Chacras de Coria y un paisaje que los vecinos quieren preservar

Presentaron un trabajo a Patrimonio para que el distrito de Luján obtenga la categoría de Paisaje Cultural, con el objetivo de mantener las edificaciones históricas y características pueblerinas.

La solicitud firmada por cientos de frentistas está en manos del Consejo Asesor de Patrimonio, que deberá dictaminar. Foto:
La solicitud firmada por cientos de frentistas está en manos del Consejo Asesor de Patrimonio, que deberá dictaminar. Foto:

El pasado agrícola, aquel pueblito de viñedos y bodegas que sirvió de fuente de inspiración de artistas, la transformación de un lugar de veraneo y de casas de fin de semana al desarrollo inmobiliario actual. Chacras de Coria, el pintoresco distrito de Luján de Cuyo, ha transitado distintas etapas desde que nació, en el siglo XVIII, cuando estas tierras pertenecían a don Juan de Coria Bohórquez.

Gran parte de la historia del distrito y sus particularidades se puede ver reflejada en un extraordinario trabajo realizado en conjunto por vecinos del lugar, que se pusieron a trabajar a principios de año y en abril presentaron un pedido a la Dirección de Patrimonio para que Chacras de Coria obtenga la declaratoria de Paisaje Cultural, categoría que tiene el objetivo de proteger el sitio del “desmedido avance urbano” y así evitar que desaparezcan aquellos hitos que marcan esa sucesión de momentos históricos.

La solicitud firmada por centenares de frentistas está en manos del Consejo Asesor de Patrimonio, que deberá elaborar un dictamen. Si es favorable al pedido, entonces se podrá obtener la declaración por parte del Ejecutivo provincial que permitirá preservar el paisaje y las edificaciones históricas que identifican al lugar.

Los vecinos que presentaron la iniciativa explican que el trámite marcha al ritmo que marca la pandemia, pero a nivel general hay consenso para avanzar en la propuesta.

El objetivo es preservar el paisaje y las edificaciones históricas que identifican al lugar.
El objetivo es preservar el paisaje y las edificaciones históricas que identifican al lugar.

“Un grupo de vecinos autoconvocados trabajamos en el rescate de distintos valores de Chacras. Fuimos construyendo documentos con la memoria, historia oral, tradiciones, además de elaborar un registro con las características arquitectónicas y urbanísticas”, explica Verónica Cremaschi, arquitecta investigadora del Conicet y vecina.

Cuenta que se movilizaron ante el crecimiento inmobiliario, la deforestación y tala indiscriminada y las obras viales que agravarán la problemática del tránsito en el distrito.

Al principio del trabajo se aclara que estas tierras eran de dominio huarpe (cultura Agrelo), que a esta zona la denominaban “Lanyeni”, que significa hondonada, y allí tenían cultivos. Posteriormente se asentó en el lugar una encomienda, en terrenos que los colonizadores habían cedido a Coria Bohórquez.

En la parte histórica del documento presentado por los pobladores se destaca que, según el censo de 1812, “en las Chacras de Coria figuran 344 habitantes del campo. Por ese entonces abarcaba un territorio que incluía una importante porción de Godoy Cruz, por lo que la población del sector actual de Chacras de Coria sería de alrededor de 200”.

Más adelante, el escrito vecinal de 40 páginas indica que la subdivisión de terrenos, la apertura de algunas calles y la concentración de vecinos en el centro de la localidad, generaron una pequeña villa y ya se perfilaba como lugar de veraneo hacia fines de siglo XIX. Y cita al investigador Jorge Ricardo Ponte, que expresa: “El suburbio agrícola hacia el Sur de la ciudad, arrimándose al río Mendoza y por ello más surcado de canales de riego, resulta muy fresco en el verano. Allí es donde se encuentran muchas casas-quintas de las familias acomodadas y el mismo se perfila, ya desde comienzos del siglo, como el sitio obligado del paseo del fin de semana”.

El próximo viernes, el casco histórico de Chacras cumplirá 119 años. El escrito también hace referencia a que por iniciativa del director de la escuela de varones, José Fernández Cabrera, se obtuvo la donación de un terreno para la ubicación de la plaza y las calles adyacentes y otro para la futura iglesia y edificio policial. El 16 de julio de 1902 se creó la villa, cuando José Mazzolari donó esos predios.

