Es mendocino, viaja por todo el mundo y cuenta sus exóticos viajes en un blog

En “Peregrino errante”, Jerónimo Bustelo (28), un inquieto abogado nieto del recordado Ángel Bustelo, exhibe imágenes y vivencias de su itinerario de siete meses por Turquía, Irán, Asia Central, Armenia, África y Marruecos, entre otros lugares. Su libro, sus proyectos y su historia.

Jero (en el centro, de lentes) con practicantes de “Zoorkhaneh”, un deporte antiguo persa, en una de sus travesías. | Foto: gentileza
Jero (en el centro, de lentes) con practicantes de “Zoorkhaneh”, un deporte antiguo persa, en una de sus travesías. | Foto: gentileza

Con los brazos en alto en las montañas del Cáucaso, haciendo dedo en el Kurdistán iraní, sonriente y asombrado en Persépolis, tomándose una selfie con un iraquí en Tabriz... Las imágenes y los relatos que el mendocino Jerónimo Bustelo exhibe en su blog, al que denominó “Peregrino errante”, forman parte de una experiencia en solitario que realizó desde abril hasta noviembre de 2022 y de la que regresó con otra “cabeza”, sorprendido con la hospitalidad y el amor que le brindaron en países donde existen grandes prejuicios culturales.

Nacido en Godoy Cruz y actualmente radicado en Luján de Cuyo, “Jero” es nieto del reconocido Ángel Bustelo y amante de los viajes desde que era adolescente.

Por eso, cuando tuvo la oportunidad y algunos ahorros, armó un itinerario que logró realizar durante esos siete meses en los que eligió vivir como los propios lugareños, alojándose en casas de familia, compartiendo costumbres e intentando aprender los distintos idiomas.

El cronograma, repleto de matices y experiencias maravillosas, contempló Barcelona, Turquía, Irán, Asia Central, Armenia, Giorgia, algunos países de Europa, África y Marruecos.

-¿Cómo surge esta idea?

-Desde los 18 años me encanta viajar como mochilero y especialmente tener contacto con los pobladores autóctonos. Había estado planeando este viaje mucho antes, pero la pandemia lo postergó. Entonces aproveché a leer sobre Marco Polo y Alejandro Magno, entre otros viajeros reconocidos, y me di cuenta del desconocimiento que existe en Occidente sobre esa cultura y esos territorios.

Jerónimo junto a una familia del Norte de Irán, en un pueblo llamado Ardebil frente al Caspio. Los conoció cuando hacía dedo en una ruta.
Jerónimo junto a una familia del Norte de Irán, en un pueblo llamado Ardebil frente al Caspio. Los conoció cuando hacía dedo en una ruta.

-¿Y el blog surge como necesidad de mostrar cada lugar?

-Claro, viajar, mostrar, contar. Porque hay mucho prejuicio y quise dejar plasmada la realidad que yo viví. A veces los relatos no podían ser tan frecuentes como lo hubiese deseado, pero sentía que tenía que frenar y procesar algunos momentos y experiencias. Necesitaba tiempo. Por ejemplo, en Irán decidí no escribir todo lo que me salía en el instante por varios motivos. En principio quería ser riguroso y no criticar el régimen por los controles y la seguridad sobre las redes sociales. Por eso lo hice a mi tiempo. Además, tengo miles de fotos guardadas.

-¿Sentiste inseguridad en algún momento?

-No y eso fue lo más llamativo. Tenemos catalogado a Irán como un país peligroso y, sin embargo, me sentí todo el tiempo muy seguro, incluso más que en Latinoamérica o Europa. En Irán hay muchas mujeres viajeras, gente en bicicleta, todos amables y hospitalarios.

-¿Alguna anécdota?

-El cariño y la entrega de los lugareños lo viví en miles de anécdotas. Una noche fui a cenar a la casa de una familia muy humilde en Kurdistán y el recibimiento fue tan cálido que se habían reunido 25 personas. Lo más increíble fue que todos se peleaban por alojarme aquella noche. El amor y el cariño lo sentí no sólo en Irán, sino durante todo el itinerario.

-¿Cómo te arreglaste con el idioma?

