Trabajo en equipo, horas de caminata, cariño y pasión: así es la vacunación en las comunidades del secano

Al igual que en toda la provincia y el país, en el secano lavallino avanza la vacunación a las comunidades huarpes. Los operativos pueden tomar un día entero -y más-, y el trabajo de los sanitaristas y todas las brigadas es realmente destacable.

Durante este jueves, una brigada de sanitaristas participó del operativo de vacunación contra el Covid-19 en el paraje del secano lavallino, La Asunción. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Durante este jueves, una brigada de sanitaristas participó del operativo de vacunación contra el Covid-19 en el paraje del secano lavallino, La Asunción. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

La Asunción es la población más cercana, que está a 60 kilómetros de la ciudad de Lavalle. Pero hay otras comunidades más alejadas, algunas que están a más de 300 kilómetros y en las que la única forma de llegar es una camioneta. ¡Y a veces ni así! Muchas veces tenemos que bajarnos y caminar 300 o 400 metros por médanos hasta llegar a un puesto, y en todo ese tramo vamos riéndonos cuando la gente del lugar nos dice: ‘¡Ya llegamos, es acá nomás!’ ¡Y falta un montón todavía!”. Empática, con una calidez humana que contagia y siempre con una sonrisa, Mariela Retamal (43) repasa su rutina. Se desempeña como directora del centro de salud de La Asunción (en el secano lavallino), Gustavo André y el CIC de Costa de Araujo, es odontóloga y hace 13 años que trabaja con las comunidades huarpes y puestos de los puntos más alejados de Lavalle. Pero es apenas uno de los eslabones de esta gran cadena de trabajo mancomunado y en equipo. Todo el sistema está compuesto por distintos engranajes que aportando su parte, y cada actor da forma a uno de ellos.

Los operativos sanitarios son muy frecuentes en estas comunidades huarpes, sobre todo en campañas orientadas a paliar el chagas.
Los operativos sanitarios son muy frecuentes en estas comunidades huarpes, sobre todo en campañas orientadas a paliar el chagas.

Desde que comenzó el 2021, se inició la campaña de vacunación contra el Covid-19 en Lavalle y a partir de abril se puso hincapié en las distintas comunidades huarpes diseminadas en todo el terreno. “El 90% del territorio de Lavalle es secano, pero apenas 10% de la población vive allí. Mientras que en el 10% que es urbano vive 90% de la población. Todo nos queda muy disperso para las campañas de vacunación y de salud en general”, repasa Mariela.

Durante todo el jueves, Mariela y algunos de sus compañeros se encargaron de vacunar a los habitantes de La Asunción, que es –como ella dice- la más cercana de las comunidades remotas en el secano lavallino. El operativo incluyó a la comunidad huarpe Paula Guaquinchay, donde habitan generaciones enteras de familias que dedican su vida a la vida rural.

“Es mucho e increíble el trabajo en equipo que hay que hacer, y todos son protagonistas fundamentales. Primero, la coordinadora nos permite armar el equipo de brigada y allí la directora de los agentes sanitarios hace relevamientos, mientras que cada posta y centro de salud de cada comunidad del secano hacen su relevamiento e inscribe a las personas que se quieren vacunar”, destacó la agente sanitaria.

No obstante, este tipo de operativos sanitarios que en este contexto está motivado por el coronavirus, es una constante para estos profesionales de la salud. Y es que, por fuera de la pandemia, constantemente organizan distintas brigadas y operativos.

Hay jornadas en que los operativos incluyen 300 kilómetros a campo traviesa por médanos que solo pueden recorrerse en camioneta. Y, por momentos, solamente caminando.
Hay jornadas en que los operativos incluyen 300 kilómetros a campo traviesa por médanos que solo pueden recorrerse en camioneta. Y, por momentos, solamente caminando.

“Vivimos haciendo campañas en el secano, principalmente de chagas. Porque la mayoría de la gente vive del corral y de la cría de animales. A ello se suma que viven en casas de barro y caña. Entonces, solemos hacer fumigación de vinchucas para contrarrestar el chagas”, resume la referente.

