Historias solidarias: un llamado equivocado con un final muy feliz

Noelia, quería comunicarse con una fábrica y terminó hablando con la porteña Anabella, quien movió sus contactos para ayudar.

El centro de rehabilitación de La Paz recibió todos los artículos recolectados por Anabella en Buenos Aires.
El centro de rehabilitación de La Paz recibió todos los artículos recolectados por Anabella en Buenos Aires.

“Lo que está destinado a suceder, siempre encontrará una forma única, mágica y maravillosa para manifestarse”. Noelia Rolón comprobó la certeza de esa frase hace apenas unos días, cuando protagonizó una historia donde intervino el azar, el universo y la misteriosa obra del destino.

Efectivamente, un enorme gesto de solidaridad para con un grupo de chicos discapacitados que concurren a un centro de rehabilitación en La Paz y más tarde una hermosa amistad con sus mamás, surgió a partir de un contacto telefónico mantenido por error. Sí. Noelia marcó un número equivocado y ahí empezó la historia.

En octubre ella encabezaba una campaña para conseguir bicicletas inclusivas destinadas a estos jóvenes con dificultades mentales y motrices. Incluso Los Andes publicó esa historia el 23 de ese mes.

Así, llamó a una fábrica de Buenos Aires con el fin de averiguar precios y pedir alguna donación. Pero por error marcó otro número y atendió Anabella Quintana, de 39 años, porteña, abogada especializada en políticas públicas y mamá de dos hijos.

Casi sin querer comenzaron a hablar. Anabella se interesó por la función de estos rodados que permiten que los jóvenes puedan desplazarse mejor, pasear y optimizar su calidad de vida.

Agendaron sus contactos y las conversaciones siguieron por WhatsApp.

“Empecé a viralizar el audio donde Noelia relataba las carencias y las necesidades que padecían y fue así que las donaciones de todo tipo comenzaron a llegar sin cesar”, relata a Los Andes Anabella.

Lo primero que logró reunir fue una bicicleta inclusiva y una cama ortopédica. Más tarde llegaron a su domicilio computadoras, impresoras, ventiladores, equipos de aire acondicionado, calefactores, juegos didácticos, ropa y calzado, entre otros elementos.

Mientras la amistad virtual se afianzaba, se avecinaba la Semana de la Discapacidad, época en que Noelia y su esposo Marcelo suelen brindar charlas motivadoras entre varios padres en la misma condición.

Y así fue que invitaron a Anabella a La Paz. “Cargué las cosas y me fui a Mendoza con un entusiasmo enorme y la alegría de poder ayudar”, cuenta. La acompañó su amiga María Eugenia Risso Patrón, que tiene familia en la provincia.

Noelia (de remera a rayas), Anabella (primer plano) y un grupo de madres.
Noelia (de remera a rayas), Anabella (primer plano) y un grupo de madres.

Llegaron el 3 de diciembre y todos juntos compartieron unos días maravillosos. Anabella y María Eugenia fueron alojadas por el municipio y atendida como “reinas”, según dicen.

Se hizo entrega de todos los elementos a las distintas familias y también al establecimiento educativo, un lugar precario que necesita más equipamiento y recursos.

“Nos abrazamos como si nos conociéramos de toda la vida. Organizamos un asado, cantamos y disfrutamos muchísimo. Creo que todo esto fue obra de Dios”, sintetiza Noelia, que sigue luchando por mejorar la situación de quienes concurren al Centro de Estimulación y Rehabilitación Alessio Sileoni.

Para Anabella, que tiene bajo perfil y jamás pensó que la historia podría trascender, lo más importante de estos actos es el efecto “contagio”.

“Nosotros seguiremos en contacto porque ya tenemos un vínculo entrañable con las mamás, el municipio y con las referentes del área de Educación. Pero necesitamos que mucha más gente se sume”, advierte.

“En Buenos Aires hay más posibilidades que en el interior para conseguir donaciones y quedó demostrado. Mi teléfono no dejaba de sonar y cuando visité La Paz fue una caricia al alma, me sentí bienvenida y me agasajaron todo el tiempo”, recuerda.

En el centro beneficiado con parte de las donaciones reunidas por Anabellas se llevan a cabo manualidades, oficio, rehabilitación y numerosas labores destinadas a mayores de 16 años.

La “punta del ovillo”

Noelia Rolón fue la promotora de este grupo de mujeres que se formó en 2016 y también mamá de Emmanuel, de 24 años, que padece parálisis cerebral espástica crónica.

Comenzó a pedir bicicletas inclusivas porque en La Paz no se consiguen. Fue entonces que apeló a gente de buena voluntad de todo el país.

“Tenemos casos muy duros de niños y jóvenes que prácticamente no pueden salir de sus domicilios por problemas de movilidad y es triste que deban permanecer encerrados”, comentó.

La donación de Anabella no fue la única. Apenas fue publicado el artículo por este diario, un empresario mendocino donó una cama ortopédica para una joven discapacitada que nunca había podido acceder.

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