Un argentino lleva 5 meses preso en África por tener el pasaporte vencido y su familia está desesperada

La desesperación y la incertidumbre son dos las agujas que marcan el paso de las horas y de los días para la familia de Nicolás Bossié (32) desde hace poco más de 5 meses. Y es que este joven argentino nacido en Mercedes (Buenos Aires), se encuentra detenido e incomunicado de su familia y del mundo exterior desde el 19 de mayo en Malí (África). ¿El delito? Haber ingresado a ese país de África Occidental con el pasaporte vencido, considerado delito penal en ese territorio. En realidad, el delito es no portar documentación que certifique la identidad.

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“No tenemos ningún tipo de información, no conocemos en qué condiciones está Nicolás. Nunca pudimos hablar con él desde que lo detuvieron. Más allá de que, gracias a que hablo inglés, puedo estar en contacto permanente con un asistente social de la cárcel y quien me dice que él está bien, el obstáculo principal que tenemos hoy es no conseguir ningún abogado que pueda ver el expediente y entender cuál es el problema”, resume la tía de Nicolás, Karina Lombardo en diálogo con Los Andes. La mujer vive y trabaja en Mendoza, y junto a su hermana y su cuñado -padres de Nicolás- ya no sabe qué hacer para que se destrabe la situación.

Del día a día de Nicolás, quien cumplió sus 32 años el 28 de agosto pasado en una celda de Kayes (Malí), es poco y nada lo que sabe su familia, y eso es lo que más los angustia y desespera. Incluso, a nivel diplomático la situación se encuentra estancada, ya que Argentina no tiene embajada en Malí y la más cercana es la de Nigeria. De hecho, entre la ciudad de Kayes (donde está detenido Nicolás) y la capital de Malí, Bamako, hay poco más de 500 kilómetros y ningún abogado con el que se han logrado contactar los familiares del mercedino parece dispuesto a recorrer ese tramo para ocuparse de la situación. Esto lleva a que la familia de Nicolás no encuentre una respuesta o, por lo menos, una mínima certeza de cómo está y cómo pasa su día a día el joven, que salió de su ciudad natal en 2012 y quien durante los últimos 10 años se ha dedicado a viajar por el mundo.

“Él no anda con celular y cuando podía, se conectaba vía Facebook y ahí me contaba cómo iba. La última vez que tuve contacto con él fue el 13 de mayo, cuando me escribió por Facebook. Ese día estaba en Senegal, a punto de cruzar a Malí. Días después, Cancillería le mandó una carta documento al papá de Nicolás para notificarlo que estaba detenido. Así fue que nos enteramos. Hoy no sabemos nada sobre él”, agregó la mujer. Y sostuvo que, si bien no ha podido hablar con su sobrino, la familia cree que el joven no estaba al tanto de las consecuencias de llevar la documentación vencida. O, quizás, subestimó las consecuencias de esta falta.

“Yo creo que Nicolás estaba al tanto de que se le había vencido el pasaporte, pero como había pasado en los otros países -que son democracias-, no se dio cuenta. De hecho, a él se le venció estando en Marruecos, pasó por dos países más sin problemas. Aquí el problema es que hay una dictadura. Él no lo sabía, y yo tampoco. Si no, se lo hubiera dicho y alertado”, resume su tía.

El sueño que se convirtió en pesadilla

Cuando en 2012 Nicolás Bossié partió de Mercedes, lo hizo con un objetivo soñado: conocer distintos países, viajar por el mundo y recorrer, como sea, al menos un país de cada uno de los continentes. África era la deuda pendiente, por lo que a comienzos cruzó a Marruecos desde España y allí comenzó la etapa de la aventura que terminaría convirtiéndose en una pesadilla para él y su familia, aquí en Argentina.

