Pandemia: el virus no desbordó el sistema y ya preocupa el rebrote

El Gobierno y médicos rescatan la respuesta sanitaria ante la cantidad de casos y pese a las dificultades. La vacuna tiene impacto paulatino.

La guardia nueva del Hospital Central se transformó en una área exclusiva para el tratamiento del coronavirus.
La guardia nueva del Hospital Central se transformó en una área exclusiva para el tratamiento del coronavirus.

Está terminando un año con particularidades que definitivamente nadie pudo prever, marcado por la pandemia y cambios radicales en las vidas y conductas. Llegará otro, tan atravesado por el virus Sars CoV-2 como el que se va pero que, a diferencia de éste, nos tomará menos por sorpresa.

El mundo conocía el microorganismo allá por fines de noviembre de 2019, con las primeras noticias desde la lejana Wuhan, en China. A Mendoza llegó en marzo: el 21 se informaba el primer caso, el de una mujer de 62 años que vino de Italia.

De ahí en más es historia conocida. La ministra de Salud, Ana María Nadal, reconoció que hubo fortalezas que permitieron a la provincia transitar el cimbronazo sin llegar al colapso del sistema de salud como se había visto en otros lugares, pero que también hubo obstáculos. “Ya estar en pandemia es un escenario de obstáculos, por lo que significa, por el impacto en los sistemas de salud, en las vidas individuales, colectivas, en el ámbito del trabajo. Atraviesa la vida completa de las familias en todos los planos”, apuntó.

Para la funcionaria, el desempeño de los trabajadores de la salud, la coordinación y la gestión permitieron a Mendoza tener un escenario diferente, incluso en momentos en que se llegó a una ocupación casi total de las camas críticas disponibles.

Para ella, parte de la capacidad de resolución estuvo dada por haber logrado articular rápidamente con el sector privado y trabajar juntos, para lo cual se generó un sistema de gestión centralizado que posibilitó dar respuestas a la demanda creciente.

Hizo hincapié en el manejo de datos científicos que consideró que apuntaron a dar información a la comunidad y que ésta pudiera confiar en las medidas que se tomaron. Agregó como fundamental haber logrado, ya fuera de lo sanitario, cuidar en alguna medida del trabajo de los mendocinos y la posibilidad de reactivar las actividades apenas se pudo.

Diferentes referentes consultados coincidieron en que dentro del contexto adverso, las medidas y el desempeño locales fueron adecuados y que si algo falló fue la extensión de las restricciones, que terminaron por cansar a la gente.

“Tengo una visión optimista a pesar de que la pandemia ha sido feroz con nosotros y se ha llevado a familiares y amigos”, dijo Oscar Boiero, director del hospital El Carmen, que pertenece a OSEP y es uno de los efectores que más pacientes recibió.

“Creo que Mendoza se manejó bien y equilibradamente, mirando la salud y la cuestión económica. Creo que el Gobierno encontró una buena senda jugando y corriendo riesgos”, apuntó.

Desde su punto de vista a nuestro país le fue mejor que a otros.

Carga pesada

Si hay algo en lo que hay acuerdo es en el impacto que la situación tuvo sobre los equipos de salud y la capacidad que tuvieron para adaptarse. No hay dudas de que los resultados tuvieron que ver con el esfuerzo que los trabajadores hicieron a diario, aunque tal cual se ha señalado, no siempre en las mejores condiciones.

La escasez de profesionales preparados para atender cuadros críticos sobrecargó a quienes sí lo estaban en guardias que se extendían de manera interminable por falta de remplazos. Médicos sometidos a un estrés agotador, compañeros que enfermaron y menguaron brazos, incluso muertes de colegas, dieron golpes de gracia sobre equipos desgastados que postergaron el descanso, con el temor de llevar el virus a sus familias.

Boiero subrayó que el recurso humano se ha mostrado muy solidario.

“Estoy orgulloso de la respuesta del sistema de salud y me sorprende la inmadurez social que tenemos, que profundiza conductas medievales, discriminación, miedo irracional. Se escuchan fuentes que no son fidedignas (incluso profesionales) y eso me parece una regresión a la época precientífica”, señaló.

La médica inmunóloga, Lucía Ruggieri, dijo que en un primer momento hubo desaciertos como no contar con los insumos en algunos centros asistenciales, como tampoco había elementos de protección necesarios, pero que mucho influyó lo inesperado de la situación.

Observó que cuando los casos aumentaron en forma brusca, el sistema no llegó a desbordarse pero admitió que sí hubo caos. “Tratamos de adaptarnos a las circunstancias y los médicos siempre tuvimos la absoluta convicción de que teníamos que estar ahí y que cumplimos nuestra función”, remarcó pero al mismo tiempo advirtió que, pese al desgaste, no han sido lo suficientemente reconocidos desde lo humano ni desde lo económico.

“El equipo de salud tuvo que reinventarse, fortalecer espacios y generar casi sin tiempo mecanismos de contención, evaluación, seguimiento y un sistema de información. Nos apoyamos trabajando en tres ejes: fortalecimiento del sistema de salud, de las redes de laboratorios y la vigilancia epidemiológica”, acotó la ministra.

Señaló que Mendoza se ha destacado siempre por tener equipos de salud muy bien formados y agregó que la red de laboratorios ha hecho un trabajo “impresionante” para estar disponible a toda hora.

La vacuna y el rebrote

Para la ministra Nadal, en algún punto la pandemia puede ser una oportunidad. “Nunca en la historia el sistema de salud había estado tan visible para los ciudadanos y éste también es un buen momento para plantearse reformas sanitarias que nos debemos”, propuso, aunque aceptó que muchas pueden ser de índole nacional. Agregó, además, que los sistemas de información han sido siempre un problema para el sector de la Salud. Quizás allí hay otro ítem que debe apuntalarse.

La infectóloga Lorena Dipauli apuntó su mirada a lo que viene y remarcó que si están las vacunas y responden, se estará bien porque un porcentaje de la población tendrá inmunidad y la exposición al virus será menor. Aunque advirtió: “En marzo o abril se puede tener un rebrote si se retorna a la normalidad, como ya se ha visto en Europa. La vacuna es algo paulatino y para pequeños grupos”.

La epidemióloga Ruggieri, en tanto, se mostró preocupada por la logística de la vacunación ya que cree que se están estableciendo cifras de población objetivo en plazos difíciles de alcanzar.

No pueden soslayarse, además, los reparos de muchas personas sobre la velocidad con que se han desarrollado y su negativa a inocularse.

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