Apasionados

El trabajo de los sanitaristas en estas zonas de Mendoza es de esos que no podrían hacerse “de taquito” o “por cumplir”. Y las misceláneas y situaciones diarias lo dejan en claro. “Hace unos 15 o 20 días hicimos una campaña que incluyó El Puerto, Lagunitas, El Retamo, El Forzudo y La Josefa. Fueron casi 300 kilómetros a campo traviesa, andando en camioneta por huella y médanos, e incluso caminando hasta los puestos en los lugares donde se quedaba. Salimos a las 7 y regresamos a las 21, y por lo que es todo lo que recorremos, nos conviene volver por La Paz cada vez que vamos a esos lugares”, sintetiza Mariela, quien lo describe como una labor de “pasión y voluntad”. “Pero cuando llegamos a las comunidades, la población te adopta como uno más de de quienes allí viven y te demuestran que tenés que dedicarle 100% del tiempo de trabajo y tu corazón. Es gente muy agradecida, muy colaboradora.”, reflexiona Mariela Retamal, quien incluso destaca que la solidaridad entre las comunidades y para con ellas es realmente impactante.

Los sanitaristas del secano lavallino tienen en claro que su trabajo implica mucha pasión y ganas. Pero resaltan que todo eso lo vale cuando llegan y ven la manera en que la gente les abre sus corazones.
Los sanitaristas del secano lavallino tienen en claro que su trabajo implica mucha pasión y ganas. Pero resaltan que todo eso lo vale cuando llegan y ven la manera en que la gente les abre sus corazones.

Anécdotas

Mariela confiesa que son incontables las anécdotas en estos 13 años que lleva trabajando en estas comunidades. “Llegué acá de la mano del doctor Sícoli y fue él quien me enseñó a querer y a trabajar en el secano. Y de él aprendí que una vez que te ‘agarra’ la comunidad, todo tu corazón es para ellos”, sostiene.

A cada comunidad a la que llegan, la gente los recibe con los brazos y sus corazones abiertos también. Niños, adultos y ancianos que tienen su vida en el lugar y en los chivos u bovinos su principal fuente de ingreso, y que desde temprana edad se dedican a la vida de corral.

“Son lugares en los que no hay ni Wi Fi ni teléfonos, por lo que la doctora Silvana Torres -jefa de agentes sanitarios- es quien se encarga de coordinar, se da aviso a la comunidad y se hace la convocatoria a quienes allí viven”, grafica.

Carla Molina de Villegas trabajando en sus corrales de chivos, cabritos y gallinas en el Puesto El Águila.
Carla Molina de Villegas trabajando en sus corrales de chivos, cabritos y gallinas en el Puesto El Águila.

A modo de ejemplo de tantas anécdotas y experiencias vivenciadas, y siempre sonriendo, Mariela Retamal recuerda aquella oportunidad en que –hace ya un par de años- llegó con su auto a El Retamo. “Era todo un operativo y habíamos ido con una fundación para una campaña en particular. Llegué en mi auto y me esperaba el director de la escuela del lugar, que en su Fiat Uno –en la parte de atrás- llevaba cargadas cuatro cubiertas para cambiar si hacía falta. Y me dijo que, como era muy común pinchar ruedas, iba preparado”, recapitula entre risas.

También se refirió a las incontables ocasiones en que el auto se ha enterrado en la arenilla de los médanos y en la infinidad de malabares que ha hecho para rescatarlo. “Si te quedás, ¡te hundís en el médano!”, acota.

“Son situaciones de las que, en el momento, te reís. Y después te seguís riendo, porque es lo que te gusta hacer”, reflexiona en voz alta al final de la charla y ya consumado el operativo en La Asunción que llena de esperanza e ilusión a quienes allí viven. E insiste, una vez más, en lo fundamental que es el trabajo de todos los integrantes de este equipo.

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