“Nicolás se fue de Mercedes a los 21 años, había terminado la secundaria. Su idea era recorrer el mundo, salir y ser libre. Arrancó por América, Europa, Australia, Asia y le faltaba África. Dependiendo de a dónde iba, trabajaba en gastronomía de esa ciudad -generalmente en cocina-, pero si iba a un lugar de campo, se dedicaba a la cosecha”, destaca su tía Karina Lombardo, con quien más se comunicaba Nico.

Ya en suelo africano, a Nicolás se le venció el pasaporte. Pero no tuvo obstáculos en recorrer Marruecos y Senegal antes de llegar a Malí y de ser detenido. El problema estalló cuando puso un pie en la ciudad de Kayes, allí lo que era una película de aventura mutó a una de terror.

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Porque en ese país africano, donde el día a día se dirime entre ataques yihadistas y una escalada de violencia que se agravó durante los últimos meses, haber ingresado sin una documentación vigente fue el peor descuido que pudo haber cometido Nicolás.

“El 19 de mayo, Cancillería avisó al papá y desde ese moento estamos en contacto con ellos. Al principio, parecía que iba a resolverse en una audiencia que iba a ser el 2 de agosto. Pero nunca se hizo ni se reprogramó. De ahí se perdieron las comunicaciones y todas las acciones que ha encarado Cancillería no han tenido éxito”, destaca su tía. Incluso, contó que la embajada argentina en Nigeria les había sugerido a un abogado y que el letrado les dijo que se iba a acercar, pero todavía no fue. “Ninguno quiere trasladarse desde Bamako -capital de Malí- a Kayes porque es lejos -510 kilómetros- y costoso”, agrega la mujer desde Mendoza.

Algo de tranquilidad y la tensa espera

Lo único que la familia Bossié ha podido saber de Nicolás ha sido gracias a un asistente social de la cárcel de Kayes quien, en inglés, les dio algunas precisiones para que sepan que el joven está bien. Incluso, periódicamente esta sigue hablando con la tía de Nico.

“Yo hablo cotidianamente con un asistente social que trabaja en la cárcel. Él me cuenta por WhatsApp y me dice cómo está, le hace llegar nuestros mensajes. El 28 de agosto Nicolás cumplió 32 años allá. Por medio de este asistente social e hicimos llegar los videos, y él me contó que se los había mostrado. Pero cuando le pregunté si podíamos hablar con él, nos dijo que el director de la cárcel no lo permite. Cada vez que hablamos me cuenta que Nicolás está bien físicamente y moralmente, pero está ansioso”, agrega Karina.

A esta imposibilidad de verlo –ni siquiera en fotos- y de hablar con él, se agrega que -según pudo averiguar Karina-, en ese país, lo que tiene que ver con alimentación e higiene de los presos depende exclusivamente de lo que familiares y allegados puedan acercarles a los reclusos. Y Nicolás está, literalmente, solo en Malí. “Entiendo que hay organismos que están asistiendo a personas que están como Nicolás, por lo que me han contado que tiene las mínimas condiciones”, destaca con angustia.

Entre tanta desesperación, pareciera asomar una pequeña luz de esperanza mientras recorren el camino para la familia. Y es que, según informaron desde Cancillería, tienen previsto viajar la semana próxima a Malí para asistir a Nicolás Bossié y tomar cartas en el asunto. El detalle es que, al menos hasta este mediodía, oficialmente no les habían comunicado nada a los padres del joven (aunque la información había sido confirmada por la agencia de noticias Telam).

“Estamos esperando, atentos. Ya nos pasó en agostol cuando el papá de Nicolás iba a tener una audiencia y había recibido la notificación de que la justicia de Malí iba a poner un abogado de oficio. Sin embargo, esa audiencia fue suspendida y nunca se reprogramó. Y a partir de ahí, todo entró en una nube”, destacó con angustia la tía del joven.

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A la convulsionada situación social que se vive en Malí, se suman características propias de la geografía, topología y el clima en ese país del norte africano. Y es que en el verano de esa región africana, las temperaturas son extremadamente altas. De hecho, en mayo –justamente la fecha en la que llegó Nicolás- las máximas pueden alcanzar los 46°.