El Negro Tecla, el “L-Gante” mendocino que triunfa en la cumbia RKT y es buscado por las discográficas internacionales

Con 21 años, el lasherino aspiraba a triunfar como futbolista en Gimnasia y Esgrima de Mendoza. Pero amaba la música y grabó una canción (Rompe) que se convirtió en un éxito y que lo llevó a ser popular en apenas pocos días y ponerlo a las puertas de un contrato discográfico internacional.

Juliano Rover conocido como Negro Tecla y referente mendocina de la cumbia RKT 420

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Juliano Rover conocido como Negro Tecla y referente mendocina de la cumbia RKT 420 Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

Hay vidas fascinantes, no de héroes o estrellas lejanos y casi irreales, que viven en Hollywood o en Londres. Hay otros que viven, digamos, “acá a la vuelta”, y la cercanía geográfica no hace a sus historias menos propias de una novela. Contemos así, entonces, esta historia.

El camino de los sueños por cumplir de Giuliano Alessio Rover tenía dos senderos: en uno, el que había comenzado a pisar, el chico de 21 años, nacido y criado en Las Heras, triunfaba como futbolista. Ya era lateral izquierdo de la Reserva del Club Gimnasia y Esgrima, ya vivía en el trajín de levantarse a las 6 de la mañana cada día para ir a entrenar, ya soñaba con un gol en una subida fulgurante por su carril del campo de juego o con un cierre providencial ante un ataque rival.

El otro sueño era muy diferente: amante de la cumbia y movido por impulsos de composición musical, quería también ser estrella de este género popular y entrar alguna vez a un boliche, que por los parlantes sonara una canción suya y que toda la gente la bailara y la coreara. Ese sueño era incipiente e improbable, aunque Giuli se le había animado, a caballo de su pasión y sus conocimientos autodidactas de música: escuchaba mucha cumbia y se había bajado a la computadora de Conectar Igualdad, que le dieron en la escuela, un piano virtual con el que aprendió los rudimentos del teclado. Eso le había permitido, cuando recaló en una escuela en la que había un teclado real, pasarse horas en el colegio frente a él, con tanta insistencia y pericia que sus amigos comenzaron a llamarlo ya no sólo el Negro, como cariñosamente le decían, sino ya el Negro Tecla.

En esa edad postadolescente a veces los sueños no son livianos, al contrario. Se empiezan a notar con un peso creciente en la espalda y hay momentos, hechos cruciales, que tuercen el rumbo para siempre. A Giuliano, el cambio de sendero lo dio una suma de hechos: una lesión en el deporte, un consejo para que se animara a pasar de la cumbia a un género emparentado con esta (la cumbia RKT), una tarde de inspiración en su pieza y la explosión de un tema que grabó y que lo llevaría a ser, en un vértigo del que apenas han transcurrido cuatro meses, un artista popular, con millones de escuchas y un contrato discográfico a punto de hacerse realidad.

El nombre de la canción parece premonitorio: Rompe y cumplió con lo que dice la letra al principio. Hizo que todos se levantaran, que bailaran, que la cantaran. Hizo, en suma, que Giuliano asumiera, al parecer definitivamente, el mote como nombre y como el Negro Tecla alcanzara la impresionante cifra de 8,1 millones de reproducciones en YouTube y 9 millones de reproducciones en Spotify. Todo, de nuevo, en apenas cuatro meses.

El Negro Tecla aún vive en ese traspaso de una vida a la otra. Aún no termina de quitarse de encima las sábanas de su sueño de futbolista y ahora tiene frente a sí la consistencia palpable de su otro sueño hecho realidad.

Por eso cuando habla (con ese decir tan propio y sin vueltas de mendocinos cumbieros) no puede no mostrarse, todavía, sorprendido.

-¿Cómo empezó toda esta locura que te tiene como un nuevo ídolo de la cumbia RKT?

-Todavía no sé bien cómo fue. Yo me dedicaba al fútbol. Jugaba en Gimnasia y Esgrima de Mendoza, donde llegué a reserva y a primera. Pero a la vez, en 2018 había entrado a la escuela José P. Dávila, en Las Heras, en la modalidad de música. Ahí me encontré con piano de verdad y empecé a tocarlo. Tanto que de ahí viene mi nombre. Me decían “el Tecla” porque iba a la escuela para pasarme todo el tiempo tocando (risas).

-O sea que querías ser músico, pero ya estabas metido en el fútbol. ¿Por qué no seguiste jugando?

