Tiene 70 años, ayuda a casi 1.000 personas de Mendoza, Salta y Misiones y podría cerrar su fundación

Desde hace 30 años, Pablo Toledo se dedica a ayudar a quienes menos tienen; no solo en Mendoza, sino también en otras provincias. Hace cuatro años abrió su propia fundación (Jesús de la Misericordia), pero ahora podrían vender la casa donde funciona. Cómo ayudar.

La Fundación Jesús de la Misericordia asiste a casi mil personas de Mendoza, Salta y Misiones. Pero, por la crisis, podría perder su sede.
La Fundación Jesús de la Misericordia asiste a casi mil personas de Mendoza, Salta y Misiones. Pero, por la crisis, podría perder su sede.

Pablo Toledo tiene 70 años, “casi 71”, como él mismo dice. Y desde hace casi 30 ha dedicado su vida a ayudar a quienes menos tienen y más lo necesitan; a la solidaridad. Así, por ejemplo, no sorprende verlo encabezando acciones de entrega de bolsones de ropa y alimentos para las familias más humildes de Mendoza. Y también de El Dorado (Misiones) y de Salta. “Llegamos a lugares súper humildes, donde muchas personas ni siquiera tienen documento para acceder a planes. Yo viví en El Dorado mucho tiempo, he estado en Salta, y ni hablar de lo que es Mendoza; conozco los lugares. Y así nació la necesidad de ayudar”, sintetiza con humildad el hombre, quien es maestro de reiki y que desde casi tres décadas trabaja y ayuda con personas en situación de vulnerabilidad.

Pablo Toledo, con casi 71 años, participa y lleva en persona las donaciones que entrega en distintas zonas de Mendoza. Además, articula su llegada a Misiones y Salta.
Pablo Toledo, con casi 71 años, participa y lleva en persona las donaciones que entrega en distintas zonas de Mendoza. Además, articula su llegada a Misiones y Salta.

“Hace 4 años creamos la Fundación Jesús de la Misericordia, y todo está en regla; afortunadamente. El principal objetivo desde el primer momento ha sido ayudar a quienes menos tienen, y también a personas que cuentan con alguna discapacidad. Pero se nos ha hecho muy cuesta arriba en los últimos meses, con la crisis y la necesidad”, destaca Pablo, siempre con optimismo. El principal sostén de la fundación –y de donde llega la mayor parte de las donaciones que distribuyen o fondos para ayudar- es de la donación de la gente. “Subsistimos gracias a la ayuda de quienes hacen donaciones. Estamos ahora en plan de hacer sorteos y tenemos un terreno que queremos aprovechar para hacer nuestra casa propia e instalar la sede de la fundación en el lugar. Al tener todo en los papeles, me piden el balance de los movimientos de la fundación periódicamente. Entonces yo pregunto si necesitan que en esa documentación aclare cuántas zapatillas rotas y ropa usada hemos donado. Un poco de impotencia da”, agrega Pablo; quien aclara que en los papeles queda registrado hasta el último colchón o paquete de comida que reciben como donación de parte de los vecinos.

Actualmente la sede de la Fundación Jesús de la Misericordia se encuentra en una casa del barrio Santa Ana (Guaymallén), y que los responsables alquilan. Pero –como a prácticamente la totalidad de los argentinos, en especial durante la pandemia- en los últimos meses los gastos de mantenimiento se descontrolaron; y los recursos para hacerle frente se vieron marcadamente resentidos. “Pago alquiler para la casa de la fundación, y pagamos todos los impuestos y servicios. La casa es grande y muy bonita; y tenemos la idea de ocupar dos aulas que hay en el fondo para enseñar oficios para hombres y mujeres (carpintería, electricidad). Para ello estamos pidiendo ayuda a la Municipalidad de Guaymallén, ya que tenemos profesionales que quieren ayudar, pero no tenemos medios. El tema es que se hace cuesta arriba con los impuestos municipales, la luz, el agua y los servicios. En todo eso estamos gastando 4.000 pesos por mes, y sin incluir el alquiler”, resume Pablo.

