Llegamos a septiembre, un mes muy esperado: ¿hay menos contagios en días cálidos?

Algunas teorías han supuesto que es un virus estacional pero no hay evidencia científica y niegan que suceda. Sin embargo hay factores que con la llegada de la primavera pueden atenuar la transmisión.

Llegó setiembre y con él el paulatino incremento de las temperaturas que para muchos podría implicar una reducción de los contagios con el nuevo coronavirus.

Esto se ha atribuido a la teoría de que el virus pandémico, que tiene en vilo al mundo, podría ser estacional, como otros que provocan enfermedades respiratorias. Sin embargo, esto no ha sido corroborado con evidencia científica sino que, por el contrario, se sostiene que se adapta a todos los climas por lo que este no sería de de gran ayuda para atenuarlo.

Así se ha visto en Europa, donde pese a la llegada de la estación cálida están apareciendo rebrotes.

La Organización Mundial de la Salud (OMS) ha informado que la estación no afecta la transmisión de este virus.

“Parece que existe la idea fija de que el virus es estacional, pero hay un tremendo número de contagiados en Estados Unidos en medio del verano, o en Brasil, Filipinas y otros países ecuatoriales con temperaturas elevadas”, afirmó Margaret Harris, una de las voceras de la organización.

Le gustan todos los climas y saltar de una persona a otra simplemente cuando están cerca”, dijo Harris.

Además, en una publicación la entidad explica: “Las pruebas científicas obtenidas hasta ahora indican que el virus de la COVID-19 puede transmitirse en cualquier zona, incluidas las de clima cálido y húmedo. Con independencia de las condiciones climáticas, hay que adoptar medidas de protección si se vive en una zona donde se hayan notificado casos de Covid-19 o si se viaja a ella. La mejor manera de protegerse contra la COVID-19 es lavarse las manos con frecuencia. De esta manera se eliminan los virus que puedan estar en las manos y se evita la infección que podría producirse al tocarse los ojos, la boca y la nariz”.

Sin embargo, hay ciertas situaciones que podrían aportar aspectos positivos. Por un lado, hay investigadores que sostienen que el microorganismo vive menos y pierde capacidad de contagio con las altas temperaturas. Con ellas, las gotas de secreciones que puedan contenerlo y que caigan sobre superficies secan más rápido.

Por otra parte, al no hacer tanto frío los ambientes se ventilan más, recurso esencial para controlarlo en ambientes cerrados y algo que también colabora con el control de la diseminación de otras enfermedades respiratorias.

Por otra parte, el buen clima será propicio para que la gente permanezca menos tiempo en entornos cerrados y reunida lo que será un obstáculo para la transmisión que requiere de cercanía con alguien infectado por más de 15 minutos.

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