Un ómnibus que se transformó en comedor para alimentar a casi 100 niños

La iniciativa surgió cuando un merendero que funcionaba a la intemperie pedía donaciones para levantar un techo. Una empresa de larga distancia ofreció el vehículo, que fue acondicionado. Ahora sueñan con construir un quincho para ampliar las instalaciones. Piden colaboración.

A la hora del almuerzo, los niños de Alto Verde, suben al segundo piso del ex transporte de larga distancia.
A la hora del almuerzo, los niños de Alto Verde, suben al segundo piso del ex transporte de larga distancia.

Después de haber superado un cáncer, Violeta Moyano, que vive en Alto Verde, San Martín, volcó toda su energía en fundar un comedor y merendero para los chicos de esa zona rural.

Nació así, hace tres años, “Manos Unidas”, situado en su propio terreno de Villa Elisa, un sector donde las familias son numerosas y el trabajo suele escasear.

Cada paso que fue dando contó con nuevas “manos solidarias y corazones sensibles”, según confiesa a Los Andes, sin imaginar la gratificación que con el correr del tiempo iba a ir recibiendo sin prisa ni pausa. El último “regalo” fue hace dos meses, cuando Marcos, un colaborador del merendero, planteó la idea de conseguir un micro en desuso para funcionar bajo techo.

“Porque hasta ese momento estábamos a la intemperie, con heladas, calor agobiante o viento. Dios parece que nos escuchó”, reflexiona Violeta.

Marcos había advertido que Violeta iniciaba una campaña para pedir materiales para construir un techo. Y así apareció el ingenio y comenzó a “tocar” contactos.

Violeta recibió un llamado telefónico de la Fundación Andesmar, que le donaba un ómnibus en buen estado general. Violeta saltaba de alegría. A esto se le sumó la colaboración de mobiliario del Banco Galicia y la donación de alimentos de la empresa Olca.

“Fue una felicidad inmensa, imposible de explicar. Ya teníamos techo y también un terreno lindante, que también es nuestro, donde ubicarlo. Mucha gente juntó dinero para transportarlo hasta aquí y de inmediato nos pusimos junto con mis hijos a trabajar para acondicionar el interior”, recuerda.

Lo cierto es que el lugar se transformó en un hermoso y acogedor comedor donde cuatro veces a la semana –dos para el compartir el almuerzo y otros dos para brindar la mediatarde—se reúnen alrededor de 50 chicos por tanda en el “piso” superior.

“El sector de abajo lo uso como depósito de ropa, calzado y donaciones, pero si ponemos manos a la obra tal vez se pueda reutilizar para los niños pequeños o de escasa estatura, porque el techo está muy bajo”, dijo.

A Violeta se le dibuja una sonrisa cuando recuerda los hermosos momentos compartidos en el micro, como el inolvidable festejo del Día del Niño, hace dos semanas, o las actividades desarrolladas durante las vacaciones de invierno, donde todos los días se organizaron juegos y meriendas.

“Nuestra misión ahora es agrandarlo, anexarle un quincho para que podamos tener más capacidad. Estoy agradecida por tanta ayuda y por la gran mano que nos dio la fundación”, reitera.

Violeta se remonta a los inicios de su obra y cuenta que el sueño de crear un espacio para los chicos fue de su mamá, ya fallecida.

“Solíamos darles a los chicos un almuerzo los sábados, pero después de su muerte y de mi tratamiento tras el cáncer, tomé la decisión firme de continuar por esa senda y fue increíble cómo se fueron sumando voluntarios”, evoca.

La ayuda no se limita al alimento. También se donan zapatillas y ropa de abrigo. Las familias suelen tener entre 5 y 7 niños.

“Porque acá hay mucho trabajo precarizado y por temporada. Pero quedan familias enteras sin sustento económico cuando quedan baches. El desempleo se nota enseguida”, señala.

Por eso reiteró la necesidad de seguir recibiendo alimentos no perecederos, lo prioritario. “Utilizo al menos 15 paquetes de fideos para cada almuerzo”, ejemplifica.

La leche tan necesaria

Entre las muchas manos solidarias que aportan su grano de arena figuran las de Paula Ripamonti y Cecilia Navarro que encabezan un grupo de amigas de San Martín y que crearon un grupo cuya misión es adquirir leche para que ningún niño se quede sin ese alimento clave.

“No tenemos nombre, banderas políticas ni somos un organismo legal, simplemente amigas que todos los meses nos arreglamos para juntar dinero y comprar leche”, aclaró Paula, para agregar: “Nuestra prioridad es la infancia”.

En ese sentido, dijo, llamó a la solidaridad de quienes deseen colaborar con esta suerte de campaña mensual y anónima.

“Necesitamos continuidad, regularidad. Agradecemos a las empresas que colaboran con grandes donaciones esporádicas, pero lo más importante para nosotros sería poder sostener la ayuda”, sostuvo.

Cómo ayudar

Quienes deseen colaborar para el merendero Manos Unidas pueden contactarse al 263 4655531 (Violeta Moyano). Los interesados en donar leche se pueden acercar en horario de comercio a Accesorio Navarro que se encuentra en la calle Alem 351, San Martín, Mendoza.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA