El 30 de noviembre se celebra el Día del Influencer y diario Los Andes reunió a un grupo de creadores de contenido mendocinos para agasajarlos. En una charla íntima y distendida, seis influencers compartieron sus comienzos, experiencias y los desafíos que enfrentan a diario al trabajar con sus redes sociales.
La cita fue a las 13 en la galería Piazza y los primeros en llegar fueron Matías Valencia (30) y Jenni Saade (35), los dueños de la cuenta de @mansaidea. Mientras esperaban al resto de invitados, la charla sobre redes y los influencers comenzó rápidamente y quedó claro que entre los creadores de contenido de Mendoza se conocen prácticamente todos y predomina la buena onda y camaradería.
Incluso, después de un evento al que varios fueron convocados, crearon un grupo de WhatsApp que usan para interactuar por consultas laborales, como ponerse de acuerdo con un presupuesto, para consultar sobre clientes, pero también para interactuar entre ellos.
Si bien no todos son amigos, como ocurre en cualquier tipo de trabajo, cuando llegó Marcos Estebenez (38) @soyuntalmarcos, y atrás Fabio Marengo (35) @fabiomarengook, los cuatro sí se conocían y hasta quedó en claro que tienen un código de humor en común.
A la charla se sumó luego Valentina Arévalo (27) @nutricion.valearevalo, a quien no conocían los demás porque hace contenido muy diferente, pero rápidamente la charla fluyó y la integraron al grupo. La mesa se completó cuando llegó Merlina Oliverio (28) @merlinaoliverio, muy compinche con sus colegas.
El comienzo en redes, el momento “cringe” por el que pasaron todos
Una vez ya todos en la mesa de una cafetería de la galería, previo a la elección del almuerzo, cada uno compartió su experiencia sobre cómo fueron los primeros pasos hasta llegar a tener el número de seguidores que manejan en sus redes sociales, los canjes o acuerdos con marcas o emprendimientos, entre otros aspectos, que los ubican en el lugar de influencers.
El ser “influencer” o creador de contenido, como más se identifican, tiene un peso desde el momento cero, ya que tiene mucho a favor pero también en contra. Algo con lo que luchan es con el estigma sobre si realmente lo que hacen es trabajar, por la exposición de su intimidad, en algunos casos, o la idea de que todo lo hacen porque comen o se visten gratis, pero hay mucho detrás que sienten que no se reconoce.
Lo primero que tuvieron que vencer en algunos casos fue la vergüenza. Aunque Jenni aseguró que “la vergüenza de grabar una historia en la calle se va” y es parte de la tarea de quien crea contenido hacerle frente a las miradas o críticas.
Si bien iniciaron con las redes por motivos diferentes, coincidieron en que no fue fácil, ni mucho menos de un día para el otro, pero sí que todo fue fruto de perseverar. Si bien hoy tienen un perfil, estilo, un contenido que los diferencia y para una audiencia específica, el inicio fue similar y hasta pasaron por la broma o la burla de quienes los conocían por tener que creerse influencers cuando aún el número de seguidores y la interacción, no decían lo mismo.
“Esa es la peor parte, hacer de cuenta que ya te dedicás a esto cuando recién empezás y te da hasta vergüenza ajena, pero hay que seguir adelante”, explicó Fabio. Por su parte, Merlina usó la frase “todo da cringe hasta que...”, para expresar que hay que pasar esa etapa para llegar a lo que cada uno considera como el “éxito” personal.
Incluso, algunos perdieron personas en el camino que no respetaron este proceso o la decisión de exponerse, de grabarse en diferentes situaciones. Sin embargo, destacan la ayuda que reciben de su entorno como familiares, amigos o pareja que los ayudan a grabar, los acompañan a las reseñas, les dan apoyo en redes o hasta se animan a aparecer en cámara, cuando su estilo es más reservado.
¿Se puede vivir como influencer en Mendoza?
En la charla no faltó la pregunta de si en Mendoza se puede vivir sólo de ser influencer y la respuesta es que no se puede. De los seis creadores de contenido, sólo una se dedica de lleno a trabajar con las redes. Los demás tienen que combinar esta tarea con otros trabajos, lo que implica coordinar horarios y hacerse un tiempo extra para ir a grabar, editar y compartir el contenido.
El panorama de la publicidad cambió significativamente en los últimos años. Ya no son únicamente los famosos quienes pueden promocionar marcas en redes, también lo hacen personas comunes que, gracias a su autenticidad y creatividad, logran construir comunidades sólidas en plataformas como Instagram y TikTok.
El reconocimiento en redes y la devolución que reciben del contenido que ofrecen, a través de “likes”, compartidos y de mensajes, forman parte de lo gratificante de este rol. Después de pasar por la etapa de sumar seguidores, muchos consiguen monetizar a través de canjes, es decir recibir productos o servicios a cambio de hacer la publicidad en redes, pero también reciben dinero por crear contenido específico para publicitar.
Los seis influencers trabajan mucho con reseñas de locales gastronómicos, con la promoción de locales de ropa y de productos en general, pero en los últimos años se abrió mucho el abanico de posibilidades económicas.
En la charla, coincidieron en que al principio se les hizo difícil ponerle un precio a su trabajo con las redes, por el mismo estigma que tienen los influencers. Pero con el tiempo pudieron darle valor al camino que recorrieron hasta tener el número de seguidores que tienen, el trabajo que lleva crear contenido auténtico, además de la inversión que tuvieron que hacer en los mejores teléfonos, para ofrecer la mejor calidad de imagen, micrófonos, capacitarse en edición, en redes y de más para ofrecerles los mejor a su comunidad.
Esto y mucho más es parte de “lo que no se ve” del trabajo del creador de contenido que muchos resumen en “me haces o subís un videito”, como resaltaron durante la charla, sin tener en cuenta todo lo que hay detrás.
“Bienvenido sea el hate”, que siempre está presente
Así como está lo positivo, también están las críticas. No siempre la reacción al contenido es la que esperan ya que el “hate” o mensaje de odio siempre está presente. Pero aprendieron que muchas veces los comentarios pueden convertirse una oportunidad, ya que les incrementa el número de interacciones y esto hace que sus videos se vean mucho más en Instagram o TikTok.
En este caso “bienvenido sea el hate”, dijo Jenni. Como el viejo dicho que dice que “la mala publicidad es buena publicidad”, ya que cualquier tipo de exposición puede crear oportunidades. Y como son consientes de esto, a veces buscan algo de polémica en el contenido, sin cruzar la línea fina que puede poner en peligro una publicación por las reglas de la plataforma.
Además, lidiar con el “hate” es parte de ser un influencer, ya que no todo es color de rosas y nunca faltan las críticas. Es por eso que consideran necesario “laburar el autoestima si te vas a dedicar a esto”, como expresó Marcos ya que “no es para todo el mundo”, según destacó Valentina.
Por eso, el mensaje para quienes quieren comenzar es que arranquen con lo que tienen, no importa si no es con el mejor teléfono o sin un micrófono profesional, lo importante es animarse a empezar. Y, en esa misma línea, la constancia de saber que el camino no va a ser fácil, pero en algún momento va a llegar la recompensa.