De los “chalecitos peronistas” a los barrios sustentables: las casas del IPV a 75 años de su creación

Se creó en Mendoza en septiembre de 1947. Fue la primera oficina de ese tipo en todo el país y, desde entonces, se construyeron y mejoraron más de 109.000 casas en la provincia. Los distintos modelos y tipologías con que se trabajó a lo largo de la historia, de acuerdo al contexto y necesidades.

Las nuevas unidades apuntan a la sustentabilidad y la eficiencia energética. Foto: José Gutiérrez / Los Andes
Las nuevas unidades apuntan a la sustentabilidad y la eficiencia energética. Foto: José Gutiérrez / Los Andes

El 22 de septiembre de 1947, por medio de la Ley provincial 1.658, en Mendoza se creó el Instituto Provincial de la Vivienda. El anhelado, eterno y siempre vigente objetivo de ayudar a la gente a cumplir el sueño de la casa propia –combinado con el derecho a acceder una vivienda digna- fue lo que motivó la creación de este organismo. Y que fue el primero en crearse en el país, durante la primera presidencia de Juan Domingo Perón.

“El IPV mendocino fue pionero a nivel nacional. Existían políticas y programas, pero como instituto y con un presupuesto específico, el de Mendoza fue el primero que se creó”, repasa la investigadora asistente del Conicet, Verónica Cremaschi, quien además ha especializado sus estudios en la temática de vivienda en Mendoza.

“Hasta entonces no había una sistematización a la hora de asistir a la vivienda social. Pero con el IPV, se crea una oficina que se va a dedicar exclusivamente a solucionar el tema de la vivienda popular”, agrega.

En los 75 años transcurridos desde su creación, el IPV mendocino ha entregado y hecho mejoras en más de 109.000 casas.

Dependiendo de la realidad económica y del gobierno de turno, las políticas habitacionales y la tipología de viviendas con las que trabajó el IPV a lo largo de la historia fue mutando.

“Algo para destacar en la actualidad es que se está trabajando con un innovador prototipo que apunta a la sustentabilidad, a la eficiencia energética y a la introducción de nuevas tecnologías”, resalta a su turno la presidenta del IPV, María Marta Ontanilla.

Aquellos “chalecitos peronistas”

Antes de la creación del IPV y de la primera presidencia de Perón, en Mendoza los entonces “conservadores” impulsaron algunas políticas habitacionales. “En 1938 se construyó el barrio Cano (Ciudad) y sus torres con un programa de ‘casas colectivas’”, explica Cremaschi.

Ya con la impronta peronista, las primeras casas que construyó en Mendoza el Instituto replicaron el modelo de los “chalecitos peronistas”. “Cuando se creó el IPV, había financiamiento provincial y también nacional, por medio de Banco Hipotecario. Lo primer que se construyó en Mendoza fueron los ‘chalecitos peronistas’, que eran una versión pequeña del tradicional chalet. Toda la Sexta Sección se construyó entre 1947 y 1955. Lo mismo que el Barrio Bancario (Godoy Cruz), el barrio Ejército de los Andes (Guaymallén) y 17 de octubre (Godoy Cruz)”, sigue la investigadora.

Durante los primeros años había 16 modelos de viviendas, detalle que complejizaba mucho la parte técnica, Sin embargo, esta variedad también sacaba a la luz el confort.

“Esos primeros chalecitos tenían pisos de parqué y baños completos con bañaderas. De esa época son los mitos urbanos –de sectores que no simpatizaban con el peronismo- que sostenían que la gente hacía asado con el parqué del piso, o que colgaba jamones en los baños. Siempre hubo un resquemor de las clases altas con esas casas”, agrega Cremaschi.

En 1955, con el derrocamiento de Perón y la proscripción de este partido, la política habitacional en Mendoza también sufrió cambios. Desde los más superficiales, como cambiar los nombres de algunos barrios que llevaban denominaciones peronistas, hasta la necesidad de dar respuestas a los asentamientos informales.

“El crecimiento demográfico fue acompañado por el surgimiento de asentamientos en las zonas periféricas de las grandes ciudades. Por eso, a partir de 1955 se empiezan a buscar soluciones de parte de un Estado que ya no era asistencialista. Entre estas soluciones aparecen los planes de erradicación de villas“, sigue Cremaschi.

Construcción por ayuda mutua y el rol de la mujer

En la década del 60 y del 70 se registró otro cambio de paradigma: surgió la estrategia de construcción por ayuda mutua. “Era un modelo apoyado por instituciones internacionales y que se implementó en otros lugares de América Latina. Se trajo a Mendoza a la asistente social Helga Peralta y a su marido, el arquitecto Jorge Arrigone. Y ellos trajeron al IPV un sistema que consistía en que los trabajadores construyeran sus viviendas usando su mano de obra. El IPV brindaba crédito para materiales y asistencia técnica, mientras que los obreros trabajaban para construir sus propias casas”, resume.

Pero este sistema, no estuvo ajeno a críticas, en especial de sectores más de izquierda y que denunciaban sobreexplotación de los trabajadores.

