El sendero de los refugios de Alta Montaña, entre glaciares y ríos mendocinos

Desde Punta de Vacas hacia el Sur, comienza un sendero para explorar junto al río con el volcán Tupungato de fondo. En una jornada se puede llegar hasta un primer refugio, apto para cualquier deportista, pero la travesía hasta el río Plomo requiere de mayor tiempo y experiencia. Un actividad de alto potencial turístico.

El sendero de los refugios de Alta Montaña presenta un gran potencial turístico. | Foto: gentileza
El sendero de los refugios de Alta Montaña presenta un gran potencial turístico. | Foto: gentileza

“Abandonar las rutas más trilladas y deponer la comodidad de los vehículos -también el ritmo urgente que contagian- es el mejor modo de conocer la naturaleza agreste de las montañas, los ríos y las planicies de la provincia de Mendoza”, expresa el prólogo de “Mendoza, senderos de aventura”, una guía realizada por un equipo del que formó parte el periodista y montañista Nicolás García.

Un claro ejemplo de lugares poco conocidos y visitados, a menos de 150 kilómetros de la capital, son los refugios de montaña situados a lo largo del río Tupungato, uno de los afluentes principales del Mendoza. El punto de partida es Punta de Vacas hacia el Sur, con la imponente vista del volcán que da nombre al departamento del Valle de Uco.

La travesía completa hasta las faldas del volcán Tupungato es de 70 kilómetros, con la visita a los 6 refugios, y requiere de mucha experiencia en montaña. Sin embargo, una de las más sencillas y prácticamente aptas para todo público es el trekking hasta el primer refugio, el del río Blanco. Es una construcción de piedra de 6x4 que se llega a través de un sendero de baja dificultad de unos 15 kilómetros, explica Lucas Sbriglio, montañista y guía, que durante la temporada de 2021 hizo la travesía por 6 refugios. Esa caminata lleva toda la jornada con regreso por el mismo lugar.

El sendero de los refugios de alta montaña
El sendero de los refugios de alta montaña

Si se quiere continuar hacia el Sur, el segundo punto es el arroyo Plonge, que lleva generalmente dos jornadas. “Pasando este primer refugio, nos hallábamos con la gran dificultad el cruce del caudaloso río Tupungato. Por suerte, Nico García hace unos años había instalado una vía ferrata para cruzarlo. Allí tardamos 5 horas en atravesarlo, entre equipos y mulas. Es que la idea era conocer los 6 refugios hasta las ‘piedras pulidas’, donde se originó un dique natural de hielo que originó el aluvión de 1934″, explicó Sbriglio.

Tales refugios se construyeron luego del gran aluvión, por el Ministerio de Obras Públicas de la provincia, junto al Departamento General de Irrigación, y el objetivo era monitorear los glaciares para evitar un nuevo evento similar. Ese año, el glaciar del Plomo se extendió hasta el río y formó un dique, que al romperse generó el aluvión.

Muchos años después se presentó una situación similar, pero afortunadamente no terminó en catástrofe. El agua acumulada drenó de manera natural al romperse una parte de la pared de hielo que forma el dique. Este fenómeno se registró entre los últimos meses de 1984 y el primer trimestre del año siguiente. Gracias a tales refugios se logró mantener información permanente sobre el estado de situación.

Sbriglio cuenta que con unos cables antiguos, hicieron una tirolesa para poder cruzar el río en otros sectores: “Ese es el principal escollo, hay que cruzar varias veces el río caudaloso, pero allí hay hermosos lugares, como la cabecera del río Blanco, allí se puede observar cómo se está derritiendo el hielo”. El montañista, veterinario de profesión y vecino de Maipú, destaca que si uno compara las formaciones de glaciares actuales con las de décadas pasadas, los resultados son lamentables. Y opina que hoy sería muy difícil que se presentaran fenómenos parecidos a los de 1934 y 1985, debido al retiro de los glaciares.

Lucas, junto a cinco expedicionarios, Marcelo López, Marcelo Ortiz, Luis Fusi, Joaquín Barbeito, los arrieros Raúl Flores, Miyagi y los hermanos Abel y Leonardo Pizarro, todos de Uspallata, emprendieron el camino hacia los otros refugios, Chorrillos y Las Taguas.

“Ya habíamos pasado por varias quebradas, como la Fea, Santa María o Del Cura, con el objetivo de llegar a Piedras Pulidas. Explica que después de Las Taguas, la quebrada se bifurca siguiendo al sur el Río Tupungato y al Norte el Río Plomo. “Seguimos hacia el Oeste y encontramos una vertiente de agua gasificada naturalmente que acompañó a nuestro vino y picada de campo. Luego continuamos y nos encontramos con un refugio cilíndrico increíble, con escritorio, literas marineras y leñero”, narró Sbriglio.

El sendero de los refugios de alta montaña
El sendero de los refugios de alta montaña

El excursionista destaca que en toda esta zona hay evidencia de actividades militares y mineras, también hay grandes acarreos y planicies a más de 2.600 msnm: “Es muy interesante leer en las paredes de los refugios, las distintas expediciones que visitaron el lugar, o los chilenos que se refugiaron aquí, escapando de la dictadura de Pinochet, marcas de las patrullas de solados de los años 50 y 60 o las primeras expediciones del Club Andinista Mendoza, una parte de la historia guardada en estos sitios”.

En el refugio Polleras, al pie del cerro del mismo nombre, encontraron escritos de una expedición de Rudy Parra al Juncal y al Plomo. En la margen Sur del Río Plomo los esperaban unas reconfortantes aguas termales y allí recibieron un baño reconfortante.

Y uno de los últimos refugios es el “Plomo”, del cual solo quedaban algunas partes, producto de una avalancha. “Desde allí llegamos a Piedras Pulidas, con una vista imponente y fue un cachetazo de la realidad: el glaciar que produjo el aluvión prácticamente no existía. Y desde allí, al otro lado del río, divisamos el refugio del Ianigla (Instituto Argentino de Nivología y Glaciología) que está abandonado”, afirmó.

Tras la experiencia vivida, Sbriglio reflexiona: “me parece que deberíamos abrir estas actividades de montaña al público, deberíamos aprovechar estas circunvalaciones, esos refugios deberían ser concesionados y contar con un circuito como el de Bariloche, pero en medio de la cordillera y en la parte más alta”.

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