Radiografía de Luzuriaga: entre la irresponsabilidad, los contagios y el temor de los vecinos

El caso 98 y sus “juntadas” ilegales sumaron 11 nuevos pacientes la última semana. Los testeos en barrios del distrito maipucino llevaron algo de tranquilidad a sus habitantes pero aseguran que viven con incertidumbre.

El miércoles pasado el Ministerio de Salud realizó cientos de testeos a asintomáticos en barrios del distrito maipucino. - Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
El miércoles pasado el Ministerio de Salud realizó cientos de testeos a asintomáticos en barrios del distrito maipucino. - Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Es temprano. Parece que el día que va a estar lindo, aunque un poco fresco. Carlos abre la ventana de su casa y se encuentra con una escena que ya ha visto, pero que ahora lo asusta de verdad. Lo que antes veía por TV, como una mala película apocalíptica, ahora está sucediendo ante sus ojos: personas completamente aisladas con trajes blancos recorren su barrio rociando un líquido desinfectante. “Llegó”, piensa Carlos y cierra la persiana.

Una cadena de contagios de coronavirus se desató en el distrito maipucino de Luzuriaga y sorprendió a todos. Tanto a ciudadanos como a autoridades sanitarias. Sobre todo porque la situación epidemiológica en Mendoza parecía “controlada”, una falsa sensación de seguridad en medio del frágil escenario por la pandemia global. Un mínimo descuido o una cadena de irresponsabilidades servirían para irrumpir la calma. Esto ocurrió aquí.

Una cadena de contagios

Juntadas de amigos que rompieron las medidas restrictivas impuestas por el Gobierno provincial sirvieron de puente para que el virus, que había ingresado a través de una bodega de Coquimbito, llegara a los barrios. Fueron tres los trabajadores que se enfermaron de Covid-19 luego de, aparentemente, estar en contacto con transportistas que circulan por Chile y Buenos Aires.

Uno de ellos es un hombre de 37 años, el ahora “famoso” caso 98. Este empleado participó en juntadas con amigos sin saber que era portador de coronavirus. “Bebieron cerveza del pico”, aseguró el gobernador Rodolfo Suárez. Además, compartieron un mismo espacio. Cuando el hombre conoció su condición de infectado ya era tarde. Cientos de personas fueron aisladas y testeadas. Por el momento, se sabe que 11 allegados están contagiados.

Cuando el caso se conoció la semana pasada, las primeras horas se vivieron con intensidad en Luzuriaga, donde reside el caso 98 y donde se concentraron estas juntadas ilegales. Los grupos de WhatsApp estallaron con todo tipo de teorías.

“El hijo de la amiga de mi nieto pasó por la vereda y vio cuando se llevaban a toda una familia infectada”, “nos van a aislar como el pueblo chino donde se comieron los murciélagos, compren provisiones”, “hay más de 15 casos pero no quieren decir nada”, “el Caballo estuvo con la mujer del Carancho, que se juntó con la ex del chileno, que fue a la casa del Bujía, donde el Gordo hizo un asado con la Flaca y las amigas de la Carambola”. Apodos desopilantes más, apodos menos, Luzuriaga fue tendencia y ocupó los titulares de todos los medios.

El Luzuriaga profundo

Pero ¿cómo es Luzuriaga? ¿Cómo es un día normal? ¿La gente anda con el torso desnudo compartiendo botellas de alcohol en las esquinas? Los Andes recorrió el distrito maipucino y dialogó con vecinos para conocer a fondo cómo se vive, y cómo se vivía antes del virus, en este conglomerado en constante crecimiento.

Para los pocos mendocinos que no logran ubicar en el mapa a Luzuriaga, lo “ubicamos”. Es uno de los distritos más poblados de Maipú (viven alrededor de 30.000 personas), lo integran 57 barrios. Al Oeste, la calle 9 de Julio es el límite con Godoy Cruz; al Norte termina en la San Francisco del Monte. Al Sur, Juan B. Justo y al Este lo delimita la arteria Mallea.

Los vecinos vieron con temor cómo decenas de profesionales de la salud “invadieron” la zona. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Los vecinos vieron con temor cómo decenas de profesionales de la salud “invadieron” la zona. Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Y no, no hay gente bebiendo en todas las esquinas. La demanda por vivir en Luzuriaga se ha incrementado considerablemente en los últimos años. Está entre las zonas más cotizadas del Gran Mendoza. Esto se da debido a la cercanía con el Centro y a que los desarrollos inmobiliarios le han ganado la batalla a las viejas fincas.

Es una zona de barrios de gente trabajadora promedio, catalogada como clase media, aunque grandes complejos privados de lujo se han mezclado entre los clásicos barrios como El Ferroviario, San Eduardo, Antártida, González Galiño, Jardín Luzuriaga, entre otros.

El vecino de Luzuriaga es difícil de catalogar: “Sería una mezcla rara entre juventud y experiencia, siempre demandante y exigente”, resumió el delegado distrital Fabricio Ruggeri. Y agregó: “Es una relación amor-odio con un municipio que intenta una y otra vez enamorarlos sin éxito”.

“El Covid llegó para sacar lo peor y lo mejor de un lugar muy particular y difícil de entender, que ni la misma sociología podría explicar”, analizó el delegado distrital.

“Ahora sentimos el virus más cerca”

Los testimonios de vecinos coinciden. Antes de la explosión de casos a partir del “98” vivían relajados y cumpliendo, casi en su totalidad, las medidas de cuarentena. Ahora, pese a que en el Ministerio de Salud no se animan a confirmarlo, los maipucinos viven en esta zona como si el virus estuviera ya instalado en la comunidad.

“El barrio autoregresó a la fase 2”, sintetizó Jesica (31), quien vive desde que nació en el barrio Vargas, contiguo al González Galiño, el conglomerado donde el jueves se testearon de forma rápida a cientos de personas y todas dieron negativo. “Las flexibilizaciones, necesarias para la economía, nos hicieron relajar en los cuidados. Ahora estamos muy preocupados y asustados”, agregó la joven que trabaja en el sector turístico.

Marité (32) es profesora de historia y vive en el Gonzalez Galiño: “Cuando nos enteramos de los casos en el barrio fue un shock; de inmediato volvimos a tomar las precauciones que habíamos abandonado por cansancio desde la fase 0”. “La situación no es normal, en las calles se ve muy poca gente. Estamos asustados”, aseguró.

Viviana (58), docente jubilada, vive en uno de los barrios más antiguos del distrito, el Ferroviario: “Predomina la angustia, también temor y dolor por lo que le ha tocado atravesar a Luzuriaga”, dijo. Pero enseguida ponderó la solidaridad entre vecinos.

La conclusión es una: la gente está atravesando una situación inédita, donde predominan el temor y la incertidumbre.

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