Los hábitos saludables previenen el cáncer

Existen múltiples hábitos y conductas diarias que definen nuestro riesgo de padecer distintas patologías y que también influyen en su evolución una vez que hemos contraído una enfermedad.

Lograr un peso saludable a través de alimentación sana y la actividad física regular son factores importantes.
Lograr un peso saludable a través de alimentación sana y la actividad física regular son factores importantes.

En nuestros días ya están bien definidos cuáles de nuestros hábitos son saludables y cuáles no. Teniendo a disposición esta información, es de suma importancia que trabajemos día a día en cumplir con aquellos que nos protegen. Estos hábitos no solo nos ayudan con las enfermedades cardiovasculares, sino también con el cáncer.

Llevar un estilo de vida saludable incluye pautas muy accesibles, entre ellas:

  • No haber fumado nunca o ser ex-fumador,
  • Consumir alcohol de forma moderada o nula (≤1 trago por día para mujeres, ≤2 tragos por día para hombres),
  • Tener un peso adecuado (medido en índice de masa corporal)
  • Realizar actividad física aeróbica semanal de al menos 75 minutos de intensidad fuerte (correr) o 150 minutos de intensidad moderada (como por ejemplo jugar al tenis),
  • Mantener una dieta sana y balanceada. Ésta consiste en aumentar la ingesta de frutas, vegetales, cereales, y disminuir el consumo de carnes rojas, grasas y dulces.

Las personas que cumplen con todos estos aspectos se pueden considerar de bajo riesgo; siendo el resto consideradas de alto riesgo.

Los beneficios que otorgan estos hábitos han sido comprobados concretamente en grandes estudios realizados en distintos modelos tumorales (próstata, colorrectal, mama, ovario, gastroesofágico, pancreático, entre otros). Y también se ha comprobado su contribución en disminuir el riesgo, aún en aquellas personas con riesgo aumentado por pertenecer a una familia en la que varios miembros ya han enfermado (síndrome de cáncer hereditario).

Estas ventajas que otorga un estilo de vida saludable no solo disminuyen el riesgo de enfermar, sino que también mejora la evolución de la enfermedad una vez contraída, mejorando la calidad de vida y la tolerancia con los diferentes tratamientos. Además, extendemos la sobrevida sin recaída y la sobrevida total.

En síntesis, es importante concientizarnos y educarnos en cumplir estos hábitos que están fácilmente a nuestro alcance, y empoderar a nuestras comunidades para que también los adopten desde las edades más tempranas posibles.

*La autora (MN 112516) pertenece a Oncología Clínica, Hospital Italiano de Buenos Aires

Asesoramiento: Fundación Tiempo de Vivir

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