La pandemia afectó la vida sexual de las parejas: consejos de dos expertas para mejorar la intimidad

La sobrecarga en las tareas del hogar, el aislamiento prolongado y las preocupaciones económicas afectan el deseo sexual y el disfrute en muchas personas.

Imagen ilustrativa / web
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La sobrecarga en las tareas del hogar, las preocupaciones propias de atravesar una pandemia y la crisis económica son algunos de los factores que, según los especialistas, han afectado marcadamente la vida sexual de la mayor parte de las parejas, no importa si son hetero, homo o bisexuales.

Para Gabriela Uzal, médica y sexóloga, es necesario entender la vida sexual como un proceso que no está aislado, sino que es parte del ser humano y su contexto. “La sexualidad es una totalidad que abarca múltiples fachadas a lo largo de la vida del ser humano, y esta complejidad incluye al sexo, a la identidad, a la genitalidad, a la orientación sexual, a los roles de género, a la reproducción, a la salud, al erotismo, al placer, a la intimidad. Es una manera de ir siendo en el mundo, dependiendo de las subjetividades en permanente dinámica, complejidad, caos, construcción y esteticidad”, explica la especialista.

Tanto Uzal como la sexóloga Silvia Aguirre, afirman que la pandemia ha afectado la vida sexual de las personas. Así lo determinan también estudios internacionales como el metaanálisis que realizaron en conjunto instituciones de salud en Estados Unidos, Turquía, China, Italia y el Reino Unido, en el que participaron más de seis mil personas.

Aguirre asegura que en el último año han aumentado las consultas a nivel psicológico y sexológico por el aumento de la presión y la ansiedad: “En las parejas que conviven, la sobrecarga de las tareas domésticas, el desánimo, y el estar mucho tiempo, juntos afectó la vida íntima o erótica. Y en las parejas que tienen hijos es aún más evidente”.

Ambas sexólogas explican que en los primeros días del confinamiento, allá por marzo de 2020, se notó un clima favorable para los encuentros, tal cual lo reflejó una encuesta realizada por la Sociedad Argentina de Sexualidad Humana, pero eso cambió a medida que se fue prolongando el aislamiento. “Al principio funcionó el poder estar más tiempo juntos, sin tantas actividades fuera de la casa. Pero a esta altura dejó de ser novedad y tanta sobrecarga en lo económico y la dificultad para generar otros vínculos sociales afectó muchísimo. No he oído a una sola persona decir que su vida sexual haya mejorado”, señala Aguirre.

“Las personas no estamos ajenas a los trastornos de estrés agudo, ira, aburrimiento, frustración, incertidumbre financiera, angustia y miedo a la infección generada por un enemigo invisible”, dice Uzal.

También afirma que algunas parejas encuentran tiempo para disfrutar de la sexualidad en este contexto, pero que otras en cambio ponen en evidencia problemas ya existentes que se agravan en la crisis.

A las situaciones ya mencionadas, la sexóloga añade el uso del teléfono celular, que “invade nuestras vidas permanentemente sin que se lo pidamos y sin darnos cuenta”.

“Los ruidos externos de la comunicación mediática excesiva hacen que nuestra atención se disponga a esas prioridades. Estamos en un estado constante de alerta básica, poniendo, casi involuntariamente, en segundo plano al deseo sexual”, opina Uzal, quien también reconoce que hay matices de acuerdo con cada situación. “No es lo mismo si alguien vive con su pareja o solo, si tiene espacio de privacidad o no, si practica sexo grupal o si es asexual. No es lo mismo tener una u otra creencia, juventud o avanzada edad, estado de salud/enfermedad, tolerancia a la frustración, capacidad de resiliencia”, indica.

Otro factor que detecta Aguirre es que la imposibilidad de programar y armar proyectos lindos, como por ejemplo, las vacaciones, lo que también actúa en contra del deseo. “La falta de comunicación ha resentido los vínculos”, añade.

En cuanto a la diferencia de géneros, Aguirre notó algunas particularidades. “La sobrecarga en el hogar y en el cuidado de niños se nota mucho más en las mujeres, y de los hombres hemos recibido muchas consultas por algo que antes era muy poco frecuente: la dificultad de los varones para conectarse con el disfrute sexual”, asegura.

“Me pasó no solamente en mis consultas, sino también en la de otros colegas. Se escucha mucho el ‘no puedo tener un orgasmo’ o que los orgasmos no son tan placenteros, pero aún no le puedo adjudicar una causa concreta a esto”, afirma. A su vez, recuerda que esta era una duda frecuente de las mujeres, pero que en el último tiempo fue disminuyendo. ¿La razón? Silvia Aguirre la atribuye al empoderamiento y la liberación de la mujer en los últimos años, a su mayor conocimiento y a la exploración en lo sexual.

“Sin embargo, en las mujeres, ahora con el cansancio y la sobrecarga, se ve más la falta de deseo”, añade.

Vínculos casuales, casi sin cambios

En cuanto a los vínculos casuales, las citas a través de Tinder parecen no haber sido afectadas sustancialmente en la pandemia. En otras partes del mundo con mayor número de jóvenes vacunados, sí se ha visto que se pone como “requisito” para la cita haber sido vacunado contra el coronavirus, algo no tan frecuente aún en Argentina.

“Creo que si bien hay mayor cuidado en cuanto a lo social y los vínculos, esto no llega a afectar los encuentros sexuales casuales. En la intimidad, se hacen un ‘permitido’”, explica Aguirre.

¿Qué hacer?

En Internet se pueden encontrar cientos de recomendaciones y de artículos con soluciones “mágicas” para estos problemas. Sin embargo, las sexólogas advierten la necesidad de aceptar estos cambios sin sumar más exigencias.

“Estamos en una situación sumamente dramática y es esperable que disminuya el deseo o las ganas en general. Entonces, lo que recomiendo es esperar a que esto pase y no patologizarlo. Si vamos a tener encuentros sexuales que sean para relajarnos y no sumar exigencias de orgasmos, de erecciones o de determinadas performances”, sugiere Aguirre.

“La sexualidad transita en movimiento constante, es dinámica, ecléctica, diversa y política. Hay algo positivo en la dinámica de lo imprevisible, se puede ejercitar lo creativo para hacer frente a la frustración”, opina por su lado Uzal.

Para la especialista, este momento puede servir para generar nuevas perspectivas, hacernos preguntas sobre nuestra verdadera erótica y nuestras relaciones. “Como si fuera tiempo de desnudarnos y de encontrarnos con nuestra mismidad, también en lo sexual, aunque las respuestas a esas preguntas nos resulten incómodas. Dejar de centrarnos en modelos preestablecidos y aventurarnos a encontrar en medio de tanto desconcierto la mejor manera de ser sujetos sexuales, deseantes y de deseo”, concluyó.

*Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.

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