Panquehua y Capdeville, la zona de las históricas cementeras en Mendoza

Por más de 80 años, los cerros Blanco y De la Cal han servido de sustento para una actividad industrial y minera ligada a la construcción. De las empresas Minetti y Corcemar a la actual Lafarge-Holcim.

Holcim, de capitales suizos, inauguró su planta más nueva en 1980 en Capdeville. Es la única que se mantiene en actividad y desde 2015 se fusionó con la francesa Lafarge. | Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Holcim, de capitales suizos, inauguró su planta más nueva en 1980 en Capdeville. Es la única que se mantiene en actividad y desde 2015 se fusionó con la francesa Lafarge. | Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Más adelante, en el libro de Las Heras, compilado por la historiadora pieza el paisaje agreste, se divisan los primeros cerros. Hay que ir por la calle “Perú vieja” hacia el norte y al cabo de unos pocos kilómetros se transformará en la ruta 52, que conduce a Villavicencio. Pero mucho antes, prácticamente a la salida de la zona urbana y después de una añosa arboleda, uno se encuentra con esos primeros cerros que veía de lejos, de distintos tonos, desde el rojizo hasta el blanco.

Y en el llano, donde actualmente funciona una dependencia de la Policía, se observan distintas estructuras de acero, cableado y nota que desde hace mucho tiempo se viene desarrollando un importante movimiento de áridos, como en la entrada a una mina. Bueno, justamente es esa la actividad principal que se desarrolla desde hace casi 87 años, cuando se instalaron las plantas cementeras de Minetti y Corcermar, dedicadas a la extracción de los minerales y producción de cemento y cal, para abastecer a gran parte del mercado regional de la construcción. Y especialmente al mendocino, que ya necesitaba de materiales para la edificación sismoresistente.

Un sitio que hace 40 años contaba con un cable carril y vagones ferroviarios conectados al ferrocarril para transportar el producto hacia los distintos puntos de comercialización en el país. A principios del siglo XX, la actividad comenzó en Salagasta (unos pocos kilómetros hacia el noreste de Panquehua y Capdeville, pero en 1936, las compañías Minetti y Corcemar, que tenían plantas en Córdoba, se instalaron allí, aprovechando los beneficios de una incipiente promoción industrial, la calidad de la materia prima disponible y la cercanía de la ciudad y servicios.

En el libro “Las Heras, una historia de 150 años”, en el capítulo de Caleras y fábricas cementeras, la investigadora Graciela Moretti resalta que las cementeras se ubicaron al pie de la precordillera en terrenos cercanos y vinculados a los centros de consumo a través de la ruta 7 y del ferrocarril BAP. Pero la mayor ventaja fue que contaban con yacimientos propios de piedra caliza. Así, la cantera del cerro Blanco proveyó a la fábrica de Panquehua, nombre con el que se conoció a la planta de la Compañía Sudamericana de Cemento Portland “Juan Minetti” SA. Y la cantera del Cerro de la Cal proveyó a la fábrica de la Corporación Cementera Argentina (Corcemar), junto a la estación de Capdeville, a unos 8 kilómetros de distancia de la primera planta.

Los cerros de la precordillera siempre proveyeron a las cementeras. | Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Los cerros de la precordillera siempre proveyeron a las cementeras. | Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

En el Centenario de diario Los Andes, informa que Minetti inauguró su planta el 21 de Junio y la de Corcermar el 9 de agosto de 1936. Ambas inauguraciones contaron con la asistencia del gobernador Guillermo Cano y de sus ministros, encabezado por el Ing. Frank Romero Day, Ministro de Industria. Moretti resalta que el trabajo en las dos canteras se realiza a cielo abierto: destape, voladura, carga, transporte y molienda de piedra caliza.

De Panquehua y de Capdeville se despachó, por tren o camiones hacia los centros de consumo, el producto que se utilizó en la vasta obra pública y privada que se realizaría en las siguientes décadas. “El recuerdo de aquellos establecimientos, hoy desmantelados, pervive a través de la presencia del material en nuestro patrimonio edilicio y urbano a través de caminos, puentes, canales de riego y tantas otras obras realizadas con la producción de aquellas pioneras fábricas”, señala Moretti.

Cecilia Raffa, investigadora del Conicet informa que la producción de cemento de ambas plantas “incidiría en la materialización de grandes obras como el Hospital Central, proyectado en 1938 y construido utilizando una bomba para hormigón”.

Moretti pone en valor la variedad de cementos elaborados, desde el portland clásico, el blanco, puzolánico y la incorporación de hornos cada vez más eficientes a medida que avanzaba la tecnología. Cada empresa construyó casas en la zona para sus empleados. Y años más tarde, mediante cooperativas de vivienda, conformadas por los trabajadores de las cementeras, le dieron forma al barrio Cementista, en varias etapas.

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Más adelante, en el libro de Las Heras, compliado por la historiadora Adriana Micale, se señala que las viejas fábricas de Capdeville y Panquehua se utilizaron hasta finales de los 90. Luego del cierre de ambas, los predios fueron desmantelados y en ese tiempo, las compañías que habían sido competidoras, se fusionaron. Posteriormente fueron adquiridas por Holcim Argentina, de capitales suizos y la planta más nueva, inaugurada en 1980, en Capdeville, es la única que se mantiene en actividad.

38 años en la fábrica

Sí hay alguien que conoció la actividad de este emporio industrial que estamos describiendo, fue el ingeniero químico Raúl Horacio Moretti, hoy de 84 años, residente en Chacras de Coria. Ingresó a la planta Capdeville de Corcemar, en 1962, como flamante ingeniero químico (recibido en San Juan), en el cargo de jefe de laboratorio y con los años fue jefe de la planta, estuvo en el proceso de modernización de las instalaciones lasherinas en 1980, gerente de calidad en la sede de Córdoba e implementó las normas ISO 9001 en el establecimiento.

“Cuando empecé -cuenta en su casa de calle Piedras-, el superintendente de la planta era nada menos que el ingeniero Pablo Raúl Verzini. La unidad funcionaba con tres hornos rotativos, con una producción de unas 500 tn diarias de clinker (mezcla de caliza y arcilla para elaborar el cemento portland.) “También funcionaban dos hornos verticales que producían cal viva, que después se molía e hidrataba, obteniéndose la marca Sublime”. Asimismo, participó en 1980 en la modernización del complejo al adquirirse una nueva planta, que actualmente funciona como Holcim, con una producción de 1.500 tn/día. Moretti y su familia (esposa y dos hijas, Graciela, arquitecta patrimonialista, y Elena, administradora de empresas), vivieron mucho tiempo en la localidad de Capdeville, al lado del complejo industrial, a varios kilómetros del centro mendocino. “Residir allí no nos resultó un inconveniente; las casas eran cómodas, había un barrio, una escuelita, un almacén muy surtido, y los chicos eran llevados en ómnibus a las escuelas de la ciudad”. / Miguel Títiro

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