El área científica no debe privarse de las mujeres

La igualdad de género ha sido siempre un tema central de Naciones Unidas. La equiparación entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres contribuirán decisivamente al desarrollo económico del mundo y al progreso general. Esto se pretende que ocurra en el campo científico.

El área científica no debe privarse de las mujeres. Foto: Marcelo Ferández / Gentilieza UNCuyo
El área científica no debe privarse de las mujeres. Foto: Marcelo Ferández / Gentilieza UNCuyo

Cada 11 de febrero se celebra el Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia. En diciembre de 2015, la Asamblea General de las Naciones Unidas resolvió incorporar esta efeméride en la agenda mundial con el propósito de fomentar el acceso y la participación plena y equitativa de las mujeres en los campos de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y las matemáticas, conocidos como STEM por sus iniciales en inglés (Science, Technology, Engineering and Mathematics).

Esta iniciativa, liderada por la Unesco y ONU Mujeres, entusiasmó a los Estados miembro y sumó voluntades de gobiernos, organizaciones no gubernamentales e intergubernamentales, integrantes de la sociedad civil y del sector privado, universidades y empresas, quienes confluyeron en el objetivo común de promover la inserción y desarrollo de las mujeres y niñas en la ciencia y la tecnología.

María Teresa Damiani, Investigadora de Conicet y de la UNCuyo. Foto: Gentilieza UNCuyo
María Teresa Damiani, Investigadora de Conicet y de la UNCuyo. Foto: Gentilieza UNCuyo

Muchas son las razones esgrimidas para explicar o justificar la escasa presencia femenina en estas áreas del conocimiento, pero quisiera enfocarme en una en particular: los prejuicios. Los propios y los ajenos. Los prejuicios de género son generalizados y convierten en poco probable que familiares, amigos, -e inclusive- profesores, alienten a una niña/mujer a abrazar alguna disciplina de la sigla STEM. Resuenan como latiguillos frases como: “Esa no es una carrera para una mujer”; “¿Estás segura de que vas a poder estudiar eso? Es muy difícil”; “No te metas en ese mundo, no es para vos”. A los prejuicios del entorno, se suman los propios, las inseguridades y los miedos intrínsecos de adentrarse en un terreno ajeno, desconocido. Y, poco a poco, se encarnan como propios los cuestionamientos: “¿Seré capaz de estudiar/trabajar de esto?”; “¿Podré sobrevivir y desarrollarme en un ámbito tan masculinizado?”; “Entre tantos varones, ¿podré llegar a ocupar cargos jerárquicos?”; “Si las mujeres no eligen estas áreas del saber, por algo será…”. Estos y muchos otros cuestionamientos resuenan en la cabeza de la niña/mujer que enfrenta el momento decisivo de elegir una carrera científica o tecnológica.

STEM o no STEM, esa es la cuestión…

Hace muchos años elegí a la ciencia como profesión, como trabajo, como modo de vida. Y puedo con holgura afirmar que no me equivoqué. Las alegrías y las satisfacciones que la Ciencia me ha dado superan ampliamente las dificultades que he debido enfrentar y las batallas que he debido luchar. Desarrollarme en el ámbito de la ciencia y la tecnología me permitió conocer los límites del conocimiento y desafiarlos, y en el trabajo diario, para expandirlos, logré mi propio crecimiento académico y profesional. La emoción y la alegría que suponen un descubrimiento científico o la realización de un desarrollo tecnológico es inenarrable, no se puede describir, es una sensación de tal plenitud que supera cualquier expectativa. La curiosidad es un motor muy poderoso, conocer lo desconocido es muy emocionante. ¿Por qué privarse de ser científica o tecnóloga? ¿Por qué desistir?

El conocimiento tiene impacto global, por lo que la Ciencia se desarrolla inserta en el mundo. Es inherente al trabajo científico la interacción con colegas de distintos países, la concurrencia a congresos y conferencias nacionales e internacionales, por lo que además de la satisfacción personal que implica realizar un trabajo creativo, no rutinario y apasionante como el científico, la ciencia me posibilitó viajar a distintos lugares, conocer diferentes culturas y compartir momentos de trabajo virtual y presencial con científicos y científicas de muchas nacionalidades.

Derribar prejuicios

La amplitud y la multidimensionalidad del conocimiento determinan que la Ciencia actual se realice en equipo, por lo que el estereotipo del “científico loco”, enajenado, solitario, aislado, dista mucho de la realidad. Cada vez más los Premios Nobel son compartidos, los desarrollos tecnológicos -como ha demostrado la generación de vacunas- son fruto de equipos multidisciplinarios, con integrantes con diferente formación académica, pertenecientes a distintas universidades e institutos de investigación, provenientes de diferentes países. La carrera científica me permitió encontrar “amigos y amigas de la ciencia”, colegas con quienes comparto proyectos de investigación y el convencimiento de que el conocimiento nos hace más libres, más soberanos y nos abre la puerta a vivir más y mejor.

El área científica no debe privarse de las mujeres. Foto: Marcelo Ferández / Gentilieza UNCuyo
El área científica no debe privarse de las mujeres. Foto: Marcelo Ferández / Gentilieza UNCuyo

Retomando el concepto inicial de este escrito, derribemos nuestros propios prejuicios. La ciencia y la tecnología son campos en los cuales una niña/mujer puede desarrollarse profesionalmente en plenitud. Animemos a nuestras congéneres a abrazar la carrera científica, a incursionar en el apasionante mundo de las STEM, a ser tecnólogas y liderar nuevas disciplinas del saber. Y todas juntas ayudemos a la sociedad a derribar los prejuicios de género que dificultan el acceso igualitario de más niñas y mujeres a estas áreas del conocimiento. La ciencia y la tecnología necesitan del aporte femenino: la mirada, la forma de pensar y de actuar de las niñas/mujeres amplían y enriquecen la concepción científica actual. Comparto mi experiencia con el único fin de animar a más niñas/mujeres a abrazar la carrera científica porque estoy convencida de que la Ciencia no debería privarse de las mujeres.

Las becas de investigación

Las mujeres suelen recibir becas de investigación más modestas que sus colegas masculinos y, aunque representan el 33,3% de todos los investigadores, sólo el 12% de los miembros de las academias científicas nacionales son mujeres.

En campos de vanguardia como la inteligencia artificial, donde solo uno de cada cinco profesionales (22%) es una mujer.

*La autora es investigadora de Conicet y de la UNCuyo. La doctora Damiani es además secretaria de Investigación, Internacionales y Posgrado de la Universidad Nacional de Cuyo.

Producción y edición: Miguel Títiro - mtitiro@losandes.com.ar

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