Protocolo, kit del votante y Zonda: el combo de las primeras elecciones en pandemia

Las medidas buscaron evitar contagios de Covid. Hubo demoras por el distanciamiento social y el viento seco complicó la ventilación cruzada.

En cada escuela policías, gendarmes o soldados proveían alcohol en la entrada y regulaban los ingresos. Foto: José Gutiérrez / Los Andes
En cada escuela policías, gendarmes o soldados proveían alcohol en la entrada y regulaban los ingresos. Foto: José Gutiérrez / Los Andes

Pasó un capítulo más de esta “nueva normalidad” que impuso el virus Sars Cov-2: se realizaron ayer las primeras elecciones en pandemia en las que el protocolo sanitario fue la vedette.

Las Primarias Abiertas, Simultáneas y Obligatorias (PASO) apuntaron a elegir candidatos a cargos legislativos municipales, provinciales y nacionales. Hubo alcohol, barbijos, distancia social y un rol protagónico para un asistente imprevisto: el Zonda, que complicó las cosas.

En términos generales, fue una jornada de votación sin mayores sobresaltos, teñida del color de la pandemia y sus condimentos. Por ello se había establecido un protocolo sanitario, una de las causas de que en algunos lugares se generaran más demoras de las esperadas. Las filas para acceder a las mesas se realizaron fuera de los establecimientos y en algunos casos se acumuló bastante gente, lo que generó reclamos.

Esto ocurrió mayormente desde mitad de la mañana y hasta el mediodía, horario con mayor afluencia. Sin embargo, la mayoría aseguró haber votado bastante rápido. Autoridades de mesa consultadas dijeron que, en general, la gente se adaptó y fue preparada.

En tanto, quienes estaban a cargo de la organización advirtieron que debieron llamar la atención por falta de barbijos o incumplimiento de la distancia entre las personas.

“En la escuela Martín Zapata de Ciudad impecable todo, como siempre. Supongo que por el tema pandemia, es la vez que más me demoré: entré 12.06 y salí 12.48 cuando históricamente no he tardado más de 20 minutos”, comentó Ángeles.

Medidas y demoras

El protocolo establecido por la Cámara Nacional Electoral dispuso que las personas que tuvieran síntomas de Covid o diagnóstico positivo no debían ir a sufragar y podrían justificar la inasistencia.

Se amplió 12% la cantidad de establecimientos habilitados para votar, por lo que sumaron 649, y se estipuló un máximo de 8 mesas en cada uno.

Cada votante debía ingresar con el tapabocas obligatorio y no podía quitárselo en ningún momento. Las filas debían tener un distanciamiento de 2 metros entre personas y evitar las aglomeraciones.

Las escuelas estaban tapizadas de carteles que advertían sobre los recaudos a tomar, como el uso obligatorio de barbijo, aplicarse alcohol al ingresar y tomar distancia. Cuando había muchas personas se restringía el ingreso. La espera se hacía fuera del edificio y quienes estaban a cargo de coordinar hacían ingresar poco a poco. Por ello hubo algunas filas.

Temprano hubo poca gente e incluso demoras, como suele suceder- en la conformación de algunas mesas. Por la tarde, el movimiento fue constante pero con menos afluencia.

Esa especie de embudo en algunas escuelas, sumada a las mayores demoras generó las colas. Pero la idea era justamente gestionar el tránsito de gente y para ello se había creado una figura: el facilitador sanitario. Se trata de dos efectivos del Ejército o de Gendarmería que se designaron para hacer cumplir las pautas sanitarias.

Lo cierto es que, en la práctica, estas presencias estuvieron en todas las elecciones pero no tuvieron un rol muy diferente del habitual. Al inicio distribuyeron los recursos para la prevención de los contagios, como el alcohol en gel, y cuando fue necesario, fueron habilitando el ingreso y dirigiendo a las personas al número de mesa asignado.

En cada mesa de votación había alcohol en gel, así como en el ingreso al establecimiento. Había una puerta para entrar y otra para el egreso, algo que no necesariamente fue respetado por los votantes. Se solicitaba no entregar el DNI en mano a la autoridad de mesa y en general así se hacía, aunque algunos “distraídos” olvidaban el detalle.

Paula, de Godoy Cruz, votó en la escuela Maestro J. de Nazaret. Dijo que no vio tanto cumplimento de protocolos, como se anticipó. Había carteles pero la gente salía por donde decía entrada, el presidente de mesa le pidió el DNI y lo tomó en la mano, ella llevó su lapicera pero le pasaron la de la mesa para firmar y nunca le ofrecieron alcohol en gel.

Kit electoral

Las autoridades consultadas señalaron que, en general, la gente fue preparada e incluso muchos siguieron la sugerencia de llevar el número de orden para facilitar la búsqueda y ahorrar tiempo.

Marisol del Monte, presidenta de la mesa 2.127 de la escuela Gilda Cosma de Lede, de Maipú, señaló: “99,8% de la gente trajo su propia lapicera, como se solicitó, y se colocan alcohol al entrar y salir del cuarto oscuro”. Agregó que la mitad llevó plasticola para cerrar el sobre.

Es que en torno al tema se generaron advertencias y hasta confusión. En el protocolo Covid se sugería evitar pegar el sobre con saliva por el riesgo de contagio. Por ello la opción era simplemente introducir la solapa dentro. Pero muchos consideraron que lo ideal era darle seguridad al cierre y por ello la plasticola formó parte del kit electoral.

Pero los días anteriores, además, circuló por WhatsApp información que confundió y que llevó a las autoridades a negarla: se advertía que el sobre debía cerrarse frente al presidente de mesa. No era necesario, sin embargo, Marisol dijo que muchos salían a cerrarlo frente a ella.

El viento Zonda complicó las cosas. La necesaria ventilación de los ambientes se vio algo frustrada en particular cuando comenzaron a volarse las boletas. Por otra parte, fue el responsable de aumentar las molestias de quienes debieron aguardar mucho tiempo afuera.

En la escuela Cosma de Lede gran parte del orden que se vio dentro del establecimiento corrió por cuenta de la directora, Fernanda Lorenzo. Ella era quien estaba en la puerta del colegio y, a viva voz desde las 7.30 de la mañana, organizaba las filas y llamaba para el ingreso. Una celadora tomaba la temperatura y colocaba alcohol a cada votante.

No fue así en todas las escuelas. Guillermo fue recibido en la escuela Francisco Gabrielli por una mesa con alcohol en gel pero el ingreso lo hizo solo.

En la escuela Guillermo Villanueva de Maipú, la celadora Roxana Núñez coordinaba que la gente ingresara y saliera por la puerta correspondiente. Ella era quien cada dos horas higienizaba los baños que sólo podían usar quienes estaban trabajando allí. Además, cada dos horas debían sanitizar el cuarto oscuro, de lo que el director, Darío Maradona, se encargó personalmente, pulverizador de alcohol en mano.

La jornada sería larga: hoy las clases se dictarán con normalidad y presencialidad total. “Tenemos un batallón preparado para limpiar después de las 18”, apuntó el director.

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