El documento describe que en la década del 40 comenzó a desarrollarse la industria química y de transformadores eléctricos, a través de la creación de múltiples empresas como Carbometal, Pablo Casale, Electra y Viplastic. que en la actualidad se encuentran prácticamente desmanteladas. Con las crisis vitivinícolas registradas después de 1975, comenzó una creciente erradicación de viñedos. Chacras pasó entonces a reforzar su especialidad como lugar de veraneo y fin de semana para, finalmente, transformarse en un lugar de residencia permanente, con la incorporación acelerada de los barrios privados a partir de la década del 90.

Los pobladores también informan que en 1980 Chacras tenía 3.054 habitantes y una tasa de crecimiento del 1% anual. En 1991 ya habían cerca de 5.000 habitantes y la tasa de crecimiento había aumentado al 4,4% anual. Según el último censo de población (2010), alcanzó los 12.428 habitantes con una tasa del 5% anual. Esta fuerte expansión urbana fue siempre sobre aquella tierra agrícola e irrigada.

Reuniones y edificaciones

Otra parte del documento rescata los usos sociales, las periódicas reuniones en la plaza, retretas, quermeses y bailes o los clásicos encuentros musicales en los jardines de la casa Seippel.

Sobre el entorno y el paisaje suburbano de Chacras, se señala que “en el paisaje actual aún quedan marcas del pasado; en general, hasta finales del siglo XX el crecimientose ha amoldado a las características históricas del sitio”.

Y se acompaña un relevamiento de las edificaciones de aquella época que pertenecieron, y algunas aún pertenecen, a reconocidas familias de la zona, ubicadas sobre calles Mitre, Italia y Viamonte, en el casco histórico la mayoría. La casa Mazzolari-Cerutti, las residencias de Manuel Diez, Santa María, Navarro, Zapata Mercader, del doctor Correas, doctor Levy, Tisera, Elaskar, Víctor Delhez, Guiñazú, Aguinaga, Mosso, Seippel (hoy Club Banco Mendoza), De los León, Seidel Felman, doctor Cubillos, Teresa O´Connor y de Antonio Alsina.

Entre las bodegas, el registro, con fotografía y breve reseña, resalta: la Catena, Elaskar, Martínez (hoy Rossel Boher), El Abuelo, Bonfanti, Gargantini (hoy Clos de Chacras) y Masiero. Y entre los otros edificios que conforman el patrimonio chacrense figuran el ex aserradero (hoy Almacén Español), la Biblioteca Popular Chacras de Coria, la ex panadería los Andes, aserradera Elías Agustín, el ex Hotel (hoy gimnasio), la escuela Teresa O´Connor, el Registro Civil, la ex central telefónica, teatro Leonardo Favio (ex Cine Splendid), la iglesa Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, ex posada El Ángel, restaurante del Automóvil Club, hotel San Francisco, El Cortijo, restaurante Sirio-Libanés y la estación del ferrocarril trasandino Paso de los Andes .

Sobre la historia oral y tradiciones, el documento rescata muchísimos hechos, anécdotas y personajes, varios de ellos fueron conocidos a través de los relatos de Chela Cocucci, Lula Solanes y Onelia Cobos . Entre ellos, La Esquina de la Virgen (relato de Rafael de Borbón): “A fines de 1920, el capitán Luis C. Candelaria, pionero de la aviación argentina, que en 1918 cruza la cordillera desde Zapala a Curicó, pide el retiro del ejército debido a su delicado estado de salud y se viene a vivir a Chacras de Coria.

A ese efecto compra a la familia Dalla Torre la casona ubicada en la esquina noroeste de Pueyrredón y Viamonte, esquina que cuando se formaban crecientes recibía las aguas de Viamonte y Pueyrredón, con alturas que a veces superaban el metro y medio.

Durante una de esas crecientes, Candelaria ve flotando una Virgen, que resultó ser Santa Bárbara, del daño producido por las crecientes. Hombre religioso, no dudó en rescatarla y colocarla en un pedestal, que ubicó en la esquina de su casa, y desde entonces se la llama “la esquina de la Virgen”.

Cabe recordar que era costumbre de los españoles colonizadores colocar a las poblaciones que fundaban bajo la protección de un santo y de alguna “abogada protectora”, entre los que se destacaban Santa Mónica y Santa Bárbara.

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