Vecinos de la Quinta Sección quieren que una esquina lleve el nombre de su querido vendedor de diarios

Juan Vidable, más conocido como Juancito, tenía su puesto de diarios en una esquina de la Quinta Sección. El sitio se ha convertido en un santuario de mensajes de cariño, mientras vecinos juntan firmas para homenajearlo.

El puesto de diarios de Juancito permanece lleno de flores y mensajes de cariño de sus vecinos, que durante años disfrutaron de su servicialidad y simpatía. |Foto: José Gutiérrez / Los Andes
El puesto de diarios de Juancito permanece lleno de flores y mensajes de cariño de sus vecinos, que durante años disfrutaron de su servicialidad y simpatía. |Foto: José Gutiérrez / Los Andes

“Siempre te recordaré por tu respeto, apoyo y por el ser que fuiste. Tu mano abierta para saludarme todos los días. Tu pregunta habitual: ‘¿Cómo andás?’ y tu respuesta: “Paciencia, no queda otra’”, dice una carta firmada por Mónica Tertusio, uno de los tantos escritos de afecto que desde hace dos semanas los vecinos dejan en el puesto de venta de diarios y revistas de Juancito, en la Quinta Sección de Ciudad.

Juan Vidable era su nombre y por más de 60 años trabajó en la esquina de Pueyrredón y Paso de los Andes. Con menos de 70 años, la pronta partida de Juancito, a causa de una afección pulmonar, conmovió a muchos, a tal punto que un grupo ya concurrió al municipio capitalino para pedir que se reconozca de alguna manera a esta entrañable persona que acompañó a, por lo menos, tres generaciones.

En el lugar todavía se mantiene el espíritu de barrio y los vecinos, personajes y negocios históricos se destacan en este sector residencial por excelencia de la Capital. “Era un tipo muy sociable, muy buena gente, siempre te hacía un chiste y muy respetuoso de los niños, las mujeres. No hay persona que te diga algo malo de él. Lamentablemente estaba solo y siempre fue muy reservado en sus problemas”, comenta Daniel Castro, el veterinario de la zona y amigo del canillita.

“La idea que tenemos es que se coloque una placa recordatoria en la vereda, en una pared de la esquina, como un reconocimiento post mortem a un vecino que siempre estuvo dispuesto a ayudar a los demás”, asegura Eugenia Goldstein, otra vecina de la Quinta afectada por la partida de su diariero.

Desde una plaqueta hasta una escultura en la esquina

Los vecinos han puesto manos a la obra y ya comenzaron a firmar un petitorio que será acompañado como aval para realizar el pedido formal al municipio. Con mucha emoción, casi sin poder hablar, Ricardo Orrego explica que Juancito le prohibió que contara que estaba internado, muy enfermo.

Este vecino cuenta que en su negocio de quiniela y lotería, ubicado sobre Paso de los Andes, están juntando las firmas para hacer el pedido a la comuna capitalina. “De todas maneras, ya han ido algunos vecinos por su cuenta a la Municipalidad. Como se puede ver, era muy querido en el barrio”, asegura.

Muchos vecinos sueñan con ver una placa recordatoria en memoria de Juancito y otros son más imaginativos y hasta piensan en que la esquina lleve su nombre acompañada de una escultura, similar a la del Tango en calle Fray Luis Beltrán, en la Cuarta Sección de Ciudad.

Una de las vecinas cuenta que Juan venía con problemas de salud desde hace varios meses. Su única hija, Cristina, que es arquitecta y vive en Francia, llegó a la provincia hace unas semanas para casarse. Afortunadamente, Juancito pudo participar de tan importante ceremonia, pero a los pocos días comenzó a sentirse mal, fue internado y falleció a principios de mes.

En la Quinta Sección no hay quien hable mal de Juan, el entrañable canillita.
En la Quinta Sección no hay quien hable mal de Juan, el entrañable canillita.

La vecina agrega que su hija regresó de Francia debido a la terrible noticia que recibió. Incluso visitó el puesto de venta de la esquina de Pueyrredón y se llevó varias cartas que los vecinos habían dejado. Y cuenta que otra parte de los escritos se perdió debido a la tormenta de la semana pasada. “Él tenía adoración por su hija y en su foto de perfil, Juan Diarios, estaba él junto a su hija”, señala Eugenia.

