos a estar para ayudar a todos. Porque a nosotros nos ha ayudado mucha gente también”, sintetizan sus padres en una charla en la que abren más que las puertas de su casa, y en las que las palabras ahogadas y las lágrimas derivarán en infinitas interrupciones.

A modo de milagro de Navidad (o de Año Nuevo), sueñan con cruzarse con algunos corazones solidarios que puedan ayudarles con materiales de construcción. O simplemente con la posibilidad de volver a trabajar.

“No queremos que nos regalen nada, queremos trabajar y poder darle lo mejor a nuestros hijos. Muchas de las posibilidades laborales que tuvimos quedaron en la nada, porque tuvimos que dedicarnos de lleno a Tami. Hace meses que no suena el teléfono y quizás sonó cuando estábamos en el hospital. Es desesperante pasar por esto, no se lo deseo a ningún padre del mundo”, coinciden, y vuelven a llorar.

Vida cuesta arriba

Julio fabrica sistemas de seguridad (cercas, alambrados) y estuvo 5 años trabajando en la penitenciaría. “Pasar por ahí le dejó muchas secuelas desde lo psicológico”, resume su mujer.

Hasta 2016, el fin de año era una época de mucha demanda para su trabajo, más teniendo en cuenta que es cuando la gente se va de vacaciones y decide reforzar la seguridad de sus viviendas. Sin embargo, este año no está terminando de la mejor manera (tampoco en lo laboral).

Jessica es ama de casa y hace las veces de secretaria y asistente de Julio cuando surge alguna oferta de trabajo.

Antes de llegar al final del pasillo que da al sitio donde viven los 5, está la casa del padre de Julio (también bastante humilde), todo sobre calle Corrientes, en Las Heras.

El 8 de abril pasado la vida de los Bardazza-Manivong tuvo un quiebre. “La llevé al Notti porque tenía los ganglios un poco inflamados. Y me dijeron que tenía cáncer. En el acto empezaron a ‘invadirla’ (pinchazos, drogas para el tratamiento). Y yo recuerdo que me largué a llorar a los gritos en el pasillo”, recapitula la mamá.

Hasta ese momento el proyecto de la casa propia (y digna) marchaba sobre ruedas. A la familia le regalaron un terreno a una cuadra de donde viven, y con lo que iban ahorrando compraban bolsas de cemento y otros materiales. Pero ese 8 de abril también frenó todo el esfuerzo que le estaban dedicando a la construcción. “El único ingreso fijo que tenemos es la Asignación Universal por Hijo”, acota Jessica con dolor.

Desde ese día, Tami y sus padres dividieron su rutina entre la humilde casa de calle Corrientes y el pabellón 5 del Notti. “En un momento el cuerpo de ella sintió que se rendía. Tenía 2 años y 3 meses cuando comenzó. Y ese día se puso a gritar, como diciendo: ‘Acá estoy... y tengo fuerza’. Pasó 3 meses y medio internada, es como de cristal. Ya ha tenido neumonía 2 veces y se le infectó un pulmón”, resume su madre la compleja historia clínica de la niña.

No están solos

Jessica y Julio no tienen más que palabras de agradecimiento: para los profesionales del Notti, para los otros padres de chicos con enfermedades oncológicas (“somos todos como una gran familia, siempre atentos a qué necesita el otro y qué tenemos nosotros”, describen) y también para la asociación Tras-Pasar, que ayuda a chicos con cáncer.

“La asociación nos ha dado mercadería cada vez que hemos necesitado, siempre ha estado. El hospital es realmente excelente”, destaca ella, en todo momento con lágrimas en sus ojos.

También hay un grupo de personas que, por su cuenta, ayudan a Tami y a su familia. “Nosotros somos el pilar de Tami, y ellos son nuestro Pilar”, reflexiona la mamá.

Y agrega: “La peleamos todos los días, y ella la pelea más. Sus defensas están siempre bajas y ella no puede vivir con tierra, pero tampoco tenemos otro lugar donde vivir. Es una nena de 3 años, no puedo tenerla atada para que no juegue en el piso. Pero ella la sigue luchando”.

Y cierra: “No sé en qué momento pasó este año. Pero queremos que termine, y que empiece uno nuevo. Porque no ha sido fácil”.

Cómo ayudar

Tamara y sus padres precisan de ayuda urgente. En palabras de ellos, "cada granito de arena que uno pueda aportar suma, aunque parezca poco".
Julio tiene habilidades para trabajos metalúrgicos y de soldadura. Y si de materiales se trata, cualquiera que sirva para reactivar la construcción de su nueva casa es bienvenido.

“Nada de esto es para nosotros. El deseo que tenemos como padres es poder darle lo mejor a nuestros hijos. Queremos lo mejor para Tamara, la amamos”, resumen abrazados y con la niña en brazos.

Cualquier interesado en ayudar puede comunicarse al 153377343 o al 4308731.

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