Más cerca de los 70 la mujer comenzó a ganar protagonismo. “Las mujeres empezaron a trabajar en planta permanente del IPV a través de figura de trabajadoras sociales. Antes había poco cupo femenino, pero ahora entraba la mujer y se encargaba de los censos, los talleres de educación y del seguimiento”, sostiene Cremaschi.

Con este modelo de construcción por ayuda mutua se construyó el barrio San Martín (Ciudad de Mendoza), con el cura José María “Macuca” Llorens como referente fundamental.

“Dentro de este modelo se organizaban cuadrillas y se trabajaba por manzanas. Era para que una persona no terminara de construir su casa y dejara de trabajar. De hecho, todas las casas de la manzana eran iguales y, una vez que se terminaba, se sorteaban las llaves para ver qué casa le tocaba a cada uno”, ejemplifica la investigadora.

La parte negativa es que este modelo nucleó varias denuncias referidas a capataces y jefes de cuadrilla que acopiaban el material que se les entregaba e, ilegalmente, lo revendían.

Los programas experimentales de los 80

A partir de la década del 80 –sin que se abandonaran los modelos previos- se implementaron programas experimentales. “Así fue como se planificó y construyó el barrio La Gloria. Cuando se construyó el estadio mundialista en el parque, se erradicaron villas que había en el lugar y otra que estaba en la finca de Giol (se llamaba villa La Gloria). El barrio La Gloria estaba pensado como viviendas con pasajes chicos y con espacios comunitarios fuertes –clubes, plazas o centros asistenciales-. Esa idea de hacer súper manzanas, con desarrollo más peatonales y en las que no entraran autos, tenía que ver con que los lotes eran pequeños”, describe Cremaschi.

El problema es que, a la larga, en este barrio se terminó dando una tugurización; pasajes reducidos y encerrados, que aislaban a los vecinos.

Entre 1960 y 1980 comenzaron a proliferar las viviendas en bloques (torres con grandes departamentos). De esta época son construcciones como la Villa del Parque (en Godoy Cruz), los monoblocks de calle Pellegrini (Ciudad), las torres del barrio Unimev (Guaymallén) y las viviendas del barrio Covimet (Godoy Cruz).

También fue en la década del 80, con la intención de erradicar villas, crecieron los mega conjuntos habitacionales. De esa época data el barrio La Estanzuela (Godoy Cruz), que llegó a ser el más grande de este tipo en América Latina.

Los 90, la descentralización y el rol clave de los municipios

A partir de la década del 90 se produjo una descentralización del IPV. Además de llevar adelante sus propios proyectos, el organismo comenzó a trabajar codo a codo con los municipios.

“Se produjo un achicamiento de personal del IPV, mientras que las secretarías de Viviendas de los Municipios comienzan a atender la demanda y llevan sus propios proyectos. A nivel territorial, era mejor esa cercanía de cada municipio de conocer las problemáticas”, se explaya Verónica Cremaschi.

El IPV y la situación habitacional en Mendoza actualmente

Durante los últimos 3 años, y de acuerdo a las estadísticas aportadas actualizadas, el IPV entregó 2.271 viviendas en la provincia. Además, hay 2.273 viviendas que están en ejecución y 2.813 que se licitarán próximamente.

En cuanto a trabajos de mejoramiento, 827 están en ejecución y 1.588 están en vías de iniciarse.

Según destacó la presidenta del IPV, María Marta Ontanilla, 4.527 familias ya se han visto beneficiadas por los trabajos de urbanización de barrios, la instalación de servicios básicos y la construcción de espacios públicos. Además, otras 3.726 familias están en vías de ser incluidas en otros procesos que están en marcha.

“La gestión del IPV, además de la construcción de las viviendas, tuvo grandes avances en otros temas como la Ley de Sistema de Etiquetado de Eficiencia Energética y la consolidación como práctica de la sociabilización de los proyectos con los vecinos. Además, desde otras provincias se han interesado en algunas de nuestras prácticas en los sistemas constructivos como San Juan y Misiones. Haber obtenido la certificación de las normas ISO 9001:2005 para la atención del público es muy importante. Desde la planificación del Ministerio hacemos posible que hayan muchos nuevos puestos de trabajo, no solo con la obra propiamente de las casa, también con lo que rodea a un barrio como son las servicios y las calles, entre otras cosas”, destacó por su parte el ministro de Infraestructura, Mario Isgro.

El déficit habitacional en Mendoza

No existe el dato exacto de la cantidad de familias que están aguardando su casa en Mendoza. De hecho, es algo que debería desprenderse de los resultados definitivos del último Censo, aunque aún no están esas cifras. No obstante, la presidenta del IPV sostiene que existe un dato variable y tiene que ver con la demanda habitacional.

“Cada municipio tiene su propio registro de necesidades habitacionales en sistema. No necesariamente es gente que no tiene casa, sino que puede ir e inscribirse de forma espontánea. En esos registros hay, aproximadamente, 110.000 familias inscriptas”, resume.

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