“Horneritos”, el comedor que nació con la cuarentena dura y hoy recibe a mil mendocinos

Hace un año, Gabriela Carmona reunió en Las Heras a 50 personas. Pero se han multiplicado debido a la crisis.

A los vecinos de Gabriela que se acercaron hace un año se sumaron cientos de otros lados. / Foto: Mariana Villa / Los Andes
A los vecinos de Gabriela que se acercaron hace un año se sumaron cientos de otros lados. / Foto: Mariana Villa / Los Andes

Aquella mañana del 23 de marzo del año pasado Gabriela Carmona, quien vive en Las Heras y es madre de cinco hijos, se levantó con una decisión que le cambiaría la vida: elaboró un puchero multitudinario para los vecinos necesitados.

La cuarentena por el Covid-19 comenzaba a modificar la vida en todo el mundo. Y en el Portal de El Algarrabal, donde ella vivió toda su vida, el desempleo y la pobreza ya acechaban entre las familias.

En las calles había “olor a miedo”, rememora, y fue así que, sin tiempo que perder, recorrió las carnicerías aledañas para pedir huesos que puso a hervir en dos enormes ollas con papa y zapallo.

Un rato más tarde, como por arte de magia, 50 personas se acercaron a retirar su ración.

“No podía entender cómo se habían enterado tan pronto. Claro, era tal vez el momento más crítico en la historia de todos los argentinos y el hambre ya andaba rondando”, reflexiona Gaby, que es celadora en un colegio público y tiene un marido –Pedro- el pilar en su vida.

Así nació el comedor y merendero “Horneritos”, que fue creciendo en número de concurrentes pero también en manos solidarias.

Vecinas y mamás voluntarias se sumaron a un proyecto que resultó un antes y un después en su vida: hoy, a poco más de un año de inaugurado, las viandas alcanzan a alrededor de mil personas, entre niños, adultos y abuelos.

“Familias enteras se acercan martes y jueves y jamás se les niega la comida aunque estemos ajustados y haya más concurrentes que lo habitual”, relata Gabriela.

Y agrega: “Veo llorar a las madres y sufro a la par, pero dejo de lado mis problemas personales y vuelco horas para que a nadie le falte su plato caliente. La recompensa es inigualable”.

Una foto que subió una vecina a Facebook durante un mediodía abarrotado de gente resultó un quiebre en la corta vida que, por entonces, tenía el comedor.

Aquella publicación motivó una verdadera avalancha de ayuda y así llegaron bolsas de papas, zapallo, cebolla, zanahoria, alimentos no perecederos y hasta ropa de abrigo y zapatillas.

“Fue un camino de ida: crecíamos en todo sentido y las familias enteras comenzaban a llegar de otros asentamientos, como Las Viñas, barrio Esperanza, El Borbollón, entre otros”, recuerda.

Si algo le faltaba a Gabriela para dimensionar su capacidad de trabajo -y su corazón enorme- fue el locro que organizó el 25 de mayo pasado para nada menos que 220 comensales.

“Un éxito”

Dos meses después, cuando el artista local Cristian Estrella le entregó a Gabriela 10 bolsas de harina, ella tuvo otra gran idea. “¿Qué hicimos? ¡600 canelones riquísimos y 2.000 pasteles fritos!”, exclama y confiesa que todavía no puede creer hasta dónde logró llegar junto a su incondicional equipo.

La experiencia le demuestra a diario que querer es poder. Hoy, asegura, nada la detiene.

“A nadie se le niega nada. Pensemos: quien se acerca a un comedor a hacer la fila no es porque tiene ganas”, deduce y añade: “Y los que changuean también salen de su jornada con hambre”.

“Horneritos”, un nombre que rinde homenaje a estos pájaros nobles y trabajadores -como la esencia de su fundadora- cumplió un año de vivencias inolvidables. De las buenas y de las no tanto.

Es que, así como resulta maravilloso apoyar a quienes lo necesitan, para Gabriela es agobiante lidiar con el dolor que le causa la pobreza. “Pero al día siguiente me levanto nuevamente sin mirar atrás”, aclara, convencida. Ella insiste: al hambre lo palpa todos los días pero declinar está lejos de sus planes.

Se despide mientras confiesa que se siente tan involucrada como el primer día en que amaneció con aquella determinación que la marcaría por siempre. A lo lejos, en la calle de tierra, comienzan a llegar las primeras familias con sus platos vacíos. Sonríe y asegura que no la asusta.

Si una mujer líder tiene habilidad innata para soñar en grande, desafiar suposiciones e inspirar a los equipos; si sabe cómo traducir grandes ideas en acciones y resultados concretos, entonces Gabriela Carmona, desde su humilde hogar del Portal del Algarrobal logró ese título con creces. Con mayúsculas.

Cómo ayudar

Quienes deseen colaborar con el comedor y merendero “Horneritos” pueden comunicarse con Gabriela Carmona al teléfono (261) 153136783.

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