Desafío inspirador: 40 mujeres con cáncer escalaron los Andes

Llegaron desde distintas provincias y realizaron un trekking hacia el avión uruguayo caído en 1972. La experiencia fue organizada por un grupo de oncólogos y guiada por un mendocino.

Mujeres con cáncer de mama o recuperadas de la enfermedad salieron en excursión el pasado viernes y llegaron el domingo al anochecer al Valle de las Lágrimas, donde ocurrió el “milagro de los Andes”. | Foto: gentileza
Mujeres con cáncer de mama o recuperadas de la enfermedad salieron en excursión el pasado viernes y llegaron el domingo al anochecer al Valle de las Lágrimas, donde ocurrió el “milagro de los Andes”. | Foto: gentileza

María Macarena Membrives Arocena tiene 45 años y es oriunda de Ituzaingó, provincia de Buenos Aires. Corina Bespresvany tiene 48 y es de Capital Federal. Ambas, que luchan contra el cáncer de mama, formaron parte de la última expedición que organizó el mendocino Eduardo Molina (Tuiti Trekking Mendoza) junto a un grupo de oncólogos al Valle de las Lágrimas, región del Sosneado, Malargüe, en plena cordillera de los Andes, donde cayó el avión que trasladaba a un equipo de rugbiers uruguayos el 13 de octubre de 1972, poco más de 50 años atrás.

Si bien hace años que “Tuiti” organiza estas expediciones, el hecho de convocar a mujeres con cáncer o recuperadas de la enfermedad representó todo un desafío y un sentido profundo, reflexivo e inspirador, según dijo a Los Andes.

El grupo de 40 mujeres, todas pacientes de oncólogos que organizaron la experiencia como forma de homenaje, salió de Mendoza el pasado viernes 3 de marzo y llegó el domingo al anochecer. Se trata de la segunda salida de este tipo. La anterior fue para mujeres recuperadas de la enfermedad.

“Creo que el mensaje, precisamente en este Día de la Mujer que celebramos, es que a veces los procesos para llegar a un objetivo no suelen ser fáciles pero la recompensa es enorme”, sostuvo Corina, en diálogo con este diario.

Madre de tres hijos, debutó con cáncer de mama en 2008 y luego de varias idas y vueltas y cirugías, sintió la necesidad de llegar a los restos del avión como forma de simbolismo y de homenaje.

“Había visto el documental de una experiencia igual que se hizo tiempo antes y no lo dudé. La llamé a mi mamá y nos fuimos juntas. Ella también sobrevivió al cáncer. Fue una experiencia hermosa por donde se la mire, porque más allá de la inmensidad del paisaje y de la emoción de estar allí, nos unió muchísimo”, dijo.

Un desafío inspirador

Macarena aún hoy se encuentra en pleno tratamiento. Relató que el haberse encontrado en un momento muy difícil de su vida con un oncológo que, más allá de acompañarla en su tratamiento, impulsó a las mujeres a seguir desafiando la vida y le hizo abrir los ojos.

Eduardo Molina  junto a un grupo de oncólogos realizaron una expedición al Valle de las Lágrimas. | Foto: gentileza
Eduardo Molina junto a un grupo de oncólogos realizaron una expedición al Valle de las Lágrimas. | Foto: gentileza

“Como reflexión, estoy convencida de que cada una de nosotras carga con su propia cordillera y que la única manera de poder caminar con eso es desafiando a la vida para que la carga sea más liviana”, indicó. Su enfermedad empezó en 2021 y asegura que esta experiencia resultó una inyección de vida.

“También destaco el acompañamiento y el cuidado hacia las mujeres, tanto de parte de los doctores que nos acompañaron, como del instituto Alexander Fleming, principalmente de Fernando Petracci, mi oncológo, y de Tuiti, que tiene una gran experiencia en esto”, añadió.

El organizador de estas salidas, con muchísimos años de experiencia, contó que el hecho de haber guiado a mujeres enfermas de cáncer fue “inspirador, sobrecogedor y muy reflexivo y profundo”.

“Hace 16 años que vamos al Valle de las Lágrimas y es la segunda oportunidad que lo hacemos con mujeres recuperadas o enfermas. Llegaron desde Corrientes, Buenos Aires, La Plata, Chaco, Tucumán y otras provincias y nos acompañaron los oncólogos y una psicooncóloga mendocina”, relató.

Apenas cuatro del total de 40 exponentes femeninas quedaron en los campamentos y no pudieron llegar al lugar propiamente dicho. De todos modos, aseguró Molina, la vivencia resultó por demás importante y trascendental en la vida de todas.

“No es un trekking sencillo, requiere de cierto entrenamiento. La gran mayoría llegó y vivió lo que suele experimentarse en caminatas de esta naturaleza, es decir, el arte de pensar y la reflexión”, indicó.

Corina remarcó que su madre, Beatriz Bernath, de 72 años, también quedó maravillada con esos tres días tan especiales de su vida. “Ella se quedó en el campamento junto con otras pocas mujeres y la mayoría pudimos seguir camino. Recuerdo la inmensidad de la montaña y lo diminuto que uno se siente en ese paisaje. Mi pensamiento era continuar paso a paso, y cada uno era pequeño para resguardarnos físicamente. Entendí lo gratificante que puede resultar llegar a un lugar así, donde mucha gente sobrevivió pero otra tanta murió. Sólo puedo decir gracias, una y otra vez”, reflexionó.

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