Historias de la vuelta de los chicos a las aulas en una jornada histórica para Mendoza

Semblanza de una mañana que quedará para el recuerdo en alumnos, padres y docentes. Ansiedad, incertidumbre y emociones propias de regresar a las escuelas en plena pandemia.

Una docente posa para la cámara de Los Andes en la escuela Arístides Villanueva, de Ciudad. / Orlando Pelichotti
Una docente posa para la cámara de Los Andes en la escuela Arístides Villanueva, de Ciudad. / Orlando Pelichotti

Ansiedad, temor, emoción…

Nunca un inicio de clases generó tantas sensaciones encontradas: hoy, sin dudas, fue una jornada que quedará para la historia, aunque los chicos aún no sean plenamente conscientes.

Desde muy temprano, los grupos de WhatsApp de padres y alumnos estuvieron al “rojo vivo”. Y en varias escuelas hubo situaciones para emocionarse: se abrieron las puertas y, espontáneamente, surgió un aplauso sonoro.

Alumnos y docentes ingresando con barbijo y distanciamiento: sin dudas, la imagen del año. De la década.

Vuelta a clases presenciales en la escuela Arístides Villanueva, en Ciudad. / Orlando Pelichotti
Vuelta a clases presenciales en la escuela Arístides Villanueva, en Ciudad. / Orlando Pelichotti

Este lunes, la organización y el protocolo aplicados en cada establecimiento generó opiniones para todos los gustos. Y si bien en la gran mayoría de los casos los padres estuvieron a favor de la presencialidad, teniendo en cuenta los efectos psicológicos que el aislamiento generó entre niños y adolescentes, algunos se manifestaron en contra.

“Ojalá sea lo mejor para todos. Estamos aprendiendo de esto. Hay colegios donde los chicos van todos los días y doble turno. Otros no. Creo que cada lugar intenta hacer lo mejor posible”, sostuvo Pamela, cuyo hijo concurre al Sagrado Corazón.

“Que tengamos un año mejor”, es todo lo que pido”, dijo Mariel, otra mamá, que aplaudió las palabras de Pamela.

“Se extraña horrores no volver a la normalidad, me pone la piel de gallina”, reflexionó Mónica, en un chat, donde, a las 7 en punto ya estaban todos conectados.

Mendoza protagonizó el regreso a las aulas de miles de estudiantes. / Orlando Pelichotti
Mendoza protagonizó el regreso a las aulas de miles de estudiantes. / Orlando Pelichotti

El colegio de su hija, Delfina, dividió a los cursos en dos y estableció presencialidad semana por medio. Salvo los miércoles, que concurre toda la división al salón de actos, con las medidas de distanciamiento correspondientes.

“Con un día que todos los chicos estén juntos alcanza para contagiarse. Por eso no entiendo por qué se los divide el resto de la semana. Alcanza un minuto para contagiar al compañero”, dijo.

Las contradicciones también estuvieron a la orden del día. “Es lógico que todos los papás desean, por un lado, que sus hijos se revinculen, porque la salud emocional es fundamental, pero al mismo tiempo muchos se quejan porque no están de acuerdo con los protocolos”, expresó Marisa, preceptora de un privado céntrico.

Es que cada establecimiento debió tener en cuenta su capacidad y su espacio. Y en base a ello, y a sus matrículas, cada uno adoptó sus medidas.

Las inquietudes continuaron durante toda la mañana. Hubo pocas respuestas concretas.

“¿El kiosco de la escuela estará abierto? ¿Deben llevar su vianda? ¿Pueden ir en equipo de gimnasia? ¿Habrá suficiente alcohol en gel? ¿Cómo actuará la maestra?”, fueron las preguntas.

“¿Cuándo se hará la feria para comprar y vender los uniformes que quedaron chicos y jamás se usaron?”. Los uniformes, efectivamente, fueron tema clave.

A todos les quedó chico y sin uso, por eso en la mayoría de las escuelas se organizaron ferias de canje o de compra-venta que se harán en el transcurso de esta semana.

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