Fat talk: cuando el aspecto físico se vuelve el eje de las charlas

Son comentarios, críticas y chistes, donde la imagen corporal es lo fundamental. Afectan la autoestima y se potencian con el aislamiento.

Muchos, generalmente sin mala intención, recaen en esta práctica que aumenta la vergüenza, la culpa y el rechazo. Foto: Mariana Villa / Los Andes
Muchos, generalmente sin mala intención, recaen en esta práctica que aumenta la vergüenza, la culpa y el rechazo. Foto: Mariana Villa / Los Andes

“Comimos un montón, seguramente engordé 62.822 kilos”. “En esta cuarentena estamos llegando al pico de la curva, digo por la panza”. “Mirá como adelgazaste, ahora estás más linda”. Estas son algunas de las frases que se reproducen de forma constante en los diálogos entre las personas y en las redes sociales, que no suelen llamar demasiado la atención por ser socialmente aceptadas. Sin embargo, configuran lo que a nivel mundial se denomina como “Fat talk”, una serie de comentarios, críticas y chistes, donde la imagen corporal o el físico son el pilar fundamental. Esto termina afectando la autoestima y generando un daño invisible.

Se trata de un concepto muy presente en la sociedad actual que la Asociación Civil de Lucha Contra Desórdenes Alimentarios (ALDA) San Rafael, una asociación civil, busca frenar a través de la concientización. En sus redes sociales compartieron una serie de mensajes al respecto que tuvieron grandes repercusiones. Es que la mayoría de las personas, y generalmente sin mala intención, recaen en esta práctica que, tal como alertan desde allí, incrementa la vergüenza, la culpa y el rechazo. Pero además motiva conductas poco saludables para ser aceptados en un estándar de “cuerpo ideal” que acarrea consecuencias nutricionales y psicológicas.

Verónica Vinay, coordinadora de ALDA San Rafael, contó que la publicación sobre “Fat talk” se realizó en el marco de las actividades del mes de los trastornos alimentarios, que fue en junio. “En Argentina hacemos mucho culto a la belleza desde lo físico; estamos desenfocados de lo realmente esencial, que es cómo somos cada uno como persona con nuestras sombras y luces”, relató.

Por esa razón les pareció fundamental hacer hincapié en este concepto. “Si a una persona que no tiene un trastorno alimentario estos comentarios le influyen, de forma más marcada lo hacen en alguien con bulimia o anorexia, donde la comparación con los demás está muy presente”, dijo.

Lo que desde ALDA buscan es concientizar sobre la forma en que nos dirigimos al otro. “Tenemos la cultura de encontrarnos con alguien y lo primero que le decimos es sí está más gordo o más flaco. Puede ser sin mala intención, pero no sabemos qué le está pasando en su vida y cómo puede afectarlo”, observó Vinay. Y aclaró que, si una persona tiene esta valoración con los demás, es porque también la tiene con sí misma. “Por eso tenemos que tratar de no descalificar, empezando por el lenguaje hacia nosotros”, remarcó.

La coordinadora también observó que al principio de la cuarentena, cuando no se podía salir salvo a comprar, se multiplicaron los mensajes sobre “cuánto íbamos a engordar” o “si no nos iba a entrar la ropa cuando terminara”. “Se juntó con que a muchos se les dio por cocinar. Y si engordaste ¿cuál es el problema?”, se preguntó. De todas formas, aclaró que a medida que se fueron habilitando más actividades y se fue volviendo a la rutina, todo se fue normalizando y esto fue desapareciendo.

De hecho, en vez de centrarse en esos mensajes dañinos, para Vinay este tipo de distanciamiento social debe ser tomado como un momento de reflexión. “Es una oportunidad para conectarnos con nosotros mismos, para plantearnos cosas más importantes e ir desmantelando ciertos conceptos que veníamos sosteniendo y ya no van más”, subrayó.

Experiencias personales

Haciendo una consulta rápida entre los mendocinos, si bien no tenían en mente el término, sí reconocieron haber sido parte de este tipo de conversaciones. “Es casi inevitable hacer referencia a un cambio físico de alguien si es muy notorio; creo que lo tenemos arraigado en nuestra cultura”, comentó Graciela (43). Ella misma ha experimentado grandes cambios de peso y muchos se lo han hecho notar. “No es con maldad, hasta por momentos una forma de halagarte aunque produzca el efecto contrario”, reconoció.

Gonzalo (32) tuvo una visión similar. “Lo estético es lo primero que se ve y tal vez lo más fácil para iniciar una conservación”, consideró. De todas formas, se mostró de acuerdo en cambiar estos hábitos. “Va a ser difícil y va a llevar tiempo, pero creo que nos va a volver más humanos”, concluyó.

¿Qué podemos hacer?

Desde ALDA San Rafael informan ciertas claves para frenar el “Fat talk”.

En primer lugar, recomiendan tomar consciencia: “Darnos cuenta de que este concepto está presente en la conversación que tenemos”.

Además, aconsejan desviar la conversación. “No lo es todo la comida, cómo nos vemos y si engordamos o no”.

Por último, destacan la necesidad de romper el hábito, que está tan incorporado en la sociedad.

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