Relativizan el uso de cascos de oxígeno para tratar pacientes con Covid-19

Generaron expectativas cuando salieron al mercado y fueron adquiridos por la provincia. Especialistas dicen que no son tan efectivos para evitar la UTI y hay pacientes que no los toleran.

Personal de salud coloca un casco de oxígeno a una paciente. / Ignacio Blanco
Personal de salud coloca un casco de oxígeno a una paciente. / Ignacio Blanco

Los cascos con oxígeno que comenzaron a usarse hace unos meses en pacientes con Covid-19 fueron recibidos como una gran solución. Se utilizan para tratar pacientes desaturados y así evitar la intubación y sus consecuencias.

Sin embargo, dos meses después, especialistas locales ponen en duda que sean tan útiles como se creía y de hecho, aseguran que por las complicaciones asociadas, de a poco han dejado de usarse.

Una de las principales dificultades que conllevan es que no todos los pacientes los toleran, en particular porque muchos sienten claustrofobia o necesitan más aire. Refieren que no son cómodos para pronar al paciente (colocarlo boca abajo durante un período prolongado) y que no aseguran un flujo constante de oxígeno. Además agregan que se requiere personal especializado que es escaso porque está en las Unidades de Terapia Intensiva, dado que otros médicos no siempre saben usarlos ni hay protocolos.

“Ya ni se intenta poner el casco, todas las terapias que lo han intentado hacer lo han usado dos semanas y no ha dado resultados”, comentó un especialista.

Algunos referentes en abordajes de Covid señalaron que por el contrario, los usan porque es lo que hay o porque, para decirlo en términos populares, “ayuda a salvar las papas” en ciertas situaciones como cuando hay que esperar la disponibilidad de cama en UTI.

“Es una especie de bolsa que se infla con oxígeno, no es un casco, permite proveer oxígeno y presión positiva pero es algo muy difícil de tolerar por el paciente; de todas formas quienes lo toleran andan bien”, comentó una médica. Quien aceptó que sirve ante la saturación del sistema.

Se llaman Helmet y según la empresa que los fabrica, que es argentina, Mendoza es la provincia que más ha comprado: cuenta 400 unidades. Desde el ministerio de Salud informaron 200; señalaron que han sido distribuidos en todas las terapias intensivas que tiene la provincia y que son parte de la inversión de 140 millones de pesos que hizo en equipamiento.

Opiniones diversas

“La evidencia que hay en sala común es nula con esta enfermedad, se están utilizando para ver si los pacientes con neumonía por Covid tienen cierto alivio y evitar la intubación pero esto no está pasando, la mayoría de los pacientes no los está tolerando”, dijo Fernando Kurban, presidente de la Asociación Mendocina de Terapia Intensiva Cuidados Críticos.

Mencionó que no se está haciendo un buen estudio para comparar resultados con otros dispositivos, que no hay evidencia a nivel mundial y que no están viendo que eviten la llegada de pacientes a UTI.

Además, “no quita sobrecarga al sistema de salud porque con estos dispositivos hay que estar permanentemente encima del paciente, con la posibilidad de que disparen muchos aerosoles de contagio al personal que está trabajando con esto”, resaltó.

Ricardo Aranada, licenciado en Kinesiología y fisiatra que se desempeña en varios nosocomios hizo referencia a que el virus se ha ido conociendo sobre la marcha y por eso, se hizo una inversión en estos dispositivos que prometían disminuir las intubaciones y el ingreso a UTI. Pero dijo que con el tiempo han conocido más cómo se comporta el virus en los pulmones y que lo que se estaba haciendo no daba buenos resultados. Dijo que en estas patologías el pulmón no necesita la presión que aporta el aparato pero sí oxígeno constante, algo que no puede garantizarse. En primer lugar porque el paciente se lo saca por ejemplo para comer, y en ese interín sin el soporte de oxígeno vuelve a descompensarse. Por otra parte dijo que no puede regularse con exactitud cuánto oxígeno le llega y que se trata de un oxígeno frío.

El aporte de oxígeno que conseguimos era aparatoso, dentro de una burbuja, con claustrofobia (...) entonces el paciente entra en una escalada de disconfort y asfixia”, afirmó. Esto porque le falta el aire, come mal y le da ansiedad. Mencionó también que es muy incómodo para hacer pronos, una modalidad que se una mucho.

Nicolás Moreira, kinesiólogo especializado en área respiratoria de Covid del hospital Central expresó que allí han sido un recurso bastante útil para aliviar la saturación porque la neumonía por Covid grave presentan hipoxia (deterioro de niveles de oxígeno en sangre ) y con el casco logran mejorar la capacidad.

“Han sido efectivos en cuanto a la evolución, hay pacientes con neumonía de menor gravedad que no requieren pase a UTI”, explicó.

“Al momento de hacer la evaluación determinamos esta pérdida de oxígeno, se evalúa la mecánica respiratoria y si el paciente va a ser capaz de tolerar el casco”, apuntó. Si dice que es claustrofóbico o que no lo va a poder tolerar tratan de no usarlos.

Agregó que puede ocurrir que necesitan bocanadas de aire y con el casco no se puede y que algunos no lo toleran pese a que es transparente, se escucha y se puede hablar.

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