Jaquelina Castro, la tatuadora mendocina que vive en un pueblo de Dinamarca que no tiene comisaría

Lasherina de nacimiento, dio el salto a Europa gracias (o culpa de) la crisis de 2001. Ahora, a los 45 años, vive en Skagen, un pueblo de 9 mil habitantes del norte danés.

La mendocina de 45 años es tatuadora en Skagen, un pueblo del norte de Dinamarca.
La mendocina de 45 años es tatuadora en Skagen, un pueblo del norte de Dinamarca.

Jaquelina Castro Christensen (45) es mendocina y vive en Skagen, Dinamarca, un pueblo de 9 mil habitantes que se ubica en la punta más septentrional de Vendsyssel-Thy, en el norte de este país. Es tatuadora y guía turística para los hispanoparlantes y desde allí contó su historia a Los Andes empezando por advertir que es la única argentina que vive en esta localidad y que hasta le realizaron una nota en un medio local por este motivo.

Su historia en el extranjero, como la de tantos, inicia en 2001, con la crisis económica que marcó- para bien o para mal- el destino de tantos argentinos que tuvieron que irse del país en busca de un futuro sin sobresaltos laborales. “Me fui de Argentina después de la crisis del 2001, porque al egresar de la secundaria hubiera querido estudiar psicología, pero era privada y no podia pagarla. Por eso empecé Trabajo Social y no me gustó. Luego, me cambié a sociología, pero no era del todo lo que yo quería”, inicia contando. Paralelamente, tampoco tuvo posibilidades de conseguir trabajo para sostener los gastos de su reciente vida lejos de la casa paterna ubicada en Las Heras por lo que debió regresar a vivir con su familia.

“Un ex novio que vivía en Gran Canaria me ofreció ir allá a ver que pasaba con nuestra relación. Y aunque fue un desastre, a las dos semanas de estar allí conseguí trabajo de encuestadora. Por eso, entre que entre que había trabajo y la isla es un paraíso decidi quedarme. Después trabajé en un bar, una panadería, de niñera, en el bar otra vez y al final en un restaurante Argentino. Estuve 4 años ilegal pero encontraba trabajos”, recuerda.

La mudanza a Dinamarca

En el bar donde trabajaba Jaquelina, después de varios años, un día apareció Cato, un chico danés de quien se enamoró y aunque convivieron durante un año en España, como él tenía tres hijas en Dinamarca finalmente se mudaron hasta el país nórdico. “Asi llegué a Dinamarca en el 2009 y nos casamos en el 2010. En el 2013 tuvimos mellizos, Paloma y Martinus. Mi esposo Cato tiene una empresa de redes de seguridad para molinos de energía eólica, y otra de recursos humanos para energía eólica y plataformas petroleras. Sus hijas, que ahora tienen 21, 19 y 16, estudian y trabajan y ya viven solas”, relata.

La mendocina realiza tatuajes y también es guía turistica para hispanoparlantes que vistan Skagen, el segundo destino turístico veraniego de Dinamarca.
La mendocina realiza tatuajes y también es guía turistica para hispanoparlantes que vistan Skagen, el segundo destino turístico veraniego de Dinamarca.

Jaquelina, paralelamente a su trabajo, incursionó en el mundo del tatuaje, por casualidad -admite- aunque agrega que siempre le gustó el arte en general “Ahora tengo un local de tatuajes en nuestra ciudad. En mi tiempo libre salgo mucho a caminar o correr por los hermosos bosques que hay acá y hace unos años hice un curso de guía turístico para poder mostrar el lugar a hispanohablantes”, detalla.

Según describe la vida allí es muy tranquila, hay trabajo, buena educación y gente de todas partes del mundo. Tampoco hay inseguridad. De hecho, en su ciudad no hay destacamento policial, ni comisarías, y casi nunca se ve a un policía. “Tal vez en verano, porque es la segunda ciudad turística de Dinamarca, después de Copenhague”, remarca.

Jaquelina cuenta que a menudo debe lidiar con el frío ya que dura 9 meses al año y la vida se vuelve muy complicada en invierno, por la nieve y las pocas horas de sol. “A las cuatro de la tarde ya es de noche en invierno aunque en verano recién se pone a las 11 de la noche y ni siquiera del todo porque nunca está oscuro”, describe.

¿Mendoza o Skagen?

La mendocina admite que extraña la provincia y que viaja cuando puede. Recuerda que antes del Covid trataba de viajar de visita cada 2 o tres años, porque extraña mucho a su familia. Aquí tiene a sus padres, a su hermano y a una sobrina de dos años que aun no ha podido conocer. También quiere regresar para visitar a sus tios y a sus “50 mil primos”, dice en chiste. “Extraño a mis amigos, que hoy con WhatsApp se sienten más cerca pero un abrazo no se puede mandar por audio. También extraño la comida, añoro salir de mi casa y ver las montañas. Yo soy de Las Heras y tuve una infancia soñada, con muchos amigos en calles de tierra y acequias con barro podrido. ¡Ahora que lo cuento todavía siento el olor de ese barrio negro!”, dice con nostalgia.

Ella dice que le gustaría volver a vivir en Mendoza pero que cada vez que está de visita le agobia la inseguridad. Sabe, también que a sus padres les duele no poder estar con sus nietos pero que al menos saben que están seguros. “Si pudiera llevarme la seguridad y la estabilidad laboral que hay acá…”, sueña con puntos suspensivos. Igual, reconoce que ahora también extrañaría a su familia en Dinamarca, las comidas y la ciudad que le encanta. “Creo que siempre se habla de los que se quedan a ponerle el pecho al país, pero los que nos fuimos nunca podemos contar lo difícil que es”, termina.

Quienes quieran contar su historia de mendocinos por el mundo pueden escribir un mail a ffayad@losandes.com.ar

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