En ese sentido, Toledo se vale de su profesión para hacerle frente a esos gastos y mantener la fundación en pie (algo que aquellas personas a quienes ayuda en Mendoza, Misiones y Salta agradecen enormemente). “Hago masajes y kinesiología desde hace más de 40 años; con eso puedo hacerle frente a los gastos de la fundación”, aclara el hombre con un desbordante optimismo.

A ello se suma que la intención de la dueña del inmueble es venderlo, por lo que es casi un hecho que la fundación no podrá continuar funcionando en su ubicación de siempre. Por ello es que, aunque no se trate de una misión simple; Pablo Toledo y los voluntarios se entusiasman con poder adquirir el inmueble. O directamente poder construir la sede propia en ese terreno que ya es de su propiedad.

Ayudar para ayudar

Puente de Hierro, Corralitos, Kilómetro 8, la zona de los barrios Pedro Molina, La Favorita y el Barrio Papa son algunos de los lugares que habitan aquellas personas que, periódicamente, reciben asistencia de la Fundación Jesús de la Misericordia. En Mendoza, sumando los comedores y niños a los que asisten, son más de 600 personas las que reciben ayuda de la fundación. A ellas se suman otras 350 de la zona de El Dorado (Misiones) y zonas aledañas.

“Periódicamente tratamos de mandar bolsones con ropa y zapatilla a Misiones. Conozco a un señor que tiene dos camiones y que viene constantemente a la Cooperativa de la Feria de Guaymallén a buscar frutas y verduras; y ese hombre me permite enviar la mercadería y hacerla llegar a Misiones”, explica Toledo.

A diario, y antes de terminar la jornada, Pablo Toledo se encarga de dejar –por lo menos- tres bolsones preparados para su distribución. “Ya sea a Misiones o a los lugares a los que ayudamos en Mendoza, la ropa sale siempre lavada, planchada y sana. Uno no puede guardarla así nomás, hay que doblarla, dejarla en condiciones. Hay muchos voluntarios que nos ayudan también; y es uno de los motivantes. Da gusto seguir trabajando así, sintiendo el aliento de la gente”, sintetiza Toledo.

Pañales para niños, colchones, ropa, comida, leche y hasta silla de ruedas u otros materiales para fomentar el desarrollo de personas con discapacidad son parte de la asistencia que –a diario- la fundación entrega a cientos de familias carenciadas. “Ayudamos a tres comedores de Mendoza en lo que tiene que ver con alimentos, no damos comida en la fundación. Ahora tenemos la idea de poder darles clases a los jóvenes para que aprendan un oficio. Me duele en el alma que la gente tenga que salir a pedir; por eso queremos crear una escuela de oficios”, se entusiasma el mendocino.

Permanentemente son tres las personas que se desempeñan en la Fundación Jesús de la Misericordia (Pablo Toledo, su esposa y Micaela Acuña), siempre con una única meta: ayudar. A ellos se suman los voluntarios que dictan las clases y charlas, y quienes ayudan además a repartir la mercadería.

“Con ropa, estamos ayudando a gente en todos lados. Sabemos que vamos a tener un invierno crudo; por eso estamos juntando ropa, colchones, camas; lo que sea para ayudar. Todo es bienvenido”, resume Toledo.

Formas de ayuda

El presidente de Fundación Jesús de la Misericordia, Pablo Toledo, destacó que cualquier ayuda es bienvenida. Ya sea para asistir con ropa y mercadería a la gente que asisten a diario, y también para lograr salvar la fundación y que no tenga que cerrar sus puertas. Por ello mismo, quienes quieran contactarse con la entidad pueden hacerlo a las redes sociales (@jmfundacion en Twitter y Facebook; @jm.fundacion en Instagram y también en Linkedin).

Además, pueden conocer y acercarse más a la entidad por medio de la web (www.jmfundacion.com) y al correo electrónico info.jmfundacion@gmail.com . También comunicándose directamente con Pablo Toledo al 2616654983.

En cuanto a donación material, lo que con más urgencia se precisa es ropa, calzado, mercadería, juguetes, electrodomésticos y otros objetos como colchones, mesa y sillas.

En tanto, para colaboraciones económicas se encuentra habilitada la posibilidad de hacerlo mediante Mercado Pago como una transferencia en la opción “Amigos”. Aquí los datos a tener en cuenta son el alias (fund.jesus.miseri.mp) y el CBU 0000003100023452085566.

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