Un libro imprescindible: “Las venas abiertas de América Latina”, de Eduardo Galeano, cumple 50 años

El aniversario de la publicación del ensayo más difundido del uruguayo amerita una reedición y una relectura.

El escritor uruguayo Eduardo Galeano. (Foto: DyN).
El escritor uruguayo Eduardo Galeano. (Foto: DyN).

En marzo del 2011, Eduardo Galeano recordaba, ante 3500 mendocinos reunidos, fervorosos, casi ensimismados en la Nave Cultural y sus jardines, el derrotero curioso que tuvo “Las venas abiertas de América Latina” a lo largo de los años. A él le había impresionado especialmente saber que, en las minas de Bolivia, el libro era leído y considerado una Biblia. Supo que un minero asesinado tuvo, hasta el último segundo, un ejemplar de su libro en el bolsillo.

Los alcances de “Las venas abiertas de América Latina” no se pueden calcular, pues lleva 50 años vigente, contando la explotación económica y la dominación política a la que ha sido sometido nuestro continente, desde la colonización europea hasta los años setenta, época en que se publicó y se difundió como un “bestseller”. No tardó en convertirse, sobre todo para los jóvenes de cada generación, en el libro más cabal y didáctico para explicar nuestra historia.

Por ello fue prohibido insistentemente durante las dictaduras que ensangrentaron esos años: en Argentina, Chile, Brasil y Uruguay. Circulaba, como los cassettes de Silvio Rodríguez y las películas de Pino Solanas, de mano en mano, de forma pirata. Sobrevivía fotocopiándose.

La multitud escuchando a Galeano en la Nave Cultural, en 2011.
La multitud escuchando a Galeano en la Nave Cultural, en 2011.

Galeano lo había publicado a los 31 años y, pese a que el tema principal del libro era la economía política, su eficacia era ante todo narrativa. Había inaugurado una escritura revolucionaria que impactaba por las descripciones, los puntos de vista y las feroces metáforas, algunas difíciles de olvidar.

El lenguaje hermético no siempre es el precio inevitable de la profundidad”, apuntó años después de publicar el libro, mientras estaba exiliado en España. “Puede esconder simplemente, en algunos casos, una incapacidad de comunicación elevada a la categoría de virtud intelectual. Sospecho que el aburrimiento sirve así, a menudo, para bendecir el orden establecido: confirma que el conocimiento es un privilegio de las élites”.

Sin embargo, no siempre tuvo en tan buen estima a su propio libro. Nunca renegó de las páginas que lo volvieron famoso, ciertamente, aunque con el correr de los años intentó amortizar sus flaquezas: “No sería capaz de leerlo de nuevo. Caería desmayado”, dijo pocos meses antes de morir, durante la Segunda Bienal del Libro en Brasilia. “Para mí, esa prosa de la izquierda tradicional es aburridísima. Mi físico no aguantaría. Sería ingresado al hospital”, ironizaba, echando por tierra su libro más conocido. “Intentó ser una obra de economía política, solo que yo no tenía la formación necesaria”, valoraba. “No me arrepiento de haberlo escrito, pero es una etapa que, para mí, está superada”.

En su visita, se expresó en contra de la minería contaminante.
En su visita, se expresó en contra de la minería contaminante.

Corroboraba así lo que ya había dicho otras veces: “Este libro fue escrito con la intención de divulgar ciertos hechos que la historia oficial, historia contada por los vencedores, esconde o miente. Sé que pudo resultar sacrílego que este manual de divulgación hable de economía política en el estilo de una novela de amor o de piratas. Creo que no hay vanidad en la alegría de comprobar, al cabo del tiempo, que ‘Las venas’ no ha sido un libro mudo”.

Pese a sus reparos, es sabido que para “Las venas...” se documentó con autores más que “serios”: desde Alexander Von Humboldt, Domingo Faustino Sarmiento y Bartolomé Mitre hasta Tulio Halperin Donghi, José Carlos Mariátegui, Raúl Scalabrini Ortiz, Jorge Abelardo Ramos e, inevitablemente, el propio Karl Marx. Todo el libro no es más que un despiece de una de las causas que el autor de “El Capital” nombra (casi al pasar) al explicar la “acumulación originaria”.

La templanza de Galeano, fallecido el 13 de abril de 2015 a los 74 años, nos lleva a pensar no solo en la inevitable madurez que dan las décadas de vida, sino a que probablemente se sentía más orgulloso de otros libros suyos, como “El libro de los abrazos” (1989), “Patas arriba. La escuela del mundo al revés” (1998), “Espejos” (2008) y “Los hijos de los días” (2011).

Una de las ideas que defendió en sus últimos años fue la del enorme poder movilizador de las utopías, y también la importancia de correrse de los maniqueísmos: “En todo el mundo, experiencias de partidos políticos de izquierda en el poder a veces fueron correctas, a veces no, y en muchas ocasiones fueron demolidas porque estaban correctas, lo que dio margen a golpes de Estado, dictaduras militares y periodos prolongados de terror, con sacrificios y crímenes horrorosos cometidos en nombre de la paz social y del progreso”, dijo en el citado encuentro brasileño. “En otras ocasiones, la izquierda ha cometido errores muy graves”, añadió.

Dicen, de todas formas, que los libros ya no les pertenecen a los autores una vez publicados, y “Las venas abiertas de América Latina” ha navegado geografías y generaciones más allá de la primera voluntad de Eduardo Galeano. Ya sea escondido entre las ropas de un minero asesinado, como recordaba él mismo, o en la mano de Hugo Chávez, regalándole en 2009 un ejemplar a Barack Obama, entonces presidente de Estados Unidos, durante la Quinta Cumbre de las Américas, es un libro que se actualiza con cada nueva generación, que permanece en sus injusticias de raíz y que, sobre todo, moviliza enormemente, al punto de que siempre podrá volver a convertirse en un bestseller. En esa ocasión, de hecho, después del curioso regalo del venezolano la obra saltó de la posición 60.280 de la lista de los títulos más vendidos de la web Amazon.es a la décima posición, y en un solo día.

Una reedición conmemorativa

A 50 años de la publicación de “Las venas de América Latina”, Siglo XXI, la editorial que Galeano eligió para dar a conocer toda su obra, lanza ahora una edición especial, “con un libro rediagramado para pasarlo a un formato más grande, que permite una lectura más cómoda (y deja espacio en los márgenes para anotaciones)”, según explicaron los editores.

Portada de la nueva edición de Siglo XXI.
Portada de la nueva edición de Siglo XXI.

La nueva versión incluye una portada que lleva la firma del ilustrador Max Rompo, así como viñetas de Tute, que las preparó a lo largo de 2020 especialmente para esta edición. Lanzada el 1 de abril, puede conseguirse por $1299.

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