“Se extañará en la esquina”, se puede leer en uno de los tantos mensajes de WhatsApp de un grupo de vecinos cuando se enteraron de la partida del querido vendedor de diarios.

Entre los pedidos del almacén y la pelota

Edgardo Toro, vecino de toda la vida de la paqueta zona de Ciudad, cuenta que se enteró de que Juancito falleció relativamente joven, a poco menos de 70 años, por un cuadro de neumonía y que lo conocía desde chico, cuando tenía unos 12 ó 13 años. “El Juancito llevaba los pedidos que la gente hacía por teléfono a un antiguo mercado que había en esa misma esquina. Pero cuando llegaba a calle Granaderos, muchas veces se paraba a jugar a la pelota con nosotros”, recuerda entre otras anécdotas.

“El negocio era de unos españoles, que luego de unos años decidieron volver a su país y le dejaron el mercadito a Juan, que tuvo muy mala suerte porque algunos años después instalaron el supermercado donde antiguamente había un cine. Poco a poco se le fueron cayendo las ventas”, narra Edgardo, nostálgico.

El vecino recuerda que en la misma esquina Juan se puso a vender diarios, oficio que mantuvo hasta estos días y, además de diarios, vendía figuritas del Mundial y otros productos que ofrecen quienes se dedican a la venta de diarios y revistas. “Creo que vivía por el barrio Suárez, en Godoy Cruz. Fue una excelente persona”, agrega Edgardo.

 Foto:José Gutiérrez / Los Andes
Foto:José Gutiérrez / Los Andes

“Hace 10 días aproximadamente estuve charlando con él... Se lo veía impecable, con pilas y sonrisa”, destaca otro vecino en el grupo de WhatsApp, mientras que otro, antes de ingresar al supermercado de enfrente, recuerda que en menos de dos años se fueron los dos canillitas del barrio: Juan y don Correa, que tenía su escaparate dos cuadras más hacia el Sur, en Paso de los Andes y Andrade.

“Si mi vieja viviera, se habría muerto de tristeza al enterarse de que partió el Juancito. Un fenómeno, siempre ella charlaba con él”, asegura Marcelo Domínguez, ex vecino de calle Pueyrredón. “Un capo, buen tipo, conocía a todo el barrio”, dice a su turno Jorge Vizcaya, vecino de Juancito.

“¿Quién no lo conocía? Era una masa Juancito, me traía los extras de la biblioteca Billiken, los autitos de Buby, puff, 10.000 cosas y cobraba bien, otros lo hacían y te cobraban cinco veces más”, recuerda Julio Vitón, ex vecino de calle Granaderos y hoy residente en Vicente López, en Buenos Aires. Y agrega: “Traía cosas a pedido. Yo le pedía la Muy interesante y mi abuelo el Selecciones del Readers Digest”.

Marcelo Alfei, ex vecino de calle Arístides Villanueva y también residente en Buenos Aires, cuenta que Juancito formaba parte de los comerciantes históricos de esta parte de la Quinta, junto a don Agüero, el peluquero de calle Lamadrid, la pizzería Paso de los Andes (de la familia Rivamar en la esquina noroeste de Luzuriaga y Paso) y la mercería de Panelli (Pueyrredón y Paso de los Andes, esquina Noreste, frente al puesto de Juancito). “Entre los personajes, estaban los pibes del Coprac (una cooperativa del personal de actividades agrícolas y comercialesque había en Andrade y Granaderos, donde está el banco Nación actualmente)”, asegura su hermano, Fabián Alfei y agrega que allí por varios años se reunían todos los días los chicos del barrio.

Raúl Camargo, secretario general del Sindicato de Canillitas, recuerda a Juancito: “Juan Antonio Vidable fue un gran luchador, siempre estaba en su esquina, con frío, calor, lluvia o viento, como normalmente lo hace los cientos de canillitas que trabajan en sus repartos, de lunes a domingo con solo 5 feriados al año. El Coco no faltaba nunca y siempre era materia dispuesta para ayudar al prójimo, en su esquina, nunca tuvo siquiera un reparo para no mojarse o asolearse. Por esas cosas de la vida, nunca quiso agremiarse. Gran compañero y en lo personal un gran amigo. Juancito querido, te vamos a extrañar, abrazo al cielo”.

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