Los consejos de una especialista para que los más chicos coman sano sin que parezca un castigo

Para que los chicos consuman frutas y verduras, los adultos deben dar el ejemplo. Aquí van al-gunos tips para ayudarles a cambiar de hábitos.

La alimentación infantil sana es posible.
La alimentación infantil sana es posible.

Es importante que los chicos coman frutas y verduras, todos los padres lo saben; sin embargo, no es tan fácil lograr que los pequeños abran la boca cuando reconocen al reino vegetal en el plato. También hay que decirlo, para muchos adultos comer alimentos verdes es una especie de castigo.

Aunque los organismos internacionales de nutrición indican que el 18 por ciento de la ingesta diaria de un niño debería provenir de vegetales, en la Argentina sólo el 7 por ciento de las calorías que incorporan los chicos de entre 2 y 6 años procede de frutas y verduras, según revela la última estadística del Centro de Estudios sobre Nutrición Infantil (CESNI).

Y se trata de poca cantidad y poca variedad: papa, zanahoria, cebolla, tomate y banana son prácticamente los únicos vegetales que se consumen significativamente.

Para la licenciada en Nutrición Romina Ibáñez, si bien son importantes las razones económicas, pesan de igual forma los factores culturales. “Hay épocas del año en que el zapallito y la berenjena cuestan lo mismo que un kilo de papas, pero la gente no las compra”.

Si tenemos en cuenta que el consumo de frutas y verduras previene afecciones de salud como las anemias, la descalcificación y las isquemias, es importante observar las recomendaciones de los especialistas para lograr que las familias adopten hábitos más sanos.

“Cuando se nos hacen las ocho de la noche y en la heladera no tenemos nada, terminamos una y otra vez haciendo fideos o puré. Esto refuerza un hábito de comida cada vez más acotado en los chicos”, resalta Ibáñez. Al menos una vez por semana, la experta aconseja detenernos a pensar en qué comer, hacer una lista e ir a la verdulería con objetivos claros. “Tenemos que apuntar a los productos de estación, porque, además de ser accesibles están en su mejor momento”.

Elogio del avioncito

Cerrar la boca y torcer la cabeza en señal de rechazo es un acto reflejo de cualquier niño ante una cuchara con un trozo de algo que no logra reconocer. “Es una defensa ante lo desconocido, no hay que tomarlo como un no definitivo –señala la nutricionista–. Con paciencia hay que intentar y volver más adelante con el mismo alimento en otra preparación”.

En las consultas es común escuchar a los padres relatar que sus hijos no quieren comer, o que aceptan apenas dos o tres alimentos. Pero comer es un hábito que los grandes tienen la obligación de formar: si el bebé no acepta que le den en la boca, hay que dejarlo que tome la cuchara, aunque haga un desastre. “Para eso están los baberos de plástico: los bebés se aproximan a la comida de forma lúdica. De a poco, algo levantan con la cuchara y otro poco agarran con la mano”.

A diferencia de décadas pasadas, ahora los médicos sugieren que a partir del año los hijos comiencen a comer con el resto de la familia (no en horarios diferidos), no sólo para sentirse parte del grupo, sino también para imitar la conducta de los mayores. “Hay que incorporar frutas, verduras, cereales y carnes permanentemente, y además tener un plan B para ir a lo seguro si no funciona. Esta segunda opción tiene que estar preparada en la heladera. Cocidas, todas las preparaciones pueden refrigerarse durante tres días y estar en condiciones de comerse”, asegura Ibáñez.

Los vegetales pueden esconderse en la salsa de los tirabuzones, triturarse en rellenos de tartas y empanaditas, colarse en licuados de frutas y revolverse con huevo y queso. Pero aunque los trucos sirvan para lograr algunos bocados, tampoco son una solución definitiva. De vez en cuando, la verdura tiene que volver al plato en su textura y sabor originales, para que el niño no la rechace más adelante.

Lentejas vs. chupetín

Otro dolor de cabeza es la comida poco saludable, que muchas veces lleva al sobrepeso y la desnutrición en la infancia. Llegado este punto, los mayores tienen que entender que son ellos los que compran los alimentos que se cocinan en casa. Los hijos no traen del supermercado ni hamburguesas ni salchichas ni fiambres. Estos alimentos, según los expertos, no deben consumirse más de una o dos veces por semana. Los snacks salados, mejor dejarlos para los cumpleaños. Para que un niño coma bien, los adultos tienen que hacer lo mismo. En la mesa no debe faltar una fuente de ensalada o de verduras cocidas.

En el proceso de enseñarles a comer a los chicos, hay que lograr que entiendan a la comida como fuente de alimentación y no como mecanismo de premiación y castigo. Las galletitas una hora antes de la cena tampoco ayudarán a los niños a comerse el plato de lentejas.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA