Dolor solidario: perdió a su hijito y dona su trabajo para ayudar a una nena con cáncer

Hace 5 meses Franco Sebastianelli sufrió la muerte de su pequeño de 4 años. Ahora corta el pelo y lo que recauda lo dona a la familia de Tania, una niña que padece la misma enfermedad.

Franco y Alan ya no están juntos pero su espíritu de lucha y entrega se refleja en la solidaridad hacia Tania Farías, otra guerrera. Foto: gentileza
Franco y Alan ya no están juntos pero su espíritu de lucha y entrega se refleja en la solidaridad hacia Tania Farías, otra guerrera. Foto: gentileza

Franco Sebastianelli sufrió hace cinco meses lo más difícil que un ser humano puede atravesar: perdió a Alan, su único hijito de 4 años, que luchaba contra un neuroblastoma metastásico. Devastado por tanto dolor, aunque de pie, volcó su solidaridad para la causa de Tania Farías, una “guerrera” de Tunuyán que también tiene cáncer y que en estos días sufrió una recaída en su salud, por lo que necesita dinero a fin de atravesar esta etapa.

Así, Franco se propuso destinar las ganancias de los cortes de pelo que realiza para esta humilde familia que sobrelleva desde hace años la enfermedad de su hijita, una leucemia mieloblástica aguda, un tipo de cáncer en la sangre poco frecuente.

“Con su familia nos conocimos en el ámbito del hospital. Sólo quien atraviesa situaciones similares puede entender lo que significa tener un hijo enfermo y, a la vez, gastos de todo tipo, medicamentos, alimentación adecuada, vivienda digna”, enumeró Franco.

“Sé que, si hubiese sido al revés, el papá de Tania se hubiese comportado de igual modo”, sostuvo, mientras recordó que su hijo hubiera cumplido 5 años ayer.

“Son fechas muy tristes y hoy que Alan ya no está, siento que tengo que ayudar de alguna manera”, agregó Fracno, para evocar el proceso más duro del tratamiento que implicó, incluso, que debiera dejar de trabajar.

“Retomé la actividad en Cruz de Piedra, Maipú, en un espacio que armé a modo de peluquería. Les pido a quienes deseen colaborar que lo hagan porque de ese modo estarán ayudando a Tania”, clamó.

Franco evoca los tiempos difíciles que la familia sorteó junto a Alan, a quien la enfermedad se le diagnosticó tras observarlo agotado y descompuesto.

Molesto, incómodo, dolorido, Alan empezó a peregrinar de médico en médico hasta que finalmente en el hospital Humberto Notti dieron en la tecla. En el medio, su mamá Natalia soportó lo inimaginable, incluso que le dijeran que su hijo estaba sano, que eran ellos -los padres- quienes lo estresaban. Que era un niño mañoso.

Pero no era maña. Alan tenía un tumor de 13 centímetros en la espalda que le comprimía el estómago y los riñones. Por eso dejó de comer y también se le dificultó caminar: la masa le oprimía un nervio que iba a la pierna derecha. Comenzó así una verdadera pesadilla.

El drama no finalizó allí, porque poco después comenzó una lucha burocrática con la obra social, que no autorizaba un estudio específico en tiempo y forma.

Así, los papás debieron abonar el año pasado una diferencia de 55.000 pesos reunidos gracias a la solidaridad de la gente y a las redes. Los Andes se hizo eco de la historia y se la contó a millones de lectores.

Natalia solía cocinar empanadas para vender porque el dinero no alcanza, mientras su esposo trabajaba en un laboratorio.

Poco antes de partir, sus papás le dijeron a Alan: “Por cada lágrima derramada tendrás momentos felices y muchas sonrisas”. Así, Franco y Natalia lo consolaban y los días pasaban entre largas horas de internación, medicación y agujas. Alan no pudo salir adelante y aunque dejó a sus papás derrumbados, seguirán ayudando a quienes aún sortean la batalla.

La niña que es pura lucha

En una sala aislada del hospital de niños Humberto Notti, y luego de peregrinar entre varios consultorios y especialistas, Natalia y Gabriel empezaron a vivir una pesadilla cuando lejos estaba en sus pronósticos la enfermedad y, menos aún, el Covid-19.

Ni cerca de imaginarse que en la Casa Ronald Mc Donald, en el predio del propio sanatorio, Natalia y su hija iban a transcurrir largos meses de aislamiento obligatorio y a lograr vínculos inimaginables.

En diálogo con Los Andes, Gabriel, papá de Tania, valoró el gesto de Franco, con quien se siente “codo a codo” en esta lucha. “Lamentablemente su angelito se fue al cielo y ahora se solidariza con nosotros. Estamos agradecidos”, dijo. Respecto de la salud de Tania, contó que inició nuevamente su tratamiento de quimioterapia.

Cómo ayudar

Franco armó una peluquería en Cruz de Piedra, Maipú. Allí realiza sus cortes solidarios y destina lo recaudado a la familia de Tania. Quien desee colaborar con ellos puede comunicarse al (263) 154516416.

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