Viajar después del virus en la Argentina: pueblos, más naturaleza y una Buenos Aires distinta

Había tendencias que se venían asomando y la pandemia acabó por delinear un nuevo paradigma para el turismo. Viajes de cercanías, destinos pequeños y naturales y la reinvención de las grandes ciudades. ¿Cómo será viajar después del virus?

La irrupción del Covid-19, entre el tendal de dolor y miseria que lega a su paso, supuso para el sector del turismo una caída en desgracia global digna de sus peores momentos. La temporada de verano apenas reluce como una tregua en medio de la incertidumbre mientras las proyecciones de recuperación no bajan de dos calendarios. Las profecías sobre el futuro del turismo, en rigor, recalientan el debate. El ensayista francés Jacques Attali, directamente, lo da por muerto (también reserva un tiro de gracia para la aeronáutica). El ex ministro argentino Gustavo Santos, en la presentación de su libro El Después: turismo y humanidad (Cúspide, 2020), coescrito con Michel Durrieu, ex representante de Francia ante la Organización Mundial de Turismo, conjetura al menos su conversión de industria de la oferta en industria de la demanda.

El asunto trasciende, por lejos, la coyuntura sanitaria. Las especulaciones sobre las tendencias que imprimirán los nuevos folletos ganan terreno al influjo del debate sobre el impacto del turismo de masas o a gran escala tal como se conocía.

El inglés Tony Wheeler, fundador de las célebres guías Lonely Planet, acaba de publicar En defensa del viaje (GeoPlaneta, 2020), con un subtítulo que delata una declaración de principios: Por qué seguiremos viajando y por qué lo haremos de otra manera. “Cabe esperar que el nuevo mundo de los viajes nos dé la oportunidad de afrontar los graves problemas del viejo, como el sobreturismo y el cambio climático”, reflexiona Wheeler. “Pero, ¿cómo se producirán exactamente estos cambios, qué forma concreta adoptará nuestro nuevo mundo de los viajes?, sigue siendo un misterio”, se ataja, atrincherado en su casa de Australia. “Está bastante claro que vamos a viajar y hacer turismo mucho menos durante un largo tiempo -razona- y es dificultoso determinar de qué manera retornará el sector a la normalidad”. La respuesta al interrogante, más o menos consensuada y con tres puntos suspensivos es que lo hará despacio. La lógica prescribe la misma reacción que tuvo el mercado local e internacional: vacaciones de proximidad reservadas al ámbito doméstico, con incentivos oficiales al turismo interno para reactivar al sector y foco en la naturaleza, en línea con las demandas globales anteriores a la pandemia. Un turismo sostenible, como para chapotear la transición y volver a las andadas mientras se espera la vacuna.

Argentina

La hora de los pueblos pequeños

La post-pandemia va a dinamizar el atractivo de destinos con encanto y de pequeña escala. El plan del Gobierno llamado “Pueblos Auténticos”. Los nuevos mandamientos del turismo post-pandemia prescriben la puesta en valor de destinos de bajo impacto ambiental y de pequeña escala. “Pueblos Auténticos” es un programa elaborado por el Ministerio de Turismo y Deporte de la Nación abocado a darle manija a la identidad de pequeñas comunidades, en donde conviven lo ancestral y el diseño original legado de sus herencias con un patrimonio de paisajes a la carta que todavía revisten como escenarios para descubrir. Un inventario que va desde una auténtica aldea de montaña con lago propio como Villa Traful, en Neuquén; una de las puertas de entrada a los Esteros del Iberá, en Corrientes como Concepción del Yaguareté Corá; una experiencia de naturaleza salvaje desde la mítica Ruta 40 que regala Cachi en el Valle Calchaquí salteño – con parada obligada en el Parque Nacional Los Cardones- o el museo a cielo abierto que invoca Villa Tulumba, uno de los pueblos más antiguos de Córdoba, entre otros destinos.

Buenos Aires

Barrios emergentes y turismo rural

Las grandes ciudades, como la capital argentina, van a redibujar sus mapas turísticos, ampliándose a nuevos barrios y a sus alrededores.Tanto la Ciudad de Buenos Aires como la Provincia reperfilan sus mapas en la concepción de un nuevo turismo de cara a lo que prefigura la nueva normalidad. Desde el Ente de Turismo porteño fogonean la opción de los barrios emergentes como Chacarita, que entra en escena con su revalorización de la liturgia del vermut desde bares como La Sifonería o su circuito de cerveza artesanal y Villa Crespo, patria chica de bares tradicionales donde se puede vivir una experiencia local con café y billar desde el San Bernardo y rooftops afines para otear la ciudad. La provincia también predica un universo de alternativas de turismo rural y de naturaleza permeables a las actividades a la intemperie, como el programa Pueblos Turísticos, los clásicos paseos por el Delta y el turismo activo y natural de las propuestas serranas con movilidad a lugares cercanos y acceso por medios propios.

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