La necesidad de “papeles” y la emigración al exterior impulsan la demanda de matrimonios en Mendoza

Sucede igual con las uniones convivenciales que no paran de aumentar. Entre las causas del incremento de las últimas décadas también influyen la posibilidad de los divorciados de volver a casarse y el matrimonio igualitario

Los matrimonios se mantienen en número en Mendoza, aunque crecen las uniones convivenciales.
Los matrimonios se mantienen en número en Mendoza, aunque crecen las uniones convivenciales.

Lejos de lo que parece una percepción a simple vista, los matrimonios en la provincia siguen siendo una opción para muchos e incluso vienen en aumento. También se observa notoriamente en las uniones convivenciales.

En 2019 se inscribieron 4.829 matrimonios, en 2020 y pese a las restricciones por la pandemia, fueron 3.194, en 2021 fueron 3.893 y en lo que va de 2022, 781.

En cuanto a las uniones convivenciales inscritas fueron 2.989 en 2018, pasaron a 4.607 en 2019, fueron 1.921 en 2020 , 2.527 en 2021 y en 2022 ya se han hecho 160.

Hay condiciones que han determinado una mayor demanda, en particular asociadas a la necesidad de contar con constancias, “papeles” que permitan demostrar los vínculos. Esto para hacer determinadas gestiones y en lo cual tuvieron un rol particular las situaciones que se vivieron durante la parte más cruda de la pandemia y sus restricciones.

Pablo Morales, inspector de la zona centro y referente del Registro Civil, explicó que muchos no querían que les sucediera lo mismo que en la época de las restricciones por el aislamiento de la pandemia en que parejas que no vivían juntas tuvieron dificultades para trasladarse y encontrarse por no contar con una constancia que acreditara el vínculo. Por ende, no podían demostrar las causas del traslado.

“Muchos quisieron dejar los papeles en regla, y hubo muchos casos”, expresó.

Llama la atención el pico de uniones de 2019 sobre lo cual, Morales explicó que por aquel entonces para muchos trámites dejaron de recibir los viejos certificados de convivencia, como las obras sociales, y eso empujó a la gente a las uniones.

Pero por otra parte, en los últimos años se ha visto un incremento de personas que deciden emigrar y esto también ha sido un disparador: muchas parejas necesitan contar con esta certificación. Estas personas en general suelen inclinarse más por el matrimonio.

“Los que se van afuera le ven mayor legalidad a la figura del matrimonio, a veces solo uno tiene la ciudadanía del lugar donde van y les exigen estar casados”, detalló.

Por otra parte, señaló que el verano que pasó hubo una mayor demanda y esto también se asocia a la pandemia. Muchos debieron postergar ceremonias, incluso ya pautadas y otros optaron simplemente por esperar mejores condiciones dado que los eventos estuvieron prohibidos y luego limitados durante varios meses.

Por eso Morales destacó que esto hay que tenerlo en cuenta en las subas y bajas: “El tiempo que estuvimos en pandemia hubo muchos meses que no se realizaron, entonces comparado quizás da menos, pero el último verano hubo más matrimonios, muchos de quienes esperaban del tiempo que estuvo suspendido, algunos reactivaron cuando volvió la normalidad y se sumaron a los que ya lo tenían planificado”.

Respecto de la preferencia entre uno y otro consideró que el que tuvo más problemas es probable que haya optado por el matrimonio, para muchos tiene un halo de mayor peso.

Quienes eligieron poner la firma

Hace un mes que Mariana vive en Barcelona. Ella y su pareja partieron desde Mendoza para concretar ese sueño postergado por la pandemia, justo cuando ya estaban, podría decirse, “con un pie en el aeropuerto”. Se casaron antes de irse tras 13 años de relación.

“En el 2019 nos planteamos la posibilidad de venir a Barcelona. Yo tengo ciudadanía italiana y él no. La idea era que los dos pudiéramos estar más legales acá”, contó.

Por eso se casaron en diciembre de ese año.

“Acá muchas parejas suelen venir y hacer la unión de hecho directamente en España.

Nosotros lo hicimos allá porque no sabíamos bien con qué nos íbamos a encontrar acá, aparte porque quisimos también festejar nuestra unión con nuestros amigos, amigas y familia. También estaba el tema de acelerar tiempos para que él pueda optar por la ciudadanía italiana cuando se cumplan los plazos”, explicó.

Consideró que estar casados les facilitó las cosas: “El casamiento legalizado y apostillado nos sirvió para que ambos pudiéramos entrar sin necesidad de viaje de vuelta o seguro médico (que lo sacamos igual por las dudas). Básicamente que no lo hicieran volver porque no cumplía los requisitos de turista, entramos los dos por el lado comunitario, en cambio si venís como turista o no tenés pasaporte de la UE, tenes que cumplir ciertos requisitos”.

Contar con el matrimonio les permitió hacer todo con mayor celeridad: “Apenas llegamos, el mismo día nos empadronamos. Esa misma semana pude hacer todos los papeles y hay que tener en cuenta que los turnos acá hay que pedirlos con meses de anticipación o tener mucha suerte”. Hace unos días lograron tramitar el “famoso TIE” , la tarjeta de identidad de extranjero que habilita la residencia de un familiar comunitario y que permite al beneficiario residir y trabajar en España en las mismas condiciones que un español.

Hugo, en cambio, vio en la pandemia una oportunidad para poder concretar algo que en otras condiciones le hubiese resultado más difícil.

Contó que tras el aislamiento, como casi no había fiestas, la oferta de servicios tenía costos mucho más accesibles y lo aprovecharon.

Su pareja hace tiempo tenía intenciones de casarse pero era demasiado costoso. “Nuestro casamientos fue uno de los primeros, si es que no fue el primero, que se hizo en San Martín cuando comenzaron a levantarse las restricciones”, recordó.

“Entonces pensamos que debía ser más económico que antes, cuando averiguamos vimos que nos costaba unas 5 veces menos de lo que nos hubiese costado”, detalló. Y dijo que, de paso, se pudo hacer algo más reducido y evitar así los costos de gente que se invita más por compromiso. “Lo hicimos con todo lo que quisimos y nos salió muy barato”, apuntó.

Hacía unos años habían hecho un certificado de convivencia porque, de ese modo, pudieron incluirla a ella en la obra social de él.

Aumento sostenido

Definitivamente “la gente se sigue casando”, remarcó Morales y los números lo reflejan.

Sobre los factores que lo impulsan, además de los señalados Morales enumeró algunos que se van dando naturalmente, como el crecimiento poblacional. Pero otros, están asociados a cambios en las condiciones respecto de otras épocas.

“La ley de divorcio y el matrimonio igualitario son figuras que hace 20 años no existían, el divorciado antes no se casaba y ahora sí”, señaló. La ley de Matrimonio Igualitario, sancionada en 2010, amplió el acceso.

Morales destacó que para la unión convivencial y el matrimonio los requisitos son los mismos.

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