Historias de vida: bomberas voluntarias al servicio de los vecinos de Tupungato

Andrea, Janet y Lucía integran el cuartel de bomberos voluntarios junto a otras nueve mujeres. Además de estar entrenadas para salvar vidas, llevan a cabo un trabajo solidario.

Bomberas de Tupungato, de madres, estudiantes, enfermeras, cosechadoras a bomberas voluntarias. Fotografía: Mariana Villa.
Bomberas de Tupungato, de madres, estudiantes, enfermeras, cosechadoras a bomberas voluntarias. Fotografía: Mariana Villa.

Decididas, abnegadas y con gran vocación de servicio. No es casualidad que Andrea Pérez, Lucía Villarrubia y Janet Condori formen parte del cuartel de Bomberos Voluntarios de Tupungato junto a otras nueve exponentes femeninas.

Ellas integran un plantel de 12 mujeres con gran compromiso social que se capacita no sólo para salvar vidas sino para desarrollar múltiples tareas solidarias.

Esta labor consiste en participar de campañas de donación de sangre, asistencia a enfermos de Covid-19; elaboración de ollas populares y administración de un ropero comunitario para los más necesitados.

Madres y mujeres de distintas edades, rompen con estereotipos y avanzan en una tarea que históricamente fue masculina. Así, esperan que sus testimonios contagien a otras referentes femeninas.

Lucía está en el último año de enfermería, tiene 25 años y empezó a concurrir a la academia impulsada por su esposo, que también integra el cuartel. Mamá de Sofía, de seis años y de Mateo, de cinco, sostuvo que la actividad que desarrolla en el cuartel le sirve como nexo en enfermería.

“Me incorporé en este año de pandemia y vi el otro rostro de los bomberos, la ayuda, el apoyo, el compromiso con la comunidad, me sentí conmovida con las acciones solidarias, las campañas. Siento que hago lo que me gusta”, reflexiona.

Lejos de considerar masculina a la actividad, tal como muchos creen, Lucía dice que jamás creyó en una carrera más humana y solidaria que la de bombero.

Es inmenso el hecho de capacitar para salvar una vida. Esto no es de hombres o mujeres, es de seres humanos”, concluye, orgullosa.

Andrea Pérez tiene 41 y también es mamá de un hijo –Diego Bautista de 7 años—. Su esposo, Carlos Félix, es bombero de toda la vida y hoy titular del cuartel de Tupungato.

Si bien es profesional de turismo, fue descubriendo la vida de un bombero, su entrega, abnegación, vocación de servicio y coraje.

Un hecho casi trágico en la familia marcó un antes y un después en su vida y en la decisión de incorporarse al cuartel.

Pasamos en peor momento de nuestras vidas cuando nuestro hijo cayó de un primer piso y casi pierde la vida. Entré en pánico y quedé en shock, completamente paralizada, sin poder actuar”, relata.

“Charly”, en cambio, fue el primero en asistirlo y mantenerlo con vida hasta llegar al hospital, donde fue intervenido quirúrgicamente dos veces.

“Cuando ingresó al hospital tenía un 20% de probabilidades de vida. Pudimos volver a casa luego de un mes con nuestro hijo sano y salvo. Estaré eternamente agradecida a la vida por la oportunidad de tenerlo hoy con nosotros, fue un milagro”, evoca

Justamente aquel episodio marcó la vida de Andrea.

“Uno nunca está preparado para actuar en un accidente pero sí podemos tener herramientas para intervenir y colaborar”, señala.

Estoy muy feliz de pertenecer al cuerpo, ha sido un año de mucho crecimiento profesional y, en lo personal, sigo aprendiendo que hoy podemos ser mamás, esposas, amas de casa, profesionales, compañeras y también bomberos”, señala.

Futura mamá y bombera

Janet Condori tiene 22, un hijo de seis y otro en camino.

“Empecé de casualidad, pero tengo vocación de servicio desde siempre. Inicié enfermería pero por problemas económicos no pude continuar. Apareció la posibilidad de inscribirme en el cuartel y acá estoy”, relata.

Al principio su familia se sorprendió. “Creían que era un chiste, pero seguí adelante y la labor me encantó”, agrega.

Janet considera que fue una ayuda a sí misma, que forjó su personalidad y conoció su propia fortaleza.

De repente, supo que podía salvar a alguien, que podía asistir a un niño, armar campañas viales, apadrinar, pedir ayuda y pedir ayuda para el ropero comunitario.

Janet se sintió útil. Sintió que su vida realmente valía la pena.

Academia

Bomberos Voluntarios Tupungato posee academia, entrenamiento, capacitaciones y es sede de numerosas campañas solidarias.

Hemos podido estar muy cerca de la gente y esto también es parte de ser bombero, a mí me ha llenado el alma de alegría en un año tan difícil, fue una caricia para el alma y el corazón”, finaliza Andrea.

Pérez sostiene que “particularmente estoy muy feliz de pertenecer al cuerpo de Bomberos Voluntarios Tupungato ha sido un año de mucho crecimiento profesional y en lo personal sigo aprendiendo que hoy podemos ser mamás, esposas, amas de casa, profesionales, compañeras y también bomberos”.

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