“El tío era muy callado, había que sacarle cosas con tirabuzón”

Roberto Lavado cuenta que siempre fue un placer compartir reuniones y encuentros con el artista.

Varias personas se acercaron a la escultura del personaje que se encuentra en calle Arístides para despedir al artista.
Varias personas se acercaron a la escultura del personaje que se encuentra en calle Arístides para despedir al artista.

Desde su estudio jurídico, el abogado Roberto Lavado (61), uno de los cinco sobrinos del apellido del maestro, cuenta que siempre fue un placer compartir reuniones y encuentros con el artista.

“Claro, era muy introvertido y por momentos había que arrancarle cosas con tirabuzón, y si su esposa, la tía Alicia (Colombo), intervenía para dar más detalles o recomponer una anécdota, entonces él cedía la iniciativa, se callaba por un largo rato”.

Sin embargo, aclaró que era hermoso compartir momentos con Joaquín y que resultó triste ver como “se venía abajo” en los últimas semanas, a consecuencia del Parkinson, que desembocó en un accidente cerebro vascular.

Roberto trajo al presente las reuniones en la calle Matienzo de San José, la casa paterna, donde siendo adolescente veía a su ilustre pariente dibujar y dar forma a sus personajes. “Tenía un gran afecto por sus dos hermanos, papá (Roberto Lavado, famoso fiscal de la Justicia del Crimen) y César, el sanrafaelino, contador público, el más extravertido, locuaz,  de los tres. Todos sabrán que el travieso hermano de Mafalda lleva ese nombre por el hijo menor de César, hoy radicado en Chile, músico, ejecutante de la flauta”.

Otro aporte de Roberto también es conocido. “La muerte de mi papá (en febrero de 2919), y antes la de su mujer Alicia, fueron golpes muy duros de soportar para Joaquín”.

Quino había comprado una casa en el barrio privado Rincón de Aráoz (frente al INTA), pero no fue una etapa muy feliz, pese a que él había adquirido el inmueble con mucha alegría, según el testimonio de su allegado. Vivió allí tres años, y ese hogar estaba casa de por medio con el otro sobrino abogado, Diego y su mujer María Inés Vargas.

Por el quebrantamiento de su salud era cuidado por personal especializado, con la cercana asistencia de Diego. Fue precisamente este último quien le avisó a Roberto el desmejoramiento del artista, a partir del jueves 17… “Lo vimos apagarse…estaba con los ojos cerrados, aletargado…los médicos que lo atendían prefirieron que se quedara allí y no internarlo en una clínica. Nos despedimos porque sabíamos que era imposible una recuperación. Ahora quedan montones de recuerdos…hay que hurgar los álbumes familiares y encontrar a los tres hermanos juntos con sus esposas…”.

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