-Estaba pasando un mal momento. Estaba deprimido, la verdad, me sentía mal conmigo mismo, con mi familia (por mí, no por ellos), con todos. Para colmo, cuando estaba de terminar de jugar un partido, me lesioné. Así que me fui con un amigo a San Luis, justo cuando estaba haciendo un tema, Rompe. Ir para allá me ayudó a despejarme y animarme a subir ese tema a TikTok y a Instagram. Y explotó. En dos semanas estaba siendo un éxito y todo se me aclaró: tomé la decisión de ir a hablar con el club para anunciarles que me iba para dedicarme a la música.

-¿Pero esa canción salió así, de golpe?

-No, yo siempre estuve con esto. Empecé cantando en la escuela. Después me llamaban para tocar el teclado. Cuando me dieron en la escuela una computadora, de las del gobierno, empecé a usarla para grabar canciones. Pero a mí me gustaba la cumbia, y era lo que hacía. Había subido varios temas. Hasta este mismo año, o mejor dicho, a fines de 2021, subí a las redes algunas canciones de cumbia, con las que no pasaba nada. Y en un momento me dije: “Parece que esto no se escucha tanto ahora”. Mis amigos entonces me dijeron que hiciera algo de RKT (N. de la R.: un estilo musical surgido en una discoteca de ese nombre que combina la cumbia villera con el trap). Y pegó.

-Esa computadora fue fundamental para vos. Allí aprendiste a tocar el teclado y a grabar canciones…

-Sí, yo me bajé un programa que se llama Piano Digital 2.5 y aprendí algo. Después, en la escuela, me encontré con un teclado Yamaha de verdad y seguí con ese. También me compré un micrófno, que no es gran cosa, y auriculares. Y con eso hice música.

-¿Todo con esa computadora tan sencilla?

-Todo lo hice con eso, hasta que en la pandemia, con mi hermano nos compramos una un poco mejor, que la pusimos en la pieza. Y allí empecé a grabar. También me comrpé un teclado Yamaha, igual que el de la escuela. Con eso solo hacía mis canciones, siempre en la pieza que comparto con mi hermano.

-¿Y cómo nació esa canción?

-Hice 15 segundos de mi tema y lo subí a todas mis redes, para ver qué le parecía a la gente. Lo subí a mis historias de Instagram y a Tik Tok.En Instagram tenía 1.300 seguidores y por lo general veían mis historias unas 500 personas. Pero cuando subí esa historia me la vieron 2.000 personas, más que los que me seguían. En Tik Tok de golpe tuvo 3.000 visualizaciones, después 6.000. Y la gente lo pedía. Así que me puse y estuve como tres meses para terminar el tema. Como los 15 segundos eran muy buenos, yo quería hacer algo que estuviera al nivel y no se me ocurría nada. Pero lo terminé, a la gente le gustó. A la semana de que salió, lo sumó (el reconocido DJ) Fer Palacio y muchos cantantes y famosos grossos lo empezaron a compartir.

Juliano Rover conocido como Negro Tecla y referente mendocina de la cumbia RKT 420

Foto: Ignacio Blanco / Los Andes
Juliano Rover conocido como Negro Tecla y referente mendocina de la cumbia RKT 420 Foto: Ignacio Blanco / Los Andes

-Un éxito…

-Hoy tiene 9 millones de reproducciones en Spotify y 8 en YouTube. Saqué dos temas más, Báilalo y Ahí, ahí, también con muchas reproducciones.

-¿Y te contratan para tocar?

-Mi sueño era entrar a un boliche y que sonaran mis canciones. Eso ya me está pasando. Hoy me llaman para shows los fines de semana y, aunque no podemos decir bien cuál, está a punto de darse un contrato con un sello discográfico internacional.

-O sea, toda la fama junta.

-Sí. Yo sigo viviendo en el barrio Municipal de Las Heras, sigo durmiendo en la pieza con mi hermano (Valentín, de 23 años) y viviendo con mi hermana Micaela (15) y mis papás, Juan (48) y Carolina (45). Pero desde que salió este tema me piden fotos en todos lados. Yo me muevo en micro para ir a la escuela, que ahora estoy terminando en un CENS, y cuando me bajo del bondi la gente me espera para pedirme autógrafos.

-¿Y qué te gusta contar con las letras de tus canciones?

-Yo siempre cuento las cosas que me pasaron al ir a los boliches, al ver a la gente de mi barrio. No escribo nada, todo lo voy cantando, improvisando y grabando.

-¿Sentís que te cambió mucho la vida?

-Y, sí. Yo era un deportista profesional y me levantaba todos los días a las 6 de la mañana para entrenar. Ahora me levanto a las tres de la tarde y me pongo a hacer música, no me cuido en las comidas y salgo a las noches con mis amigos.

-¿Igual te cuidás?

-¡Más vale! Si tengo presentaciones no tomo, hay que cuidarse.

-Pero hay una frase que decís en tus canciones…

-Sí. Yo digo: “Pórtense bien. Y si se portan mal, inviten” (risas).

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