La monja italiana de 82 años que vivió su primera Vendimia

La hermana Elda Maltesse se reconoce fanática de la Fiesta desde que llegó a Mendoza, hace 60 años. Ayer estuvo en el teatro griego.

Las religiosas de la orden de la Sagrada Familia llegaron desde distintas partes y saludaron a cada uno de sus lugares. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes
Las religiosas de la orden de la Sagrada Familia llegaron desde distintas partes y saludaron a cada uno de sus lugares. Foto: Marcelo Rolland / Los Andes

Fue su primera Vendimia desde que vive en la provincia para la hermana Elda Matesse. Y de eso hace ya 60 años. Por eso ayer disfrutó del Acto Central en el teatro griego acompañada de otras monjas y no pudo ocultar su alegría y su emoción.

La religiosa llegó de Italia y, desde que eso ocurrió, el amor por la fiesta grande provincial fue creciendo. Cuenta que se queda hasta la madrugada mirando el resultado de la elección de reinas y destaca que es importante para quienes trabajan en el campo.

Elda pertenece a un convento de Colonia Bombal, Guaymallén, y pudo ver la Fiesta de manera presencial porque les regalaron la entrada a ella y a otras hermanas.

Por eso dijo estar cumpliendo un sueño. “Esta es una alegría inmensa. Esta es la primera vez que vengo, aunque una vez vi un ensayo. Pero siempre miro la Vendimia por televisión. Me encanta y, como vivo en Colonia Bombal, sé lo que es la vida del campo”, dice Elda, emocionada por las luces del Frank Romero Day.

La hermana, que pertenece a la orden de la Sagrada Familia, tiene 82 años y dice que la Fiesta es importante a pesar de todos los problemas que hay porque las dificultades quedan de lado y la Vendimia une. “Es un homenaje a la gente que trabaja todo el dia. En un momento de pérdida, la Fiesta ayuda”, asegura mientras se acomoda la medallita que representa a su congregación y se arregla los hábitos que la acompañaron al teatro griego.

En su cara sólo hay felicidad y emoción por lo que viene, por “Milagro del vino nuevo”.

Para Elda, el Acto Central es un momento solidario que ayuda a que las personas tengan esa sensación porque es un gozo. “Nosotros gozamos con esta fiesta popular. Es un momento del año que nos permite dar gracias a Dios. Es la uva, es la cosecha. Pero también es un momento para saber que, detrás de lo que hay en la mesa, hay trabajo que muchas veces no es reconocido. Hay muchas necesidades que no se ven”, apunta.

Elda no fue sola. Estuvo acompañada por otras monjas, entre ellas, la hermana Cinzia, que llegó hace una semana de Italia y quien también vivió la fiesta por primera vez. “Yo vine como misionera y siempre quise venir a la Fiesta. Ahora que cayó granizo en la zona donde vivo, donde se dañaron los cultivos, la Fiesta de la Vendimia nos ayuda a superarlo”, indica preparando el cartel a sus pies que dice Colonia Bombal y por lo cual confiesa que su corazón está con Guaymallén.

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