Casas de Andía: el tesoro arquitectónico escondido en las calles mendocinas

Cerca de 120 viviendas conviven con la monotonía de la urbe en Mendoza. Se destacan por sus formas, materiales y su relación con el paisaje, y son parte del patrimonio y legado de Gerardo Andía.

Casas Andía.
Viviendas en el Gran Mendoza diseñadas por el reconocido arquitécto mendocino Carlos Andía
vivienda ubicada en Emilio Civit casi Tiburcio Benegas de Ciudad.

Foto: José Gutierrez / Los Andes
Casas Andía. Viviendas en el Gran Mendoza diseñadas por el reconocido arquitécto mendocino Carlos Andía vivienda ubicada en Emilio Civit casi Tiburcio Benegas de Ciudad. Foto: José Gutierrez / Los Andes

Entre el hormigón, el concreto y las infinitas rejas de la Mendoza urbana se esconden algunas casas que, por sus formas y volúmenes, sus texturas y materiales; no solo llaman la atención de propios y extraños, sino que son un patrimonio arquitectónico y cultural de nuestra provincia.

Se trata de las llamadas “Casas de Andía”, obras del icónico arquitecto mendocino Gerardo Andía, quien introdujo el modernismo en las viviendas de la ciudad y forjó un estilo propio tan inigualable como admirable.

Como observó la doctora en Ciencias Sociales, Magdalena Day, en su blog personal, “Mendoza no tiene monumentos ícono, como podrían ser un obelisco, una estatua de la Libertad, o un faro, pero sin lugar a dudas tiene un estilo de arquitectura emblemático, desarrollado entre los años 55-70 y tantos, que estableció como un clásico en distintos puntos de la ciudad a las Casas de Andía”.

Así, lo que para el gran Gerardo Andía fue una búsqueda personal de estilo y creatividad y un compromiso de ejercer con responsabilidad la arquitectura, para Mendoza terminó siendo un patrimonio cultural y hasta una atracción turística. “Son obras únicas que hay que ver como un tesoro escondido en las calles mendocinas del Barrio Bombal, de la Quinta Sección o de Guaymallén”, agrega Magdalena Day en sus textos.

En total, son alrededor de 120 sus obras desparramadas por Mendoza. La más icónica es su Casa-Estudio (1958), ubicada en calle Bandera de los Andes 4931 del barrio Nuevo, en Guaymallén. Hay otras reconocidas como la Casa Arizu (1970) en el barrio Bombal; la Casa Herrera (1972) en la esquina de Del Valle Iberlucea e Hipólito Irigoyen o la Casa Galigniana (1960) en Bandera de los Andes y Santiago Araujo. Las hay también, por ejemplo, en otros departamentos como San Martín.

El arquitecto Julio Miranda, protagonista en un documental de “Crónicas Urbanas”, manifestó allí que la clave de las Casas de Andía es “la conexión y el vínculo con la naturaleza”.

Casas Andía.
Viviendas en el Gran Mendoza diseñadas por el reconocido arquitécto mendocino Carlos Andía
vivienda ubicada en calle Suarez 580 Barrio Bombal  de Ciudad.

Foto: José Gutierrez / Los Andes
Casas Andía. Viviendas en el Gran Mendoza diseñadas por el reconocido arquitécto mendocino Carlos Andía vivienda ubicada en calle Suarez 580 Barrio Bombal de Ciudad. Foto: José Gutierrez / Los Andes

Es decir, “la relación intensa que debe haber entre una obra de arquitectura y el paisaje o el entorno”, continuó el especialista, además de resaltar la particularidad de la provincia. “Una geografía como en Mendoza debe ser domesticada porque no es amable, porque es un desierto”, dijo al respecto.

EL DESAFÍO DE MENDOZA

Entonces, ¿cómo imaginamos una arquitectura apropiada al inhóspito clima mendocino: seco, duro, de temperaturas extremas, sol refulgente y escasas precipitaciones? Esa pregunta se hizo Susana Fasciolo, arquitecta egresada de la Universidad de Mendoza, en su artículo denominado “Andía: la luz de lo orgánico”.

“Supone muros anchos, pequeñas aberturas que controlen la entrada luminosa del día y no permitan que penetre el frío de la noche. Jardines de poco consumo de agua, de piedras, rocas y arena con la flora típica de cactus, chañares, espinillos y jarilla”, continúa el escrito.

Allí mismo, Fasciolo respondió: “La arquitectura de Gerardo Andía parece diseñada para otra geografía, diferente a la de estas latitudes, aunque debemos admitir que su camino fue explorar ese contraste. Su actitud frente al desierto fue un desafío”.

Para ella, especialista en interiorismo, lo más importante que reflejan las Casas de Andía es el respeto por el entorno, la integración con la naturaleza, la luz natural, los espacios amplios y diáfanos, el predominio de lo útil sobre lo superficial, la austeridad de las formas y no de la ornamentación, y los materiales naturales.

En coincidencia, Jimena Andía, arquitecta y sobrina de Gerardo, destaca de estas obras “el verde penetrando hacia adentro, con el límite entre el exterior y el interior que se desvanece”.

En el documental anteriormente mencionado, Jimena también resalta “el dinamismo permanente en la volumetría, con formas y planos que de despegan y flotan”; y “una enriquecedora materialización” de alguien que “manejó la piedra como yo nunca he visto, como una obra pictórica”.

Julio Miranda, por su parte, aporta que la concepción de Gerardo Andía de que “la vivienda es un lugar para que la vida se desarrolle” hizo que el icónico arquitecto se preocupe y ocupe por la funcionalidad, la comodidad, el disfrute y el confort.

“Su proceso de trabajo tiene una lectura de leer el contexto donde va a trabajar, y en ese entorno trata de armar una isla de armonía, un espacio para la vida que no implique necesariamente el objeto construido sino también su exterior, el jardín”, sintetizó Miranda.

PATRIMONIO Y LEGADO

Las Casas de Andía y el legado de Gerardo tienen mucho más terreno para profundizar y detallar que este espacio. Pero vale la pena poner el tema sobre la mesa y destacar el estilo de arquitectura emblemático con el que cuenta Mendoza, tal vez el más influyente del último medio siglo.

De hecho, las obras tienen tal relevancia en el ambiente y la provincia que hace solo algunos meses la Casa-Estudio ubicada en calle Bandera de los Andes al 4931 estuvo a punto de ser comprada por el Colegio de Arquitectos de Mendoza, con la intención de proyectar una casa museo y un museo de la Arquitectura, que no hay en la provincia.

“A nivel personal me llenó de regocijo saber que parte de la arquitectura de Mendoza no es accidental, que no tiene que ver con «lo que se podía hacer por el peligro sísmico» y que detrás de esas casas de autor, había un par de arquitectos que hacían una gran transgresión para la arquitectura de la época en la que vivían”, concluye Magdalena Day sobre las Casas de Andía.

En referencia al legado de Gerardo Andía y su obra, Julio Mirando dejó en claro que, “como mendocino, la enseñanza de Andía es que uno no puede imitar sus formas. Él nunca se preocupó por imitar las formas de sus maestros, sino que aprendió de ellos”. Su sobrina, la arquitecta Jimena Andía, reafirmó que la enseñanza del icónico arquitecto para colegas y artistas de Mendoza es “buscar en uno mismo su propio camino, su propia creatividad”.

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