Manolo y un gol de media cancha para la integración en su club de Maipú

Tiene Síndrome de Down, falleció su papá y para ayudarlo en este proceso el club Deportivo Barrancas lo recibió como jugador de la categoría sub 16. “Está feliz, le cambió la vida”, dijo su mamá. Su historia. Un ejemplo de integración.

Manolo fue figura del club Barrancas
Manolo fue figura del club Barrancas

Pura ternura, sonrisa y felicidad: así es Manuel “Manolo” Martínez, que tiene 25 años, nació con Síndrome de Down y su club representa un verdadero ejemplo de inclusión e integración.

Cinco meses atrás, cuando falleció repentinamente Carlos, su papá, Manolo entró en un proceso muy doloroso. Y si bien su mamá siempre luchó para que realizara actividades y lograra una buena calidad de vida, tuvo la idea de inscribirlo en el Club Deportivo Barrancas para que el deporte lo ayudara a superar el mal trance.

Manolo Martínez y su mamá, Viviana Sosa.
Manolo Martínez y su mamá, Viviana Sosa.

Lo cierto es que, desde aquel día, el club le cambió la vida: forma parte de la categoría sub 16 y el domingo pasado sorprendió a todos con un histórico gol que fue ovacionado incluso por la hinchada contraria.

“La muerte de su papá lo marcó para siempre y el club Barrancas llegó a nuestra vida para salvarlo, para sacarlo de la depresión. Estaré agradecida eternamente”, señaló a Los Andes Viviana Sosa, su mamá.

“Si supieran la felicidad que siento como madre cuando lo veo ponerse la camiseta y salir a entrenar entenderían la importancia de que un chico Down sea contenido en una entidad como ésta, algo que no siempre sucede”, puntualizó.

Para Viviana, que además tiene otros dos hijos, Leo y Jeanette, su hijo menor es su gran compañero y lo más “grande” que Dios le dio.

“Al principio no es fácil pero cuando un chico con este síndrome llega a un hogar, es pura armonía y felicidad”, señala, para definirlo como una persona carismática, sociable y con una alegría de vivir indescriptible.

Nacido el 12 de febrero de 1997, Manolo asistió siempre a una escuela especial. Ama pintar, la música y jugar a la Playstation. Actualmente concurre a otra escuela de fútbol, además de Barrancas, denominada “Empate” y también a La Rañatela, una cooperativa de trabajo destinada a chicos con discapacidad que brinda oportunidades laborales. Allí Manolo confecciona bolsas, pinta tazas y ayuda en la fabricación de remeras.

“Es muy feliz en todos estos lugares, aunque insisto, desde que su papá no está su tristeza me preocupaba muchísimo. Su papá era su ídolo y pensé que debía hacer un deporte, conocer nuevos amigos, sentirse aún más integrado. Y lo hemos logrado”, enumeró, para señalar las necesidades del club: desde un lugar para entrenar (actualmente lo hacen en un terreno cedido por una escuela), camisetas, pecheras, pelotas y conos, entre otros elementos.

“Muchas veces terminan tarde, porque se le da prioridad a los chicos del colegio, y no hay iluminación. Tampoco tienen los elementos necesarios. Como mamá quiero manifestar la importancia de que un hijo en estas condiciones sea albergado con tanto amor y dedicación”, sostuvo.

Viviana se emociona cuando habla del cotejo en el que su hijo resultó “figura”.

“Hasta el árbitro le dio una palmada cuando metió aquel gol inolvidable. Agradezco a los padres, a los jugadores y a los miembros del club que lo recibieron de esta manera”, concluye, para cerrar: “Barrancas necesita ayuda”.

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