-De muchísimas maneras, pero con base en el inglés y tratando de aprender el idioma de cada lugar. No pretendía hablarlo a la perfección, pero sí, al menos, explicar lo básico, las frases comunes o, simplemente, poder expresar que no conocía el idioma. El traductor de Google también fue de mucha utilidad. Y el silencio también resultó una forma de comunicarme. A veces uno cree que necesita hablar todo el tiempo y no es cierto. Hay gestos, miradas, risas, silencios que hablan por sí mismos y eso pude comprobarlo en carne propia.

-¿Por ejemplo?

-Una noche en Tabriz, Irán, mientras compartía una cena familiar, sentí muy buena energía con el padre de familia, un señor bastante cerrado que no hablaba inglés ni era amigo de la tecnología. Sin embargo, pese a todos los pronósticos, pasamos una noche maravillosa comunicándonos perfectamente, sólo que no a través de las palabras.

Jerónimo en una reunión con autoridades religiosas luego de participar en ceremonia islámica sufí llamada Dhikr.
Jerónimo en una reunión con autoridades religiosas luego de participar en ceremonia islámica sufí llamada Dhikr.

En general, siento que hablé con muchísimas personas sin que esto signifique que haya sido a través del idioma. Hay otros modos de comunicarse y pueden ser muy divertidos. Esa escena se repitió incontables veces. Otro recuerdo fue con toda una familia en un pueblito en las montañas del Kurdistán iraní. Nadie hablaba inglés y no sabían leer ni escribir. Aun así, tomamos té, compartimos la comida y disfrutamos una tarde de risas.

-¿En qué sentís que te cambió semejante experiencia de vida?

-Lo que más me sorprendió, insisto, frente a tantos prejuicios, fue la gran hospitalidad de la gente, una generosidad que yo nunca antes había vivenciado en toda mi vida. Me crucé gente en la calle que me invitó a su casa a dormir o a tomar el té sin conocerme. Por eso creo que la conclusión de esta experiencia fue la gran posibilidad que tuve de conocer personas maravillosas, ser tolerante, prestar el oído, aprender a escuchar y a observar. Todos, en definitiva, tenemos una historia detrás y muchas veces juzgamos sin conocer lo suficiente.

-¿Qué proyecto evaluás después de esta experiencia?

-Por ahora es tanto lo que tengo para contar que estoy pensando en un libro. Siento, de algún modo, que es mi deber relatar lo vivido, en especial porque en esos países saben cómo pensamos sobre su cultura. Viajar es una adicción. Tengo dos o tres proyectos de viajes extensos. Si todo sale bien, después de terminar el libro empezaré a pensar en la siguiente aventura.

El legado de Ángel Bustelo

Nacido el 1 de septiembre de 1994, Jerónimo es hijo de Fidel, abogado, y de Patricia, que se dedica a la restauración de muebles antiguos. Tiene dos hermanos, Lisandro y Joaquín. Está de novio con Martina, quien también tiene gran espíritu aventurero y hoy se encuentra en Barcelona.

Fumar el tradicional narguile en el Kurdistán iraní fue otra gratificante experiencia.
Fumar el tradicional narguile en el Kurdistán iraní fue otra gratificante experiencia.

También es nieto del recordado Ángel Bustelo, diputado provincial por el Partido Comunista (1946-1948) y convencional constituyente (1948-1949).

“Me crié escuchando la historia de su vida, de sus luchas y su amor por la literatura. Lo conocí a través de sus libros y creo que me convencí de que la literatura, los sueños y las fantasías también pueden volverse realidad. Pienso que parte del valor que me empujó a largarme a la ruta en busca de las historias ocultas en esos pueblos surgió de ese ejemplo, el de mi abuelo Ángel”, reflexiona.

“Tengo dos facetas muy diferenciadas, por un lado soy abogado y trabajo como tal; por otro, amo la mochila y viajar solo, conocer gente, explorar y descubrir lugares”, se define, mientras exhibe su foto de perfil de WhatsApp: una ruta, un bolso y el marco de las montañas detrás.

Cómo conocerlo

Quienes deseen visitar el blog pueden hacerlo en el sitio: https://peregrinoerrante.wixsite.com/peregrinoerrante

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